Descubiertos

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Alec llegó tarde y sudoroso como de costumbre a casa de Magnus, al cual no le molestaba para nada la respiración agitada y la playera pegada al cuerpo del nefilim por el sudor. Le encantaba verlo así, con las mejillas sonrosadas de tanto correr para no llegar demasiado tarde.
—Lo siento, estaba...
—Lo sé —lo interrumpió Magnus —no es nada.
Se sentaron en el sillón dorado de Magnus, y tomaron una de esas bebidas extrañas del brujo. Cuando Alec parecía haberse recuperado por completo, escucharon que alguien tocaba a la puerta. El brujo soltó una maldición y Presidente Miau se quejó al ser despertado.
—Puedo irme y dejarte trabajar, si quieres —se ofreció Alec.
—No te muevas, me desharé de quienquiera que sea; estoy fuera de servicio —le guiñó un ojo al cazador de sombras antes de ir a abrir, no sin antes burlarse de su rubor.

Magnus llegó a la puerta y se encontró con una completa sorpresa.
—¡Isabelle! —hizo énfasis en su nombre, para que Alec pudiera escuchar —¿A qué debo el placer?

En el fondo se escucharon puertas, muebles moverse y demás. Izzy miró detrás de Magnus, alarmada.

—Es sólo el gato —el brujo sonrió —¿Por qué no pasas y me dices qué ocurre?
—De acuerdo —no pareció muy convencida.

El corazón de Magnus iba a mil por hora. Claro que a él no le preocupaba que el mundo supiera sobre su relación con Alec, pero sabía que éste no lo quería así y tenía sus razones. Magnus lo quería al punto de respetar eso y dejar que el arregle esos asuntos por su cuenta.

—Por eso necesitamos invocar al demonio, y pensé que tú podrías ayudarnos —Magnus escuchaba sólo fragmentos de la petición de Isabelle mientras se preguntaba si Alec no habría saltado por la ventana o algo parecido.
—¿Magnus?
—Ah si, lo siento —miró a Isabelle —pero ¿esto qué tiene que ver con Valentine?
—¿No podemos hablarlo en otro lugar? ¿como el Instituto?
—Claro, como me encanta estar con los Hijos del Ángel —sonrió sarcásticamente.
—Sabes que no es una conversación cualquiera, además...—miró a su alrededor —...¿no tienes compañía o si?
—Sólo tú y yo.
—Te juro que creí escuchar algo tras esa puerta.
—Debe ser el gato.
—El gato está ahí —Izzy señaló el suelo, a lado de los pies de Magnus.
—Oh.
—¡De nuevo! ¿Escuchaste? Como sea un espía te juro que... —se levantó antes de que Magnus pudiera hacer o decir algo y abrió la misteriosa puerta.

La escena pudo haber sido bastante graciosa en otras circunstancias; Isabelle quedó pasmada delante del closet, mirando a su hermano, quien tenía pinta de preferir estar muerto.
—Hola —dijo Alec con la cara carmesí.
—Por. el. Ángel.
—Me encanta esa expresión —dijo Magnus, quien prefirió quedarse callado después de la mirada que le lanzaron los Lightwood.

Después de segundos que parecieron una eternidad Isabelle dio unos pasos atrás para dejar salir a su hermano, pero Alec parecía no poder moverse o articular palabra.
—¿Te quedarás ahí para siempre?
—Puedo... explicarlo.
—Claro que puedes —Isabelle contuvo la risa.
—Vine... por la misma razón que tú.
—Si claro —río su hermana —y me vas a decir que esa marca del cuello fue porque te caíste.

Alec llevó su mano al cuello como un acto reflejo, dirigiendo a Magnus una mirada suplicante mientras Isabelle reía; el brujo no tenía idea de qué hacer.

—Lo sabía —dijo Izzy al terminar de reírse.
—¿Qué? —preguntaron Alec y Magnus al unísono.
—Estaba bastante segura, ustedes solo lo acaban de rectificar.
—Nosotros no... el no es... Izzy... —Alec no parecía saber lo que estaba diciendo.
—Alec —lo calló Isabelle— ¿sabes qué es lo más gracioso? acabas de salir del closet enfrente de mí... literalmente.
Estalló en risas seguido por Magnus, quien se calló de inmediato cuando vio que al nefilim no le causaba gracia.
—Isabelle —fue Magnus quien habló —te agradeceríamos que no mencionaras... nada... a nadie.
—Claro que no. Ya tenía mis sospechas pero aún así no dije nada —miró a su hermano —pero espero que no se guarden esto para siempre. Hacen linda pareja.
—Lo sé —Magnus también miró a Alec como diciendo "te lo dije".
—Bien, mejor los dejo... solos —dijo con un gran énfasis en "solos" y se dirigió a la puerta.
—Mañana me pones al corriente en el Instituto —se despidió Magnus.
—¡Mañana!

Lightwoods; siempre tienen que tener la última palabra.
El brujo cerró la puerta y se giró para mirar a Alec, quien se encontraba muy calmado para su sorpresa, sentado en el sillón de terciopelo.
—¿Estás bien Alexander?
Alec solo asintió.
—Lo siento —dijo al fin.
—¿Lo sientes? ¿por qué?
—Por mantener esto en secreto. Créeme que no quiero, Magnus, pero... es que yo... no puedo.
—Oye, calma —Magnus se sentó a su lado y lo abrazó —no estoy enojado.
—¿Por qué no? Deberías.
—Si tú no quieres está bien. Si quieres está bien. Lo que desees, yo estaré de acuerdo.

Se quedaron ahí, en silencio, abrazados en el sillón. Perdieron la noción del tiempo y cada quien sumido en sus pensamientos, hasta que Magnus rió.
—¿De qué te ríes?
—Saliste del closet, frente a tu hermana, literalmente.

Esta vez Alec se permitió reírse también.

MALEC  One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora