Blanco

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Cayendo... Estoy cayendo... está completamente oscuro y borroso, se siente como si nunca fuera a parar... No puedo distinguir nada. Voy cada vez más profundo y estoy perdiendo el conocimiento...

Debajo de mi aparece un brillo negro distante, parece que es el final del camino, cierro mis ojos y me resigno a lo que venga.

Es extraño, ha pasado mucho tiempo y aún no ocurre nada, abro mis ojos y ya no veo el brillo, para mi sorpresa no estoy cayendo, me encuentro tirado sin más, ¿cómo paso? Estoy somnoliento, supongo que dormir no me hará daño, poco a poco el sueño se apodera de mí y quedó dormido.

- Oye... - se oye una voz a lo lejos - ya es de día... - es como un eco - Ey... - la voz insiste, ¿que quiere? Estoy cansado como para que me molesten - ****... Despierta - no entendí lo que dijo, ¿quiere que despierte? Pero si estoy despierto, levanto la mirada y veo el brillo de antes, me pongo en pie y me dirijo hacia él - ...despierta... - la voz viene de allí, estoy caminando pero parece que no avanzo, me siento liviano, es casi como un sueño...

- ¿Es eso? - le pregunto - ¿es un sueño?

- Despierta...

- ¿Por qué? - Me pellizco, no ocurre nada, ni siquiera siento, nada en absoluto.

- Ya es de día, despierta...

- ¿Pero cómo? - le pregunto preocupado - ¡No funciona, mira! - grito a la vez que me pellizco varias veces el brazo, pero no hay respuesta, tan sólo empieza a desvanecerse aquel oscuro brillo - ¿lo logre? ¿Estoy despertando?

Siento una presencia tras de mi, algo de gran tamaño que irradia respeto y miedo a tal punto que me paraliza y no puedo reaccionar de ninguna forma, no se de que se pueda tratar ni quiero saberlo, solo quiero que desaparezca. Pero estoy muerto de miedo, lo sabe, y sabe que no puedo hacer nada al respecto, se empieza a acercar hacia mi con una respiración forzada que recuerda la de una bestia moribunda. Al avanzar arrastra los pasos y hace ruidos de madera quebrándose y hojas crujientes, siento como se acerca a mi desde la izquierda, a medida que lo hace siento mas el miedo, está tan cerca que siento su respiración sobre mi...

- ¡Despierta!

Me despierto de golpe, asustado y sudando a mares. Lo primero que hago es ver tras de mí en busca de ese algo que me paralizó de miedo.

- Sólo fue un sueño - respiro descansado, me estiro, pero termino encorvado al sentir un fuerte viento helado penetrando mi cuerpo hasta los huesos.

El sol está justo en frente, amaneciendo supongo, pero aún así no sube la temperatura. Se oyen las olas chocar a lo largo del acantilado, me pongo en pie y pienso en que hacer ahora.

-Lo primero sería hacerme una idea de donde estoy - digo mirando el interior de la cueva en busca de algo útil - echar un vistazo por el borde del acantilado sería un buen comienzo.

Me aferro a un saliente en la pared y miro hacia los lados, sólo hay más acantilados en ambas direcciones y no parece acabar, al mar no puedo saltar, y no pienso volver a entrar a la cueva, sólo me queda hacia arriba. Al mirar hacia arriba me doy cuenta que no es muy alto y hay una escalera de mano.

Es una escalera de cuerda y tablones desgastada y podrida por la acción de la naturaleza, pero es mi única esperanza, me acerco a agarrarla y le doy un tirón para ver qué tan firme es, al hacerlo se resbala por el borde y acaba colgando de mi, no era muy firme...

Al parecer no estaba atada pero la cuerda aún es resistente. Si la lanzo hacia arriba y tengo la suerte de que haya algo donde pueda quedar atorada...

- Bueno nada se pierde por intentar ¿verdad? - digo tratando de animarme.

Me agarró al saliente con la mano izquierda y con la derecha agarro la escalera de un extremo y la lanzó hacia arriba sin soltarla, lastimosamente acaba resbalando de nuevo. Vuelvo a intentar y obtengo el mismo resultado.

- La tercera es la vencida - pero no, de nuevo resbala - ¡La cuarta! - tampoco, ni la quinta, ya desesperado la lanzó una última vez y parece que mi perseverancia fue recompensada porque ahora se ha atorado y parece firme, comienzo a subir poco a poco, con cuidado de no resbalar y llegó a la cima.

- ¡Si! ¡Lo logre! - me tendí de espaldas en el suelo helado. El frío me hace levantar casi al instante.

Me encuentro de pie junto al acantilado, definitivamente unas vistas preciosas con el mar y el sol chocando en el horizonte.

Oigo un fuerte crujido proveniente del lado izquierdo y al girarme veo como un gran trozo de acantilado cae al agua con un estruendo, creando una ola gigante que acaba perdiéndose en el mar.

Analizando en detalle me doy cuenta que estoy parado sobre hielo, más específicamente una roca cubierta por una gruesa capa de hielo. En este sitio debe haber épocas de frío extremo. Además la roca está cubierta de algas congeladas, el mar estuvo a esta altura.

Al darle la espalda al acantilado quedó asombrado al ver un bosque espeso de pinos de gran altura cubiertos de nieve, en la cima de una colina. Una paisaje que dejaría a cualquiera con la boca abierta, abunda el simple pero mágico color blanco que lo cubre todo.

Durante un rato me quedo absorto admirando el paisaje, y cuando vuelvo a mi realidad ya estoy a medio camino del bosque, me siento atraído, quiero verlo de cerca.

A medida que avanzo, se oyen ladridos y aullidos, cada vez se acercan más.

De la nada aparece un trineo halado por lobos y se detiene justo frente a mi, separándome del bosque.

Sentado en él hay un hombre anciano vestido con una capa raída que le cubre de pies hasta los ojos y un gran sombrero, mucho más grande que su cabeza el cual aprovechaba para tapar la mitad de la cara que la capa aún no le cubre, toda su vestimenta es completamente blanca.

Al cabo de unos segundos de silencio y tensión el anciano gira su cara hacia mi, pude notar como sus ojos me miraban con intriga y desaprobación.

- ¿Así que quieres entrar al bosque? - pregunta con una voz ronca y gruesa, sin duda inspira respeto.

No respondo, lo cual parece que no le agrada porque sube el tono de voz y me dice que no debería hacerlo, que no llegaría a mañana si lo hago.

- ¿Que peligros hay ahí como para decir que no sobreviviría? - le pregunto con curiosidad.

- No hagas preguntas si no quieres saber la respuesta muchacho, sigue mi consejo, no debes entrar ahí.

- Entonces entrare - digo desafiándolo.

Se puso en pie dentro del trineo, es un hombre alto, levantó su sombrero con su mano derecha dejando ver un cabello descuidado y canoso que le llega a los hombros, me mira de pies a cabeza con unos ojos furiosos, que poco a poco se calmaron.

- ¿Quien eres anciano?

Me respondió con un gesto, se puso su sombrero de nuevo y sacudió su capa, al hacerlo su vestimenta dejo caer en forma de nieve el limpio color blanco que le cubría, dejando tras de sí un gris claro.

Se sentó malhumorado y a la vez que recogía la correa de su trineo dijo de mal humor:

- Siempre lo mismo, no se por que me molesto, aunque parece que tienes el favor de Needu. Buen viaje caminante.

Dicho esto batió la correa y sin decir más palabras se fue al igual que llegó.

- ¿Needu?¿Bendición?¿De que hablaba? - pienso en voz alta

Seguí caminando hasta que llegue a los primeros pinos. El bosque es tan espeso que el interior es completamente oscuro, al menos visto desde aquí.

- Sigo decidido, entraré...

Doy mis primeros pasos al interior y me sumo en la oscuridad del bosque. ¿Qué es lo peor que puede pasar?

El CaminanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora