Capítulo 8 (Cerca de un Final)

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Despertar después de aquel desmayo fue muy difícil para Alicia; sentía como si miles de elefantes se hubieran sentado sobre ella, sin embargo, al recuperar un poco más la consciencia, logró observar que se encontraba en un calabozo, un lugar con luz diminuta, lleno de humedad y gritos lejanos de personas siendo torturadas, podía observar a lo lejos unos soldados dormidos, aunque realmente no notaba nada más  pues casi todo era completa oscuridad. Al intentar acercarse a las rejas oxidadas se dio cuenta que apenas podía avanzar a la mitad de la habitación, sus piernas estaban encadenadas a la fría pared.

—¡Mierda!—dijo entre susurros

—Entonces...ya sabes lo que se siente...

Alicia escuchó una voz en la parte más oscura del pequeño lugar, levantó la mirada para poder ver quien era este ser extraño que le habla y en cuanto sus ojos se acostumbraron a la oscuridad del lugar, pudo verlo.

Nivins McTwisp, mejor conocido como el conejo blanco, se acercaba a la joven mostrando en sus pequeños ojos rojos un terror que estremeció a Alicia de la cabeza a los pies.

—Conejo—dijo con un suspiro de arrepentimiento—lo....de verdad lo lamento, lo que te hice yo....

—¡Me dejaste atado en el techo de aquel lugar, en una jaula sucia, en la lluvia y el frío, las enfermeras me daban de comer, pero las escuchaba, no me soltaban porque te tenían miedo, les decías que no podían liberarme porque estaba pagando el crimen de haber matado a tus padres, que si ellas hacían algo más que darme comida, la anciana loca las asesinaría; pues adivina que niña, ese que según te envenenó la mente aquella noche no era yo; si estaba ahí en ese momento fue porque quería salvarte a ti y tu familia, pero no lo logré... solo pude ayudarte a ti, ese fue el peor error de mi vida, en lugar de agradecimiento me tuviste como prisionero por tantos años, ojala hubieras muerto tú ese día y no ellos, de verdad aun deseo con todas mis fuerzas que tu padre no hubiera fallecido esa noche!—interrumpió el conejo a Alicia dejando salir todo lo que en algún momento quiso decirle.

—¡Lo siento! ¡por favor perdóname! ¡no se porque lo hice, todo lo que hago termina hiriendo a los que amo, te lastime a ti, provoque que el sombrerero muriera, probablemente la reina blanca y el gato también lo estén, solo quiero morir! ¡solo quiero a mi mamá, necesito a mi familia, no quiero estar en este lugar! ¡MIERDA! ¡SOLO MATENME YA!—gritaba Alicia con desesperación mientras se levantaba y el aire se le iba del cuerpo a tal punto que podía sentir un nudo que inundaba su garganta. 

—Yo también lo siento...jure que cuando te volviera a ver yo mismo me encargaría de matarte, pero mírame, soy muy chiquito y tengo patitas cortas... además, realmente no es culpa tuya, no me mal entiendas realmente estoy furioso contigo, pero se que Dark Lord tuvo mucho que ver en tu comportamiento.

Conejo se acercó un poco más a la joven hasta llegar a sus pies, ella se agachó, extendió su brazo y le dio una tierna caricia al animalito, este cerró sus ojos y talló su pequeña cabeza en las manos de la chica, demostrando de esta forma, que por fin podía perdonarla.

—Necesitamos sacarte de aquí, Dark Lord mandó a torturar a todos los que lo traicionaron.

—¿Cómo se supone que salga de aquí si no puedo moverme? necesito una llave, estoy segura que esos guardias la tienen, conejo... ¿puedes...

—¿Ir con ellos y robarles la llave para poder sacarte? claro, pero solo si me prometes algo.— dijo el conejo mientras salía de las rejas para dirigirse a los que custodiaban la puerta 

—¿Qué cosa?

—Haz que Dark Lord sufra hasta que te suplique perdón y después, mátalo.

Alicia asintió con una gran sonrisa en su sucio rostro, justamente eso pensaba hacer.

ALICIA Y EL PAIS DE LAS MARAVILLAS (Actualizando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora