Atardecer de las almas

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-Me sorprende lo que acaba de hacer con nuestro perro, sólo las personas con cierta capacidad pueden domar a Pluto.- Le traté de intimidar mientras caminaba hacia ella.

-Tal vez es momento de hacer negocios, Conde...- Dijo mientras de la nada aparecía Jack detrás de ella con una cara de pocos amigos.
Me asusté un poco pero Sebastian intervino.

-Mi lady, por favor acompáñenos junto a su mayordomo al estudio de mi amo- ofreció Sebastian a nuestros invitados y posibles socios.

-Gracias.- fue lo único que dijo antes de mirarnos con un semblante serio y abandonarnos junto a Jack, sin antes dejar un peculiar aroma.

Ya que nos encontrábamos solos no dudé en hablar.

-Sebastian, hay algo que me da mala espina.- En verdad sentía algo en mi pecho que no me dejaba pensar bien, o en cualquier cosa. Era como si alguien me estuviera asfixiando.

-No tiene por que preocuparse, sabe que yo me encargaré de cualquier cosa que se interponga en su camino. Ahora debemos ir con nuestros invitados, no es de buena educación dejarlos solos, o si?- dijo con tranquilidad esperando una respuesta.

-Es cierto, ahora vamos.- respiré profundo y me dirigí a mi despacho pensando en los riesgos que implicaba lo que tenía en mente.

Llegamos y encontramos a Victoria sentada tomando una taza de té y a Jack arreglándole la peculiar gargantilla que llevaba puesta.

-Conde, al fin llega ¿Se le ofrece una taza de té? Es Scone.- me ofreció Jack. Victoria sólo observaba.

-Claro, gracias.- Acepté el té que me ofrecía el rubio, tomando asiento frente a la Condesa.
Nuestros mayordomos observaban la escena con seriedad.

"Este tipo hace un té delicioso. Podría compararse con el de Sebastian." pensé saboreando cada gota del líquido.

-Ahora, Conde- habló Victoria -Seré directa con usted ¿Qué es lo que quiere de mi? No creo que sean sólo negocios.- Me miró con frialdad provocando que me pusiera a la defensiva.

-Condesa Hellsing, he escuchado que usted no es exactamente humana, y me gustaría saber qué tipo de criatura es.- respondí con la misma confianza que con la que ella había preguntado.

-Oh, enserio? En donde escuchó tal cosa?- dijo con sorna recargándose en la silla.

-Un simple mayordomo me lo dijo. Además, le confieso que Sebastian no es un hombre común.- le di la señal al pelinegro.

-Yes, My Lord.- Ante esto, dio un paso al frente y se quitó su guante izquierdo, dejando ver el contrato. Sus ojos cambiaron a ese brillante color fucsia, al mismo tiempo en el que yo me quitaba el parche y mi contrato brillaba con intensidad.

-Ya veo, nunca pensé ver a un demonio sirviendo a un humano. Es un espectáculo exquisito.- Se levantó hacia la ventana -Pero, por qué me muestra esto? Es algo muy serio.- fingió preocupación.

Que ironía.

-Simple, por que ahora se verá obligada a mostrar su pequeño secreto.-

Sebastian sólo sonrió ante esto, lo estaba disfrutando.

-De acuerdo, pero le advierto que no podría gustarle lo que presenciará o lo que oirá...- hizo una ultima reverencia y se quitó su gargantilla dejando ver una especie de cruz, se despojó de sus guantes revelando unas largas uñas negras y sus ojos se volvieron del mismo tono que el de Sebastian,
Jack dio un paso, poniéndose unas gafas, sacando de la nada un arma y revelando su especie.

Un shinigami.

No lo podía creer, un shinigami sirviendo a un demonio. ¿Por qué?

-Conde Phantomhive, lo veo algo sorprendido ¿Acaso le comió la lengua el gato?- dio una sonora carcajada junto a Jack dejando ver unas orejas de gato emplumadas. Sebastian no pudo evitar una risita.

-No lo entiendo...

Victoria sólo sonrió y se levantó para después acercarse peligrosamente a mi.

-Sebastian!- Entré en pánico y llamé al idiota de Sebastian en un exasperado intento de escape pero no recibí la respuesta que quería.

-No se preocupe mi señor, la condesa Victoria es una conocida mía desde hace mucho tiempo.- sonrió tomándome por la espalda e invitándome a sentarme.

-Pero cómo es posible?

-Es una larga historia...


Gatos Y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora