Capítulo 04.

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Me desperté como en un domingo de resaca. Una capa de maquillaje negra de maquillaje cubría mis ojos y mis mejillas, pasarme toda la noche llorando había pasado factura a mi maquillaje. Me levanté arrastrando los pies por la moqueta fría y caminé hacia el baño, donde me deshice de toda mi ropa y me metí bajo el agua caliente que salía de la ducha. Estuve allí, unos momentos, serena y relajada, por un día, necesitaba un momento de relajación. Después, salí con una toalla enroscada alrededor de mi cuerpo y me desprendí de ella para ponerme mi ropa interior, seguida de unos vaqueros rasgados en las rodillas, mis converse negras y una camisa blanca.

Al ducharme, el maquillaje había desaparecido, así que, frente al tocador me eché un poco de maquillaje y eyeliner, después, baje las escaleras y cogí mi mochila en la cocina. Salí de casa y me subí al coche para marcharme a la universidad.
Allí, estudió medicina y criminología, ambas, son mis pasiones desde muy pequeña, claro está, después del boxeo.

El camino fue corto, paré en cada semáforo y me detuve en el aparcamiento de la universidad, colgué la mochila de mi hombro y salí del coche cerrándolo, dispuesta a comenzar un nuevo día de mierda.
Como de costumbre, podía respirarse las hormonas revoloteando por el pasillo,y a eso me refiero, a los "tíos buenos" del instituto agarrándole el culo a sus novias mientras les meten la lengua hasta la tráquea. Es imposible dar tanto asco como ellos, se creen los reyes del mundo por tener novias rubias oxigenadas sin personalidad, pobres ilusos... Con lo bonito que es tener una novia inteligente y simpática a tu lado.

Me dirijo al aula de Introducción a la Psicología, es aún mi primer año, así que casi todas las clases son introducciones. El profesor es realmente eficaz y comprensivo, se tiene bien merecido su máster en psicología.
La hora pasó rápida, la siguiente clase me tocaba con Fredo, así que sería mucho más divertida,ahora tenía Métodos de investigación en Ciencias Sociales con la profesora Mary Sally, una de las peores profesoras, según lo que han dicho, me senté en la última fila cogiendo mi libreta correspondiente y un bolígrafo para tomar apuntes, a los pocos segundos mi amigo de castaña cabellera se hizo presente en la sala,sentándose a mi lado,como de costumbre.

¿Que tal estás, hamburguesita? —Dijo mientras sacaba sus cosas correspondientes. Odiaba que me llamase así, lo hacía porque de pequeña, me disfracé de hamburguesa y ahora no me deja en paz con eso—.

¿Debería mentir o decir la verdad? —Me encogí de hombros— Porque ya no sé a quien tengo que decirle la verdad y a quien no.

Siempre podrás confiar en mi, Adri. —Me miró fijamente y serio—. Te prometí estar siempre a tu lado y eso es lo que haré. Y cuando dijo eso, no hicieron falta más palabras, solo hizo falta un acto, un abrazo... Un abrazo de esos que tanto me recomponían cuando estaba de esta manera.
La clase, como la anterior,pasó volando,al igual que las siguientes. Ya era hora de irnos a casa, y como de costumbre, Fredo venía a comer a casa. Ambos nos montamos en el coche, yo de piloto y el de copiloto y emprendimos el rumbo a mi casa.

El camino, no duraba mucho, eran apenas 10 minutos, por lo que entre risas y canciones llegamos a casa en menos de lo que canta un gallo.

Entramos en casa y el olor lasaña inundó nuestras fosas nasales, era mi comida favorita, sobre todo, hecha por mi madre, hace las mejores lasañas del mundo.

Nos sentamos en las sillas frente a la mesa que se situaba en la cocina, pero no, sin antes, besar la mejilla de mi madre. Después, nos sirvió a cada uno un trozo de la suculenta lasaña y nos dispusimos a comer.

Cielo, siento lo de ayer, no pensé que volvería aquí. —Vi que ella aguantaba sus lágrimas,por lo que agarré su mano—.

Mamá, tu no eres quien tiene que pedir disculpas, el único que debe hacerlo, es ese señor al que antes llamaba padre. —Solté su mano cuidadosamente volviendo a comer—.

Margarett. —Habló esta vez Fredo—. No tienes de que preocuparte, mi padre está ocupándose de que lo echen de Canadá, van a culparle por el incendio de la casa Jones, pero no te mencionarán.

No, no lo hagáis. —Abrió los ojos, asustada, más que nunca—. Dirá que yo también lo hice, y si saben que yo lo hice, me meterán con el en la cárcel.

No te preocupes, mi papá sabe como hacerlo. —Dijo firme y confiado, el sabía que así sería, confiaba mucho en su padre—.

Acabamos la comida y subimos a la habitación a dejar nuestras mochilas, habíamos quedado con unos amigos de Fredo, quería presentármelos o algo así, no me hacía mucha gracia, pero de todas formas, acepté.

Cogí mi chaqueta y salimos de la habitación, mi madre ya se había ido con Fernando así que no tuvimos que despedirnos de ella.
Cogí las llaves de mi coche y salimos de la casa para subirnos al Chevrolet, había quedado con ellos en la entrada del centro comercial que tan solo estaba a 15 minutos.
Pasado ese tiempo, aparqué en el parking del centro y entramos, había 4 chicos esperándonos: uno rubio de ojos azules, otro de pelo negro y ojos azules, el tercero era castaño de ojos marrones y el último, tenía el pelo color dorado con ojos mieles.

Estes son mis amigos Carter, Hawk, Collin y Christian. —Dijo mi amigo en el órden que antes mencioné—. Chicos, ella es Adriana Clementine.

Todos dijeron que estaban encantados de conocerme y yo solo respondí con una sonrisa, no solía ser muy amigable en estes casos, odiaba conocer a gente y más, a chicos. Caminamos por el centro hasta una heladería, nos sentamos en el siguiente orden:
Fredo, Hawk, yo, Carter, Christian y Collin. Cada uno pidió su helado favorito y Hawk pasó su brazo por mis hombros.

Ya puedes ir quitando tu brazo de mi. —Solté firme y de mal humor—. No me interesas en absoluto.

¿Eres lesbiana? —Una risita salió de sus labios y recibió otra mala mirada de mi parte—.

No, no soy lesbiana. —Alcé mi ceja, amenazando con pegarle una buena—. Y si lo fuera, tampoco sería de tu incumbencia.

¿Ah si? —Su sonrisa cínica permanecía en su rostro—. Todas las chicas están locas por mi, cariño.

¿Quieres ver como no soy lesbiana? —Zejé mi ceja alzada y cogí la cara de Carter entre mis manos estampando mis labios contra los suyos durante unos segundos—. Ahí tienes. —Dije levantándome de la silla con mi helado en la mano y caminando hacia la salida—.

Pude soponer que Fredo lo había mirado mal, lo conocía tan bien que podría jurar que lo hizo. El estúpido me siguió hasta mi coche seguido por mi mejor amigo.

Oye, lo siento, no quería que pensaras que soy un idiota. —El imbécil habló agarrando mi brazo para evitar que me girara y me metiese en el coche—.

¿No lo eres, acaso? —Dije, llena de razón—. No quiero tus disculpas. Me fui por el simple hecho de que no me gusta aguantar a gilipollas como tu. —Quité su agarré y miré a Fredo—. ¿Nos vamos?

Te sigo, Adri. —Dijo mi mejor amigo entrando por la puerta del copiloto. Le eché una última mala mirada a Hawk y me subí, arrancando para dirigirnos a casa—.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2017 ⏰

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