Capitulo 1

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Ryan

Mauricio y Sandro sí que están molestos, no han dejado de seguirme desde la cafetería—Miro detrás de mí—Debo ingeniármelas para deshacerme de ellos pronto, porque llegará un momento donde no podré correr más y me alcanzarán. Y si lo hacen dudo que tenga la misma suerte que tuve en la cafetería al esquivar sus golpes. En este pueblo frio y lluvioso yo soy uno de los pocos que aún los confronta, y eso es por el resentimiento que aún les tengo a los de su banda por ofrecerme el instrumento que mato mi sueño. Estos chicos son de las típicas personas que tienen como costumbre aprovecharse de los demás, o buscar problemas sin razón alguna.

Adelante hay un carro donde me podré esconder, como son poco observadores no se percatarán que estoy debajo y pasarán de largo. Avanzo unos cuantos metros y me escondo rápidamente debajo del auto sin ser visto por Mauricio y Sandro. Ambos pasan de largo como lo predije. Me salgo de la parte de abajo del auto, me levanto y sacudo el sucio que había agarrado la ropa por estar en contacto con el suelo.

Eso sí que estuvo cerca. No sé porque, pero siento que estoy olvidando algo. ¡El recado de mi abuela! Todo ese maratón que tuve con Mauricio y Sandro me hizo olvidar el recado de telas que me encomendó mi abuela antes de salir de casa. Avanzo de camino a la sedería. Cuando llego le paso le paso la lista de telas que necesitaba mi abuela a Rous.

Rous es la chica que trabaja en el negocio de telas de su familia desde muy pequeña, al igual que yo desde pequeño que vengo a buscarle las telas a mi abuela. Ella y yo solíamos ser grandes amigos, hasta se podría decir que estuvimos a punto de un romance; pero desde el accidente de mis padres me aleje de todos, hasta de ella. Además, empecé a tener hábitos que no eran de su agrado, y al poco tiempo se fijó en un chico que no era yo. Comenzaron a salir, se enamoraron, ella salió embarazada, dio a luz y ahora es madre.

Sí, lo sé, es irónico que la chica que te guste salga embarazada y no precisamente de ti. Luego de que ella diera a luz y ocurriera mi incidente no hablamos mucho, es más, nuestro mayor dialogo es cuando le paso la nota con la encomienda de mi abuela y ella me sonríe.

—Toma, acá tienes todo lo que ha pedido tu abuela en su lista —me pasa las telas y sonríe—, espero que estés bien y te cuides— esquivo su comentario, me volteo y parto hacía la casa con el recado de telas que pidió mi abuela.

Llego a casa y coloco las telas de mi abuela sobre la mesa. Estoy cansando por cargar las telas y por todo el recorrido que tuve que hacer anteriormente para huir de Mauricio y Sandro. Voy a la nevera y busco agua. La tomo, pero luego se me resbala el vaso y cae al suelo. Lo recojo, me volteo y veo que esta mi abuela

—Ryan, ya llegaste—Besa mi mejilla—Por lo visto trajiste las telas—Mira hacía la mesa—gracias—Agarra mis cachetes—Eres el chico más eficiente que hay—Quito lentamente su mano de mis cachetes y le sonrió

Mi abuela Amelia ha sido la que me ha cuidado desde que murieron mis padres, no existe mejor abuela que ella. Además de ser la mejor abuela, para mí es una de las más bellas. Su ojos azules aún parecen un mar de alegrías, su cabello es lacio y tiernamente blanco, su estatura por debajo de mi cuello. Ella siempre que puede me demuestra su amor regalándome gorros o suéteres tejidos por ella. Definitivamente ella es una de las razones por el cual todavía vale la pena vivir; la otra, es nada más y nada menos, que mi hermanito de siete años, Arturo. Conocido en nuestra casa como Arturito, el rey del mueble de la sala.

—Ryan ya llegaste—Me abraza y me hace inclinarme para hablarme al oído— ¿Me trajiste mi encomienda?—Mi abuela logra escuchar y se ríe por ver al chiquitín de mi hermano hablarme como si fuera su empleado—Le sonrío y le paso el chocolate que había comprado en el cafetín— Sonríe—Gracias caballero, has hecho bien tu trabajo—Se voltea y se va sentar en su mueble. Sonreí por lo loco que él estaba, cualquiera que lo viera no se imagina que un niño así de sonriente perdió a sus padre hace 3 años. La verdad es que Arturito ha tomado la muerte de mis padres de forma muy madura, a diferencia de mí.

Arturito es rubio, tiene cejas definidas y gruesas como la familia de mi madre. Es pequeño para su edad, pero ese no le presta ni la mínima atención a eso. Es un chico muy pila, y a veces tramposo para los juegos de mesa. Siempre que llego de la calle me recibe con una enorme sonrisa que hace juego con sus brillantes ojos azules. Le tengo un poco de envidia, pues ha sacado los ojos de mi padre, que a su vez los saco de mi abuela. Cuando lo miro a los ojos, es como si viera a mi padre en él. Claro un poco más cachetón, pues Arturito es más cachete que otra cosa.

Voy a mi habitación y me lanzo a la cama, coloco mis audífonos y doy play a mi lista de canciones. Entre esas canciones suena una melancólica muy en particular Tercer cielo— Yo te extrañare. Cuando la escucho me es imposible no sentir nostalgia por los momentos vividos con mis padres, miro el techo y observo la enorme fotografía que tengo de ellos sonrientes.

Cada día lamento su partida de esta tierra, y aún más, lamento no partir con ellos. Ambos fueron grandes padres, y tuve la dicha que me inculcaran el amor por la música. Recuerdo que solía cantar con mi padre canciones movidas al subirme en su automóvil, la brisa rociaba mis mejillas y yo gritaba al aire manifestando lo feliz que me sentía. Desde muy pequeño fui su compañero de música, ambos queríamos que yo fuera un gran cantante. Teníamos esa meta, ese sueño.

Pero no todos los sueños se cumplen ¿verdad, papá? y menos cuando tú mismo los haces papel. La Ironía reclamo mi vida a través de sus muertes. No tuve control de mí mismo después de su accidente y ocurrió mi incidente con la voz, ocurrió el fracaso de mi sueño de ser cantante.

Comienza a llover, y escucho el repicar de las gotas en mi ventana. Me cubro con la sabana y comienzo a llorar en silencio hasta quedarme dormido.

La Vida de la Ironía  [#Wattys2016]  [#WorldInfinity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora