Capitulo 3

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Ryan

Ya ha amanecido, es hora de levantarse y ser Irónicamente feliz

— ¡Ay!—Escucho cuando me desplazo por la cama y siento que alguien durmió a mi lado— Estoy acá, ten más cuidado—Levanto la sabana

¿Arturito?

—Estoy durmiendo acá porque en la madrugada tuve una pesadilla —Comenta abrazándome espontáneamente— Vi a nuestros padres Ryan, a mamá y a papá. Los vi irse sin despedirse de mi—coloco mis brazos sobre él, púes logro ver sus ojos cristalinos por la tristeza.

Cuando Arturito me abraza recuerdo aquella historia que mi madre solía narrarle antes de él acostarse, la historia del rey Arturo y la espada en la piedra llamada Escalibur. Esta historia lograba en Arturito gran conmoción de niño, hasta podía hacer que dejara de llorar por no tener chocolate. Así que tengo la idea de dibujarle la espada y la piedra en una hoja. Además, eso le recordaría a mamá.

Lo separo de mí y busco mi carpeta sobre la mesita de noche que está a lado de la cama. La abro y cojo un lápiz.

¿Qué haces Ryan?—Pregunta e intenta ver detrás de la carpeta, pero me pongo de pie y le hago seña de que espere—Anda, déjame ver—Hace puchero para que lo deje ver lo que hacía en una de las hojas de la carpeta. Luego de unos minutos paro el lápiz y término— ¿Ya, puedo ver? —Arranco la hoja y se la paso para que la vea.

—No puede ser, es Escalibur, la espada de Arturo. —Se sorprende y sonríe— ¿Me lo puedo quedar? Creo que tengo el lugar perfecto para él en mi cuarto—Asiento con la cabeza—Gracias Ryan, este dibujo me hace sentir mejor, me recuerda a mamá. —sonrío. El emocionado baja de la cama, y va a su cuarto.

Voy al baño, y me lavo la cara. De pronto escucho ruidos en la cocina, salgo del baño y miro al cuarto de mi abuela, noto que ella aun duerme. Así que no era ella quien estaba en la cocina, agarro un bate de la colección béisbol que tenía mi padre en su pared. Camino lentamente a la cocina y veo a Arturito subido a una silla buscando chocolate en las repisas de arriba, causando un desastre en el suelo. Bajo el bate al saber que no hay peligro, me acerco a él y lo bajo de la silla.

—Mi abuela me escondió el chocolate otra vez—Comenta un poco triste. Expreso un gesto de desaprobación en mi rostro por el desastre que él había hecho y le hago seña de que recoja todo el desastre que causo. Lo veo recoger las cosas, sonrío y enciendo la hornilla de la cocina para prepararle unos huevos fritos con pan.

— ¿Cocinaras huevos?—Pregunta alegremente, hasta notar mi mirada desafiante—Mejor espero en la sala—Supone y va a la sala, Sonrío por lo tierno que se veía al saber que hizo algo malo.

Mientras que él ve televisión en la sala preparo el desayuno. Tengo listo el desayuno, así que cojo mi plato y el suyo, y voy a la sala. Le paso su plato y me siento junto a él. Observo como comienza a devorar su comida, el que no lo viera pensaría que no comió en años—Sonrío

Pobre Arturito, sí que tenía hambre

—Pero es que ya están comiendo sin mí—Dice mi abuela colando sus manos empuñadas en su cintura y luego soltar una leve carcajada— ¿Supongo que me preparaste a mi también, no?—Pregunta sonriente. Asiento con la cabeza para afirmarle que si le prepare desayuno. Va a la cocina—Alguien como que estaba en busca de chocolate—Insinúa y Arturito se asusta. Mi abuela vuelve a la sala con su plato de comida y mira directamente a Arturito—Tu jovencito—Lo señala—Tienes serios problemas de chocolate, sabes que tienes controlar esos antojos, primero debes desayunar—Lo reprende

—Pero abuela, es que ustedes se levanta muy tarde—Se excusa— Y a mí me da hambre desde muy temprano—Mi abuela se conmueve y lo abraza—Abuela

— ¿Dime?

— ¿Me dirás donde guardaste el chocolate?—Mi abuela ríe a carcajada

—Claro que no—Se separa de él— no pienses que por salir bien en clase dejare que en estas vacaciones hagas desastre con las golosinas.

—Rayos, por lo menos lo intente—Sonríe por la escena vivida. Terminamos de comer y mi abuela me hizo seña de que le pasara mi plato y el de ella a Arturito.

—Bueno, a Arturito le toca lavar los platos hoy—Ordena de forma pasible mi abuela a Arturito

— ¿Que, porque a mí?—Se incomoda por no querer

— ¿Porque será?

—Bueno—Resopla, agarra los platos y los va a lavar. Mi abuela y yo sonreímos, ella se levanta y va a su zona de trabajo en la casa.

—Ryan, ven acá por favor—Dice mi abuela desde su zona de trabajo, donde estaban las telas y su sillón. Me levanto del mueble de la sala y voy—Creo que te falto el azul rey y el vinotinto, tal vez a Rous se le olvido pasártela. ¿Podrías ir a buscar las dos telas que faltaron?—Asiento con la cabeza— Llévate tu chaqueta —Sugiere —parece que va a seguir lloviendo igual que ayer

Voy a mi habitación, cojo mi chaqueta y salgo de la casa. Llego a la sedería y veo que hay varias personas adelante de mí, así que me toca esperar.

—El siguiente—Dice Rous. Ya era mi turno así que pase. Ella me ve y sonríe—Ryan—Pronuncia mi nombre con alegría. Le paso una nota con los colores que faltaron, ella los lee y los busca—Acá tienes, dile a tu abuela que me disculpe—Sonríe y al instante se siente una fuerte brisa que indicaba lluvia—Parece que va a llover— Asiento con la cabeza, me volteo y comienzo a correr de camino a casa antes de que comience a llover

De camino a casa empieza a lloviznar, y la brisa se hace más fuerte. Solo faltaban dos cuadras para que llegara a casa, cuando de pronto comienza a llover más fuerte y la brisa levanta las telas. Haciendo que las telas me cubran la cara por completo. Me quito la tela del rostro y veo una silueta casi ya encima de mí por lo rápido que iba en medio de la lluvia. Escucho gritar a una chica en patines luego de intentar esquivarme y caer al suelo.

La Vida de la Ironía  [#Wattys2016]  [#WorldInfinity]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora