Solía sentarme aquí, en este parque, en esta misma banca, donde podía disfrutar las pequeñas cosas a Mi alrededor.
Era un día cualquiera, mis padres me habían hecho regresar a la cuidad después de unas largas vacaciones en el rancho de la familia. Iba caminando por la acera, pensando en un sin fin de cosas que podía hacer en el campo y el la cuidad No. El clima parecía favorable para una cuidad que casi siempre esta cubierta por contaminación y el frío intenso; aunque preferiría el frío que el calor. Había ido a comprar un café, pase por el parque Wilson, No muy lejos de casa, uno de mis lugares favoritos, donde iba a encontrarme con historias de cualquier tipo. Me sentaba a observar a las personas que se encontraban sentadas en las bancas, miraba a los pequeños jugar, correr con sus mas cotas, me recordaba a mi infancia.Mientras yo estaba en el parque, caminando hasta llegar a Mi banca favorita, llego un chico con su mascota, un bonito Pastor Alemán. Apareció como si nada, corriendo en ropa deportiva y tras el su perro. No podía quitarle la vista de encima, me parecía nuevo e intrigante, en ese momento su físico hizo que no dejara de seguirlo con la mirada, no Era como mis amigas imaginaban a su hombre perfecto, siempre lo describían como un hombre fuerte, de rostro hermoso, y con un cuerpo musculoso. Sin embargo jamás me habían atraído los hombres así, y de vez en cuando sólo me parecían atractivos, era todo. El, en cambio me distrajo desde que lo vi, y así pase observándolo por unos minutos. O hasta que un pequeño se tropezó con migo.
- ¿Estas bien pequeño? - le dije Mientras lo levantaba. Luego sin decir mas salió corriendo. Cuando me di cuenta el chico ya no estaba en el mismo lugar. - ¡Ash, Gracias niño! - dije entre dientes mientras volvía a caminar.
Cuando llegue a la banca donde siempre me sentaba, lo volví a encontrar con la mirada, se había detenido y algo buscaba, su mirada preocupada me dio a entender que era algo importante, solo me quede observándolo, de pronto algo brillo en el suelo donde estaba parada y me apresure a recogerlo, Era una placa de esas que van en los collares de los perros, "Clark", el nombre que estaba grabado en la cosilla dorada.
- ¡Lo has encontrado!- sonó detrás de mí una voz que se acercaba. Y rápidamente me gire para ver de quien se trataba. - La placa de Clark.
- Oh, si, ten- fueron las únicas palabras que pudieron salir de mi boca en aquel momento.
-Muchas gracias, creí que ya no la encontraría- dijo soltando una bella sonrisa a la cual respondí con otra pequeña.
-De nada - en ese momento iba a dar un paso para irme cuando su perro salto sobre mí, tirándome al suelo. Y empezando a lamer mi cara.
Él debió haber visto mi cara de miedo y se apresuró a quitarlo de mí. Lo atrajo hacia él y le dijo algo en voz baja, luego el can se sentó. Para cuando eso yo ya me había levantado y estaba por marcharme.
-Espera- dijo tomándome del brazo- ¿estás bien? - me gire a verlo, y pude notar que no era guapo como mis amigas describían a los hombres, no sabia con exactitud que era lo que me había atraído hacia él hace un momento- ¿Estas bien?-repitió sacándome de mis pensamientos.
-Si, yo... debo ir a casa- Dije zafando mi brazo de su agarre. Para luego caminar hacia la calle e ir a casa.
Cuando ya estuve del otro lado de la calle, volví mi vista hacia donde ellos estaban, sin dejar de caminar, pero ahí ya no había nadie.
Seguí caminando, pensando en quién era ese chico. Sin darme cuenta de que enfrente de mi, no muy lejos se encontraba Alis, mi vieja amiga, haciéndome señas y caminando hacia mi.
- ¡Taisa! - grito con una enorme sonrisa- ¿Cuándo es que llegaste? - pregunto abrazándome, o mas bien, asfixiándome.
- Hola Alis, yo... llegue ayer - Dije mirando su oreja que ahora estaba perforada y con una hermosa joya, ella nunca había perforado sus oídos- ¿Qué le has hecho a tus orejas?
- Oh! ¿Te gusta? Mamá insistió en que lo hiciera, deberías ponértelos tu también- Yo no tenia perforadas las orejas, pues la única vez que las tuve los aretes se me perdieron.
- Sabes que no soy muy aficionada a perforar mi cuerpo, y mucho menos a ese dolor, además, los aretes son muy conflictivos para mi. - Dije sin perder la vista de su lóbulo que aun estaba rojo y un poco inflamado.
- Bueno, como sea- dijo poniendo los ojos en blanco- ¿Ya vas a tu casa?
- Si, ya esta atardeciendo- dije mirando mi reloj- ¿A dónde vas tú?
- Por el nuevo collar de Sparqui, a la veterinaria que esta aquí a la vuelta- respondió con un tono casi molesto- Mamá adopto un perro para mi.
- ¡Wow! ¿tú? ¿con un perro?, eso si es una sorpresa- dije burlonamente, pues sabia que ella no convivía bien con los perros, o mas bien todas las mascotas.- Bien, ya me voy. Salúdame a tus padres.- dije dejando escapar una sonrisa por la comisura de mis labios y poniendo los ojos en blanco.
Antes de que pudiera dar un paso, ella me volvió a abrazar con una risa algo rara, para luego susurrarme algo al oído.
- Tengo que contarte algo-luego se separo de mi guiñándome un ojo, hablo normalmente- Bien, hasta luego Tai, salúdame a tus papis también. - dijo para después caminar hacia el lado contrario de mi.
Me quede observando como se iba, tambaleando las caderas y los brazos como solo ella podía hacerlo, desde que tengo memoria. Luego, cuando la perdí de vista entre la gente seguí mi camino a casa. Pensando en que seria eso que me quería decir.
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Amor & Deber.
RomanceEntre el amor y tu deber... ¿Qué elegirías? Taisa es una joven aparentemente normal, su vida va en control hasta que conoce al 'El Chico', no cualquier chico, y tendrá que tomar una decisión entre el amor y su deber.