3

13 1 0
                                    

Llego a casa aún más cansada que antes y más adolorida de la cola por la caída de la escalera que me di en la mañana.
Mi celular empieza a sonar.

- Hola tía Sarah, llegué recién de clases y vengo muerta - le digo mientras me tiro encima del sofá.

- Emma, cariño, no sabes cuanto me alegra de que te haya ido bien, pero necesito que vayas de compra, hoy me toca turno doble en el hospital y necesito unas cuántas cosas para cocinar para mañana.

Es lunes, que más esperaba.

- Bueno, pero agregaré a la lista unas cuantas cosas para mantenerme durante unos días, ya sabes, chocolates, dulces, galletas, y esas cosas - le digo mientras sin levantarme del sofá, me estiro para acerca mi cartera.

- Cómo quieras Emma, pero anda rápido, te mando un mensaje con lo que necesito te quiero, besos y cuidate. - y luego cuelga

Me quedo acostada un rato en el sofá esperando el mensaje.
Tía Sarah... ¿por qué me adoptó después de la muerte de mis papás?
En eso llega el mensaje, tomo mi cartera y me marcho a la tienda.

-------------------------------------------------------------------------------

Llego a la tienda, y cierro con cuidado la puerta de mi auto. Tengo que ir a verme la mano con urgencia.
Tomo el primer carro y pongo mi cartera en el lugar donde se ponen los bebés.

- Bien, empecemos; leche, huevos, fruta fresca, harina, aceite; y lo más importante, lo mío; chocolates, galletas saladas, galletas dulces, dulces y gaseosa.

- Hola niña - esa voz.

- Hola amigo salvavidas - le digo dándome vueltas para esta vez si darle la cara, y poder perderme un poco en sus ojos cielos.
Se vuelve un silencio un tanto incómodo.

- Creo que te vi en clases de Literatura 2, así que seremos compañeros de clases, lo cual, me dará más oportunidad para que no conozcamos y tal vez salgamos.

- Sería buena idea, siempre y cuando, no hablemos a solas, ni te acuestes conmigo ni te enamores de mi - le digo mientras me acompaña caminando al cajero.

- Dios, no me digas que ya te dijeron esas malditas reglas femeninas - me dice mientras se agacha afirmando su cabeza con las manos, marcando sus bellos, duros y firmes bíceps bajo ese poleron de... ¿futbolista? ¿En serio? ¿Cómo no lo vi antes?

- No te frustres, es varias escuela me han pedido ser su novia, pero este bombón, no se conforma con unos bellos y deliciosos bíceps como los tu...yos - digo mientras trato de que llegue ese ejército zombie a comerme viva.

- Wow, creo que la señorita nueva, le encantan mis bíceps, pero te aviso, no son comida, con ellos debo ganar becas para la universidad.

-Me llamo Emma, Emma Collins.

- Me llamo... - me dice mientras lo interrumpo.

- Aaron Scott, el chico de las puertas del baño talladas.

- Un gusto Em - dice mientras estira su mano.

- Créeme que me gustaría darte la mano, pero aún no me la voy a ver y creo que me lesioné - le digo con una mueca de dolor en la cara.

En eso, agarra mi mano y la inspecciona con mucho cuidado, cada detalle.

-Emms, esto se ve raro en realidad, y me estoy empezando a sonrojar.

- Se ve mal Emma, anda al doctor, para descartar fracturas, te lo digo porque he tenido - dice mientras saca algo de su billetera.

- Gracias, mi tía trabaja como enfermera, así que después de las compras, pasaré a ver como me va con la mano.

Cuando llega mi turno de pagar mis cosas, me doy cuenta que él no lleva nada.

- Hey amigo, no llevas nada, si quieres te espero.

-No soy yo la que va apagar, eres tú. Además pasa las cosas rápido, que me tengo que ir a entrenar.
Paso adelante pasando todos los productos que guardé en el carro.

- Tome - dice pasando dinero al cajero - yo invito a la primera compra.
Ni loca.

- No, no y no. Primero, no me voy a dejar llevar por un mundo de machismo. Segundo, después me lo vas a cobrar, y no quiero tener un lazo ni trato contigo. Y tercero, jamás

Dicho eso, paso mi tarjeta por la maquina y veo la boleta salir y me siento una ganadora.

- Gracias de todos modos - meto mis compras al carro, mientras escucho que el vendedor se ríe de Aaron.

- Te ganaron amigo - le dice el vendedor.
-Nunca me ganas Max, es la primera. La segunda, ganaré yo.

Baboso.

Salgo al estacionamiento, le quito la alarma al auto, guardo las compras, y me dirijo al hospital para que me evalúen a mi mano grande, hinchada y morada.

Un poco Perdida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora