Dos pájaros de un tiro... ¡directo a mi sien!

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Vale... vale... esto NO puede estar pasando. Nerea NO me está besando delante de todo el instituto (salvo, quizá, de los estudiosos que se quedan en la biblioteca a la hora del almuerzo; da igual, ya se enterarán). Esto NO es real. Nerea NO es real; ella es un maldito producto de mi imaginación.

Seguro que me despierto pronto de esta pesadilla. Sí... seguro.

Cuando separó sus labios (de mentira; no pueden ser verdaderos, así como el resto de su cuerpo) de los míos, ella me cogió del brazo, pellizcándome un poco de paso (oh, oh... ¡he sentido el pellizco! ¡Esto no es un sueño!), y me condujo al baño. Buena idea Nerea, llevarme al baño después de besarme; dios, como se nota que lleva poco en el mundo real.

- ¿A qué se supone que ha venido eso?- pregunté nada más entrar. Estaba molesta, enfadada y tenía ganas de llorar. ¿Cómo se supone que voy a arreglar esto ahora?

- De nada- respondió ella, con una simpleza pasmosa.

¿De nada? ¿De nada? ¡Cómo si le fuera a dar las gracias por ponerme en evidencia! ¿En qué planeta vive? ¿En el mundo al revés? Esta chica necesita una severa dosis de realidad. Y vaya si se la voy a proporcionar...

Mi puño voló directo a su cara, pero lo esquivó con tanta facilidad que resultó frustrante (hay que tener en cuenta que las peleas nunca han sido mi fuerte; sin embargo, esto es ridículo). Y, mientras intentaba que no le rompiera la nariz, ella encima me sermoneaba:

- Piénsalo bien- se agachó para evitar el impacto-: en las novelas o la tele- se echó a un lado-, estas cosas paranormales- esquivó otra patada; me estaba hartando- suceden por una razón- un golpe consiguió impactar en su flanco derecho, dejándola sin aire; lo festejé internamente. Aún así, para mi eterna desgracia, logró seguir con su discurso; aunque, claro está, su voz sonaba entrecortada-. Mi razón eres tú, Leire Joaristi; debo ayudarte a ser quien eres, quitarte esa máscara. Eso es lo que he estado haciendo todo el día, ¿no?- vale, no sé en qué momento decidí escuchar sus palabras, pero el caso es que ya no la estaba golpeando-. No te voy a decir que no he disfrutado con el beso; porque me ha gustado, y mucho- volvieron mis ganas de hacerla papilla, pero me contuve-. Es solo que lo he hecho por una razón muy concreta: poner celosa a Maitane y que se dé cuenta de sus sentimientos por ti. Y, de paso, te he ayudado a confesar tu secreto al colegio para que no tengáis que ocultar vuestra relación en el futuro; dos pájaros de un tiro.

Entendido, entendido... ¿A quién engaño? ¡Le voy a pegar un tiro a ella! ¿Alguien tiene una pistola? ¿O una espada? ¿Una sartén, tal vez? ¿Algo? ¡Voy a devolverla a su forma de espíritu a golpes!

Normalmente, la frase de "salvada por la campana" se dice cuando terminan las clases ¿no es así? Pues, en este caso particular, el timbre de entrada le salvó la vida a ella. Se fue corriendo a las clases al oír ese sonido que a todos nos parece la llamada del infierno; seguro que Nerea pensaba que era como un coro de ángeles. Si antes odiaba a ese cacharro, ahora le había declarado la guerra.

Cuando salí al pasillo principal, los murmullos no se hicieron esperar. La gente decía toda clase de insultos; admito que algunos eran creativos (no dejaban de ser horribles, pero el punto de originalidad los hacía más llevaderos), pero otros solo se dedicaban a repetir "lesbiana" como si fuera algo malo.

Debí imaginarlo, otra vez; la única prueba de que esta escuela no está en el siglo XV. es la sala de ordenadores del segundo piso. Por lo demás, a lo que a mentalidad se refiere, todos son unos anticuados. La ciudad no se queda atrás; desde que nací, solo he oído hablar de "Marchas del Orgullo" y cosas parecidas por la televisión. La aceptación siempre había estado al otro lado del mar; aquí, solo se dedican a juzgar.

Llegué a clase agotada de esquivar a idiotas y con los oídos pitando por culpa de las estupideces que había escuchado de camino.

Al instante me di cuenta de un detalle: ¡tendría que volver a sentarme con Maitane! ¿Cómo voy a sentarme con ella después de lo que ha visto en el comedor? Seguro que piensa que soy un parasito...

- ¡Leire! ¿Qué haces ahí levantada?- esa era... ¡no puede ser! ¿Me dirige la palabra tras lo ocurrido?- ¡El profesor Aristi se va a mosquear si no te sientas!

Ajá, era la voz de Maitane; no cabía duda. Señalaba al asiento que había al lado del suyo, con mi cuaderno de emergencias (del que voy a transcribir todo lo hecho en clase; una tarea que da asco, lo sé muy bien) encima. Me acerqué tímida; no me lo podía creer.

- ¿Estás segura de qué quieres que me siente aquí? Es la clase de Matemáticas, no necesito leer el libro; solo escuchar- una trola como una casa; solo quería darle una excusa, para que no se sintiera obligada-. Además, así evitarás los exabruptos de esos cerrados de mente.

- No, no, no- negó, moviendo la cabeza hacia ambos lados-, no pienso dejarte sola con los matones; no soy tan estúpida como ellos, que piensan que si el amor no es hetero no merece ser expresado e incluso creen que es motivo de burla. Les haré oídos sordos y ya; es lo único que se merecen esos cabezas huecas.

Mis mejillas estaban a mil grados Celsius. En este momento agradezco ser morena y no pálida como ella o Nerea (que, al parecer, no iba tan desencaminada); el sonrojo es mucho menos notorio.

- ¿Qué?- preguntó Maitane, sacándome de mi embobamiento-. ¿Piensas sentarte o esperas a año nuevo chino?

Durante las tres clases siguientes me solté con ella (no del todo, puesto que no quería que se me escapase que estaba loca por ella; aún así, fue un comienzo prometedor). Hablando, charlando como "amigas", me confesó una cosa.

- ¿Sabes qué?- negué; creo que parecía un perro mojado intentando secarse, pero me da que lo pilló-. Ningún chico me ha interesado nunca, ni los de la tele ni los de los libros.

- ¿Y Ander qué es entonces?- pregunté, extrañada. Ella rió.

- ¿Ander? ¡El solo es mi primo!- respondió entre carcajadas-. Primo segundo, más bien; me pidió un favor con lo del baile, ya que no quería ir solo, y yo acepté. ¿Tan creíble fue?- asentí, muda; de todos los escenarios imaginados por mi extraña mente, este era sin lugar a dudas el más bizarro por goleada-. ¡No me lo creo!- reía tanto que pensé que se iba a atragantar. Al poco, no sé en qué momento exacto, su risa era nuestra; carcajadas brotaban de mi garganta. Hace tanto que no reía así... De repente, Maitane se puso seria-. Nunca me había planteado la otra opción, ¿debería?

Imaginaria (#JustWriteIt #LGBTQ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora