Tres.

269 48 48
                                    

Odio levantarme temprano, pero no queda de otra, tengo que hacerlo. Empezar de vuelta la rutina; no porque yo quiera, sino porque es lo que mi padre quiere, lo que la sociedad quiere. Todos repetimos la mayoría de las cosas en la vida: estudiar, crecer e ir a la Universidad, graduarse, trabajar, tener familia, una casa propia, un buen auto. ¿Por qué no hacer algo diferente? Poco de eso sí lo quería, terminar la secundaria y luego ir a vivir a Boston y poder entrar a Harvard con Jennifer ya que a mí me apasionaba el Derecho y a ella la Medicina.

Los rayos del sol entraban por la ventana, había olvidado cerrar la cortina. Según una aplicación del clima que tengo en el celular ayer me anunciaba que hoy iba a ser un hermoso y caluroso día con 23°c, revisé mi celular y era verdad. Me senté en el borde de la cama y, bostezando, me dispuse ir a ducharme. Al salir del baño empezó a sonar mi despertador, las siete en punto. Me había levantado unos minutos antes. Adopté por vestirme con una remera negra, una camisa azul cuadriculada de mangas largas, un jean negro y mis vans de color bordeaux. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina para desayunar, mi padre ya me esperaba allí. Él vestía un par de botas negras, un jean de color mostaza y un suéter rojo que escondía una camisa blanca. 

—Hola —le saludé al entrar en la cocina.

—Buenos días —contestó—. Ven, siéntate, te preparé tu desayuno.

—Gracias.

Caminé hacia la mesa y me senté frente a él. Empecé a comer. No es un chef profesional pero debo admitir que sus waffles eran sabrosos. Terminé el desayuno y me acordé que no había imprimido el ensayo.

—Ve y busca tus cosas que ya nos vamos —dijo mientras dejaba el diario en la mesa y se levantaba.

—Bien, imprimiré algo primero.

Me levanté y fui lo más rápido que pude a mi habitación, estaba muy desordenada, como la de la mayoría de los adolescentes, pero creo que ya sería tiempo en que la limpie y ordene. Mientras mi computadora encendía al igual que mi impresora, terminaba de poner los libros en la mochila. Para mi suerte el ensayo contaba con tan sólo dos hojas ya que se escuchaban los gritos de mi padre para que baje. Imprimí lo más rápido que pude, apagué la laptop y la impresora mientras le gritaba que enseguida iría. Agarré mi mochila y una campera gris a cierre y con capucha y bajé.

Quince minutos después ya estaba llegando a la escuela ya que no hubo tanto tráfico como otros días. El estacionamiento estaba abarrotado de autos y de estudiantes, varios se reunían en grupos y charlaban o reían, algunos entraban al colegio otros, sin embargo, recién llegaban.

En la sombra de un árbol estaban ellos, Jennifer y Tom hablando y riendo a carajadas. Los padres de Jenn se habían separado cuando ella apenas tenía diez años, supongo que eso le afectó. Su madre está saliendo ahora con otro hombre que, según Jenn, es un «fracasado e idiota humano». Ella se droga, Tom y yo no la juzgamos, yo hago cosas que considero peores, además a veces me drogo con ella. En todas las relaciones en las que estuvo le fue mal, ella me dice que ya no confía en los hombres, pero aun así desea encontrar al indicado algún día. Tom por otro lado tiene novia, llevan saliendo un año. Él desde que nació sufre de Pectus Excavactum que es una deformidad en la caja torácica, es decir, que se caracteriza por pecho hundido en la región del esternón. Eso no le impide hacer las cosas cotidiana que hacemos todos, vive normalmente cómo todos los demás. Sólo que no puede hacer ejercicios o hacer cosas las cuales se agite mucho, ya que sufre además de Estenosis Pulmonar que, científicamente, es una patología cardíaca en la que el flujo de sangre es obstruido a nivel de la válvula pulmonar.

Despedí a mi padre y bajé del auto. Caminé hacia donde se encontraban mientras nos sonreíamos y nos saludábamos desde lejos.

—Hola —les dije cuando llegué junto a ellos.

—Hola —dijeron ambos al unísono.

—¿Qué tal el resto del día de ayer luego de clases? —pregunté mientras nos encaminábamos hacia la entrada del colegio.

—Aburrido y sin sentido —dijo Jennifer—. Tuve la estúpida clase de piano que quiere que tome mi madre —añadió.

—¿Y el tuyo Tom? —pregunté.

—¡Genial! Gema fue a casa y... —un chico que pasaba en skate pasó tan velozmente rozando a Tom que éste paró de hablar por un instante— estuvimos viendo algunas películas. Románticas si es que se lo preguntan, ya saben, a ella no les gustan las de acción.

Jenn y yo compartimos una mirada y esbozamos una sonrisa burlona.

—Yo he dormido toda la tarde, Jenn me despertó por un mensaje de texto y me puse a hacer ése maldito ensayo para la Srta. Mollinz. Luego cené mientras veía investigaciones paranormales por YouTube. —comenté antes de que ellos me preguntaran.

Debo admitir que lo paranormal me fascina, aunque mi tema central de ése manifiesto son los O.V.N.I.S. Cabe aclarar que tengo un poster de Los Expedientes Secretos X en el cual figura un O.V.N.I. sobrevolando una montaña y tiene la frase "I WANT TO BELIEVE".

El timbre sonó, indicando así que entráramos. Las primeras clases fueron aburridas, el profesor de Historia nos volvió a hablar sobre La Segunda Guerra Mundial. Luego del receso de las once menos cuarto continuaba la clase de Comunicaciones. Allí se develaría parte de mi vida, mis pensamientos y sentimientos secretos, ese hecho que me cambió la vida.

Sueños en VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora