Capítulo 3.

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Entré en casa, el lugar estaba completamente vacío y oscuro.

-Lena.- Llamé, pero no recibí ninguna respuesta. Ella seguramente estaría trabajando o tal vez había quedado con su nuevo novio. Encendí las luces y me dirigí a la cocina. Tomé asiento en la mesa y cené. Recogí la cocina y a los pocos minutos la puerta se abrió, mostrando a mi madrastra Lena.- Buenas noches, Lena.- Saludé. Ella no me miró, no hizo ninguna mueca o señal de que me había escuchado, sino que siguió su camino hacia las escaleras.- ¿Lena?.- Hablé de nuevo, obteniendo la misma respuesta de antes, silencio.- Lena, ¿te ocurre algo?.- Pregunté temiéndome lo peor. Ella paró sus pies a mitad de las escaleras y me miró, su mirada era fría, era completamente gélida, justamente lo contrario a su habitual calidez.- ¿Por qué no me contestas?.- Inquirí.

-No te preocupes...por mi.- Articuló, continuando su camino escaleras arriba. Decidí no darle demasiada importancia, seguramente había roto con ese novio, Daryl creo que se llamaba. Apagué todas las luces que había encendido anteriormente y subí las escaleras para ir a mi habitación. Antes de entrar, dirigí mi mirada hacia el dormitorio de Lena, el cual tenía la puerta cerrada y parecía estar a oscuras.

Qué raro...- pensé.

Entré a mi habitación y al poco tiempo de tumbarme en la cama me quedé profundamente dormida debido a las horas de sueño acumuladas por mis pesadillas.

Una persona corría, era una mujer. Se adentraba en los callejones de lo que parecían ser los barrios marginales de la ciudad, mientras un hombre de negro la perseguía. Aquella mujer siguió corriendo hasta que alcanzó un lugar por el que circulaban un montón de personas cuyas ropas mostraban su poca estabilidad económica.

-Que alguien me ayude, por favor.- Gritaba desesperada parando a la gente de la calle. Ellos ni siquiera la miraban, como si ella no estuviera allí, como si fuera invisible.

De pronto, las personas se hicieron sombras, simples sombras que ella podía atravesar fácilmente y que no tenían ningún poder sobre el ser que la perseguía. De repente uno de sus tacones se rompió, provocando que ella se tropezara y cayera. Me exalté al ver que cuando ella alzaba la vista, aquella persona de la que huía ya estaba en frente de ella, mirándola como si fuera un frágil insecto al que podría fácilmente aniquilar si quisiera. El individuo vestido con unas extrañas ropas negras se agachó y agarró su pelo, haciendo que levantara su cabeza para que sus ojos le miraran directamente a la cara. El rostro de la mujer no reflejaba otra emoción que no fuera terror, sus ojos perdían el brillo que siempre tenían, sus labios se curvaban anunciando que iba a llorar.

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2016 ⏰

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