Prólogo.

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Prólogo.


Las gotas de agua caen con rapidez, logro verlas por la pequeña ventana que da a la calle, las escucho golpetear en el techo y son como el ritmo perfecto para el dolor interno que llevo. Ahora estoy empapada de pies a cabeza pero no me importa en lo más mínimo. El frío hace tiritar mi cuerpo, pero la tristeza me mantiene en pie.

Por mis mejillas las lágrimas se derraman sin que las detenga, sólo las quito con el dorso de mi mano y sigo allí parada, observándolo sin poder decir un palabra, sin poder verlo a los ojos, sin poder sostener su mano, sin estar acurrucada entre su pecho. Lo veo y no quiero admitir que es la misma persona.

Todos a mí alrededor me miran expectantes y quiero gritarles que se alejen aunque me es imposible. Llevan trajes negros, me molesta verlos. Su apariencia es fría y taciturna, incluso podría llegar a compararlos con zombies. El miedo que provoca toda esta gente en mí, logra que las imágenes se repitan en mi cabeza una y otra y otra vez, recordándome lo que ha pasado y recalcando porque me encuentro hoy aquí.

Le veo inerte reposando en ese cajón color negro, repleto de pequeños adornos dorados y sé que no puedo hacer nada. Ahora más que nunca noto que esto es real. Mis pies están clavados en el duro cemento del suelo, mientras que observo como su piel se ve más pálida, como su cabello está mal peinado, como sus ojos están sellados desde ahora y para siempre. Jamás podre volver a observar con parsimonia la cantidad de tonos verdes que sus orbes poseían, esos mismos que tanta paz traían a mi vida.

Doy dos pasos más. Veo sus facciones con más detalle, su boca es una línea delgada; recuerdo su sonrisa y parece que el mundo pierde equilibrio. Lleva puesto un traje, es uno de sus favoritos, pese a esto le hace falta su estilo característico. Se ve distinto, no es el mismo. Entonces no respondo. Mi cuerpo parece desconectado de toda función cerebral, de pronto el silencio se apodera de la estancia y no comprendo que sucede.

Alguien toma mi brazo, me sacude sin tacto, cual muñeca de trapo. Regreso a la realidad cuando me encuentro con unos ojos pequeños, aún más diminutos por el llanto perdurable, inyectados en sangre y rodeados por las peores ojeras nunca vistas. Ella habla pero yo no comprendo, sólo veo como su boca se mueve. Al parecer está enojada, tiene todo el derecho a estarlo. Aparto la mirada, no proceso lo que pasa, pero alrededor la gente trata de acercarse, la mujer no lo permite.

Su movimiento es más insistente. Incluso podría decir que el dolor que causa en mi antebrazo es bien recibido. Mi cerebro hace un esfuerzo y comprende que ella no quiere verme aquí. Lo entiendo. Yo me desprecio. No podría siquiera concebir que esta mujer no lo hiciera. Doy un paso y luego otro, ella comprende e inmediatamente me suelta.

Estoy cerca de la puerta cuando decido volver la mirada y encontrarme con su figura de nuevo. La última imagen que me quedara de él será la de un cuerpo pálido, sin alma, la de un cuerpo muerto. Esta será la última vez que vea a Harry Styles. 

Dark Green |Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora