𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 2

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M A D E L I N E

Pedalear ya me tenía cansada, en todo el camino me había mantenido viendo la hora en el reloj y calculaba que tanto me faltaba para llegar al refugio basándome por el camino.
Cada vez lo hago más rápido, la oscuridad de la noche me arropa por completo, no hago ni el más mínimo intento por mirar atrás porque se que lo único que voy dejando atrás son robustos pinos que se encontraban en las alturas cortando el cielo con sus puntiagudas puntas.

El sonido de los búhos simplemente se apodera de mi cabeza, había llegado al punto en el cual no sabía si aquel sonido era real o mi cabeza simplemente lo estaba reproduciendo miles de veces como si fuese un eco.
11:30, ya para este tiempo mi plan debía de haber avanzado, Martín tuvo que haber encontrado el cordón en el asiento de su auto. Mi hora límite eran las 8 y ya habían pasado tres horas desde que había salido de casa y había emprendido mi huida.

Suspiro de manera exasperante, ya estaba jadeando por el cansancio y lo único que no me permitía sudar era la brisa que golpeaba mi cara debido a la rapidez con la que seguía pedaleando por el bosque.
Mientras me mantengo en el mismo ritmo pierdo de vista el perímetro y las llantas de mi bicicleta golpean contra la raíz de un árbol obligándome a caerme al suelo junto a mi bicicleta, me levanto casi automáticamente, me sacudo mi ropa, saco la linterna de mi mochila y la enciendo para poder ver con mas claridad todo a mi alrededor. Si, andaba a oscuras, pero había recorrido este mismo camino todos los días por aproximadamente tres meses, la misma cantidad de tiempo que me la pase faltando a la escuela.

Golpeó mi frente al darme cuenta de que no había chocado con cualquier rama, sino con un conejo, y este había quedado totalmente aplastado por el impacto. Nada de mi mochila se había caído para mi buena suerte así que con mi linterna en mano levanto mi bicicleta y me monto para continuar con mi camino, pero esta vez con un poco de luz para ayuda.
No veía la hora de llegar a la caseta, sentía que la hora que me tomaría llegar a ella pasaría más rápido, pero más bien me parecía ahora en la noche una eternidad.

¿Podría estar perdida? ¿En medio de todos estos pinos?
Imposible, conozco este bosque o mejor dicho este camino como la palma de mi mano.

¿Pero no había dejado una pequeña luz encendida en ella ayer en el frente? ¿Por que no la veo?
Aún deben de faltar algunos metros, pero no puedo estar muy lejos.

Espera,

Ya he llegado.

Freno frente a la caseta y miró a mi alrededor antes de sacar las llaves de mi bolsillo, abro la puerta  y me adentro en ella junto con la bicicleta, pues dejarla afuera daría indicio de alguna presencia aquí. Salgo y tomo la luz que había dejado como guía y la apago para luego lanzarla sobre una mesa, cierro la puerta que rechina de horrible manera, pero no podía culparla, la vejez la arropaba hasta con polvo.

Dejo la mochila en la mesa y miro a mi alrededor percatándome de que todo estuviese en orden. Para mi buena suerte no perdi ningun detalle, todo estaba justo como lo había dejado cuando me fui ayer, mi lugar de dormir estaba impecable, pero como si la propia caseta lo llamase, el polvo inundaba el ambiente, todo un poco al mover algunas cosas y aprovecho para pasearme por allí.

La caseta en medio del bosque, parecía ser de un guardabosques, pero de hace muchos años, pues aunque quedasen algunos rastros de presencia humana ya eran muy viejos, los utensilios de cocina incluso tenían diseños pertenecientes a los años 90 o como mucho 80.

—Justo a tiempo querida Madeline —dice Teresa desde la puerta de la cocina. Me volteo hacia ella y esbozo una pequeña sonrisa.
—Así es —respondo mirándole—. ¿Todo como lo planeado?
—Efectivamente —entonces llega Ana por detrás y abraza a Teresa.
—Esperemos que Martin haga todo lo que precisamos, porque de otra manera, este plan, solo va a resultar en un regaño —advierto. Teresa y Ana simplemente se lanzan a reír.
—Tranquila Mad —dice Ana con un tono burlesco acercándome a mi—. Todo esta preparado correctamente, imposible que salga mal.

Decido confiar en su palabra, Teresa parece estar de acuerdo con cada una de sus palabras y para mi es muy importante que ambas estén de acuerdo con lo que dice la otra, pues no soy una persona que pueda asimilar dos opiniones diferentes fácilmente.

Teresa y Ana, eran mis compañeras de esta aventura, éramos amigas desde que tenía 12 años, pues me acompañaron en mis años de huérfana, y trataron de sacarme adelante cuando vivía en la vieja Italia.
Cuando Manuel y Julia tuvieron la amabilidad de adoptarme y mostrarme a Suecia al mudarnos, ellas estuvieron a mi lado en todo momento. Pues si, así como lo oyen, ellas iban donde quiera que yo iba, se fueron de Italia solo para acompañarme, yo misma me sorprendí en el momento en el que ellas me dieron la noticia de que serían mi compañeras de viaje y de la misma forma de vida. Todo lo hacemos juntas.

Me imagino que se estarán preguntando cómo llego Martin a mi vida.
Pues, Manuel y Julia desgraciadamente murieron en un accidente aéreo cuando tenía 13 años, justamente cuando iban de camino al sur de España para un viaje de negocios de esos que siempre hacían, Martín, era el sobrino de Manuel y Julia y tuvo por igual la amabilidad de apelar ante una corte por mi custodia, quedando el como mi tutor legal ya que tenía todos los recursos para darme una buena vida.

Lena llego un poco después cuando había cumplido 15, esta había sido la "fastighetsmäklare" o mejor dicho la agente inmobiliaria que nos enseñó la casa en la cual vivíamos.
Martín el cual con aún 27 años no había encontrado a nadie con quien establecer una relación, decidió que Lena sería una buena acompañante y comenzaron a salir. Siempre me pregunté porqué Martin había elegido un lugar tan remoto para vivir, pues técnicamente podría decirse que vivíamos en medio de un bosque, pero por más que me atreví a preguntar nunca recibí una respuesta por su parte.

Teresa y Ana, ellas se encargaron de ayudarme a crear un plan de independencia pues ya Lena y Martín tenían un año y desde nuestra perspectiva, parecía una relación que no acabaría muy fácil por lo tanto, no podría seguir viviendo con ellos para siempre, tendría que dejarles su espacio tarde o temprano.

Mi relación con Lena nunca fue fructífera, pues ella desconoce del asunto legal que me une a Martín y eso la mantiene en un constante estado de celos, ya que Martín decidió que sería mejor decirle a Lena que era su compañera de vivienda cuando realmente  vivía allí porque él estaba encargado de mi legalmente.
Que me haya acostumbrado a la presencia de Lena no significa que no intente hacer nada buscando que esta se retirara dejándome a mi y a Martín vivir en paz. Desde poner tierra en su pasta dental hasta poner un poco de descolorante en su shampoo.
Pero al final, todo aquello simplemente terminaba afectando de alguna manera a la persona equivocada, pues después de cada una de mis intentos de que esta se fuera de casa siempre era delatada ante Martin por ella misma y todo se iba por el caño, este cobraba cada una de mis faltas, lo cual acabo con mis ahorros, y esto no convenía con mis planes de independencia temprana.

Por lo tanto, decidí detenerme, respiré, medité y Teresa y Ana me sugirieron  detener mis intentos de sacar a Lena de allí para poder lograr ahorrar un poco de dinero que era lo que más necesitaba por el momento antes que sacar a la mujer que Martín amaba de la casa.

—Vamos mujer —dice Ana desde la sala.

Ella era la más extrovertida de las tres, era la dueña de la mayoría de las ideas, y cuando eran muy descabelladas o no tenían ningún sentido, llegaba Teresa para arreglarlo todo, a modo de cumplir todas sus ideas con solo algunos arreglos de estrategia que hacían que estas se volviesen reales en cuestión de segundos, a veces horas y meses.
Pero este, este había sido el plan que más tiempo nos había tomado armar, pero con la confianza que he depositado en Ana, espero que todo salga bien, pues con ella nunca ha sido diferente.

Ana ha sido la encargada de cumplir la idea de Teresa simplemente añadiendo algunas estrategias que podían hacer que estas se cumpliera sin ningún contratiempo, y esta no era más que: "Fingir mi secuestro."

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora