MÁS QUE UN PAR DE OJOS

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Los abro aunque no quiera. Lo veo y aunque cueste creerlo veo su color. No color de piel, ni de ojos, veo el color de su alma.

Mis ojos penetran a la gente más allá de lo visible porque yo no puedo ver su exterior. Cuando trato de verlo veo todo negro, veo sólo una silueta negra que no me dice nada.

Hay gente con colores opacos, que no dejan salir su verdadero ser. Hay gente de colores brillantes, que no esconden nada. Ninguna persona tiene el mismo color que otra. Ambas pueden ser de la misma gama, pero nunca de la misma tonalidad o brillo.

Mi historia comenzó cuando yo aún veía normal. Fue una mañana en que la nieve caía dándole un aspecto mágico a ese bosque en el que desde pequeña vivo.

Eran las seis de la mañana y yo estaba lista para salir a correr, pero mi padre me llamó para darme algo. Me senté, pasaron unos minutos, y él comenzó a contarme:

-Cariño, creo que ya es tiempo de que sepas... -dijo un poco preocupado

-¿Qué pasa papá?

-Nada linda, sólo debo darte esto

-¿Un libro? -dije extrañada

-No es cualquier tipo de libro, es una leyenda de nuestra familia, debes acabarlo antes de tus 15 años y cuando lo termines avísame, debemos hablar.

Rápidamente fui a mi cuarto, ya no quería salir a correr, sólo quería leer. Al llegar a mi habitación, abrí el libro y comencé.

***

"Los ojos que observan almas"

Buenas tardes, soy Eleonor Van Houten y soy la culpable del poder que pronto tendrás.

No sé quién eres, ni que parentesco tenemos, pero sé que eres de mi familia, porque sino no tendrías este libro.

"¿Qué poder?" debes estar pensando, bueno, luego lo sabrás, ahora comenzaré con mi historia.

***

-¡Hilary! ¡A comer! –me interrumpió mi madre.

-¡Ya voy mamá! –respondí y salí corriendo

Al terminar de comer mi segundo plato de ñoquis de remolacha, pedí permiso para irme a leer.

Llegué a mi cuarto y seguí leyendo.

***

26 / 10 /1892

Era temprano. Yo estaba buscando una familia para que me asistiera. Luego de varias horas buscando, divisé una familia pobre, que realmente añoraba el empleo, así que les otorgué el honor de tenerlo.

Su hijo Marcos tenía mi edad, 14 años, y no sé cómo pasó, sólo sé que nos enamoramos.

27/10/1892

Esa mañana, yo iría a pasear en carroza con Marcos hasta que vi llegar en su corcel al caballero más bello. Sus ojos eran celestes y su cabellera rubia le rozaba los hombros. Hipnotizada me olvidé de Marcos y me uní en sagrado matrimonio con Jeremías, mi caballero soñado. Pero Marcos le contó todo a su madre.

***


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