Después de la salida al parque regrese a casa como todos los días, no cambiabamos la rutina.
8:00 hrs.
Kiba se levanta y hace del baño, a veces en la sala, a veces en mi habitación.
Después se acuesta en el sillón, lo rasca un rato y mordisquea el cojín color amarillo que lo acompaña.
-¡Kiba, no hagas eso! Grita mi madre que ya está levantada.
-¡Dulce, ven a limpiar las gracias de tu perro!
-¡Voy! Contesto con los ojos aun cerrados.
Me levanto y si tengo suerte encuentro mis pantuflas peludas que simulan ser las garras de un dinosaurio, a Kiba le encanta esconderlas. Por hoy las encontré.Bajo las escaleras y me encuentro con una maceta rota, producto de que a Kiba le gusta escarbar.
-¡Kiba! ¡Ven acá!
Kiba va con la cabeza agachada y la cola entre las patas.
-Si no quieres levantar sus desastres deberías educarlo, estas de vacaciones, tienes tiempo. Comenta mi mama
-No me opondré a eso. Conteste mientras buscaba en mi celular entrenadores.
-¿Cuanto? Grite exaltada.
-¿Que pasa hija?
-¡El entrenador más barato cobra $750 la hora! ¡No me alcanza!
-Bueno, supongo que tendrás que hacerlo tu, Kiba es un perro inteligente. Solo tenle paciencia.Ese mismo día cuando mi mamá salió al mandado me puse a "educar" a Kiba.
-Kiba, Siéntate.
Kiba solo me miraba y movía la cola
-Kiba, Siéntate. Dije mientras trataba de bajar la parte trasera de su cuerpo. No lo conseguí.
-Kiba, ¡Siéntate!
Kiba me seguía mirando, supongo que parece ser que jamás lo lograré.Estuve intentándolo la siguiente hora, sin éxito.
Me cansé y fui al refrigerador por un trozo de jamón, tenía hambre, no había desayunado.
Kiba se me quedó mirando relamiéndose los bigotes.
-No Kiba, no te voy a dar. Dije con la boca llena.
-Ahora ¡Siéntate!
Mágicamente Kiba obedeció. Me emocione demasiado y lo abraze, Kiba no me hizo caso, simplemente observaba mi jamón con atención.
-Supongo que te lo mereces. Y le di el pedazo de jamón que me sobraba.Entonces lo comprendí, los perros reaccionan a estímulos.
Su mente dice, si hago lo que el humano quiere recibiré una recompensa, o al menos eso pienso yo que piensan los perros.
Así que corrí al refrigerador y tome la bolsa de jamón que mi madre había traído ayer.-Esta bien Kiba, Si quieres el jamón, ¡Siéntate! Dije mientras mostraba un pedazo de jamón frente a él.
Kiba obedeció. ¡Funciona!
Estuve ordenando que se sentara hasta que solo quedó una rebanada de jamón.-Ya llegué. Grito mi madre mientras abría la puerta.
-Mamá, tengo dos noticias, una buena y una mala. ¿Cual te digo primero?
-La mala. Dice suspirando.
-Ya no hay jamón.
-Lo compre ayer, no pudiste esperar el desayuno?
-No me lo comí yo. Dije mientras miraba a Kiba que se relamía los bigotes.
-Esta bien. ¿Cual es la buena?.
-Kiba aprendió a sentarse.
-¿A ver?
Tome la última rebanada de jamón y le ordene a Kiba que se sentara.
Kiba se sienta.
-¡Genial! ¡Es maravilloso Kiba! Dice mi madre entusiasmada mientras lo abraza.Kiba le devuelve el afecto.Ya tenía la clave, ahora debía ponerla en práctica; Salí a la tienda y compre premios para perro, eran una especie de trozos de carne deshidratado.
Cuando llegue a casa, busqué en internet como adiestrar un perro.Poco a poco Kiba aprendió a obedecerme y algunos trucos.
Por una semana no se escuchaba otra palabra que no fuera:
-Kiba, Siéntate.
-Kiba, acuéstate.
-La pata Kiba.La siguiente semana Kiba aprendía donde debe ir al baño, la hora de su paseo, la hora de comer y la hora de su cepillado.
Después de un mes Kiba ya era un perro totalmente diferente, pasó de ser el cachorro destructor a un perro tierno y educado, ahora había crecido y su pelaje café oscuro se había puesto hermoso.En cuanto a mi, también había cambiado tanto física como psicológicamente.
Pase de ser la deprimida Dulce de cabello corto a la feliz Dulce de cabello largo color castaño oscuro, claro sigo siendo bajita y delgada, pero no importaba, ahora soy feliz.Llegó el domingo, día en que me encontraba a Yael en el parque, todos los domingos trataba de evitarlo, esta vez no me moleste.
-Kiba, trae la pelota. Dije mientras lanzaba su pelota.
-¡Hola Dulce! Llegó Yael, como imaginaba.
-Hola.
-¿Paseas los domingos también? Vaya, parece que no cambias la rutina.
-Si cambie la rutina, yo saco a mi perro a pasear todos los días, tu solo los domingos.
Anahi entendió la indirecta.
-¿A quién llamas perra? Gritó mientras se acercaba a mi.
En ese momento Kiba llegó corriendo y soltó un gruñido y un ladrido fuerte.
-¡Es tu culpa Yael! Le grito sin razón.
-¿Porque la mía? Contestó Yael
-Por que solo salimos los domingos y siempre aquí.
-¡Si no te gusta, hay más hombres!
-¡Bien!
Yael término a su novia justo en frente de mí, me sentia incomoda.
-Bueno, me tengo que ir. Vamos Kiba.Llegue a mi casa, incómoda, pero de alguna manera aliviada.
Descubri algo.
Mi perro me defendió de la perra de mi ex novio, si eso no es amor, ¿Que es?
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Hasta Que La Muerte Nos Separe.
Teen Fiction¿Crees en el amor de verdad? Dulce, una joven de 22 años no, o al menos eso creia. Todo cambia cuando algo llega a su vida cuando más lo necesitaba.