Capítulo 2: Aprendiendo Modales.

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Después de la salida al parque regrese a casa como todos los días, no cambiabamos la rutina.
8:00 hrs.
Kiba se levanta y hace del baño, a veces en la sala, a veces en mi habitación.
Después se acuesta en el sillón, lo rasca un rato y mordisquea el cojín color amarillo que lo acompaña.
-¡Kiba, no hagas eso! Grita mi madre que ya está levantada.
-¡Dulce, ven a limpiar las gracias de tu perro!
-¡Voy! Contesto con los ojos aun cerrados.
Me levanto y si tengo suerte encuentro mis pantuflas peludas que simulan ser las garras de un dinosaurio, a Kiba le encanta esconderlas. Por hoy las encontré.

Bajo las escaleras y me encuentro con una maceta rota, producto de que a Kiba le gusta escarbar.
-¡Kiba! ¡Ven acá!
Kiba va con la cabeza agachada y la cola entre las patas.
-Si no quieres levantar sus desastres deberías educarlo, estas de vacaciones, tienes tiempo. Comenta mi mama
-No me opondré a eso. Conteste mientras buscaba en mi celular entrenadores.
-¿Cuanto? Grite exaltada.
-¿Que pasa hija?
-¡El entrenador más barato cobra $750 la hora! ¡No me alcanza!
-Bueno, supongo que tendrás que hacerlo tu, Kiba es un perro inteligente. Solo tenle paciencia.

Ese mismo día cuando mi mamá salió al mandado me puse a "educar" a Kiba.
-Kiba, Siéntate.
Kiba solo me miraba y movía la cola
-Kiba, Siéntate. Dije mientras trataba de bajar la parte trasera de su cuerpo. No lo conseguí.
-Kiba, ¡Siéntate!
Kiba me seguía mirando, supongo que parece ser que jamás lo lograré.

Estuve intentándolo la siguiente hora, sin éxito.
Me cansé y fui al refrigerador por un trozo de jamón, tenía hambre, no había desayunado.
Kiba se me quedó mirando relamiéndose los bigotes.
-No Kiba, no te voy a dar. Dije con la boca llena.
-Ahora ¡Siéntate!
Mágicamente Kiba obedeció. Me emocione demasiado y lo abraze, Kiba no me hizo caso, simplemente observaba mi jamón con atención.
-Supongo que te lo mereces. Y le di el pedazo de jamón que me sobraba.

Entonces lo comprendí, los perros reaccionan a estímulos.
Su mente dice, si hago lo que el humano quiere recibiré una recompensa, o al menos eso pienso yo que piensan los perros.
Así que corrí al refrigerador y tome la bolsa de jamón que mi madre había traído ayer.

-Esta bien Kiba, Si quieres el jamón, ¡Siéntate! Dije mientras mostraba un pedazo de jamón frente a él.
Kiba obedeció. ¡Funciona!
Estuve ordenando que se sentara hasta que solo quedó una rebanada de jamón.

-Ya llegué. Grito mi madre mientras abría la puerta.
-Mamá, tengo dos noticias, una buena y una mala. ¿Cual te digo primero?
-La mala. Dice suspirando.
-Ya no hay jamón.
-Lo compre ayer, no pudiste esperar el desayuno?
-No me lo comí yo. Dije mientras miraba a Kiba que se relamía los bigotes.
-Esta bien. ¿Cual es la buena?.
-Kiba aprendió a sentarse.
-¿A ver?
Tome la última rebanada de jamón y le ordene a Kiba que se sentara.
Kiba se sienta.
-¡Genial! ¡Es maravilloso Kiba! Dice mi madre entusiasmada mientras lo abraza.Kiba le devuelve el afecto.

Ya tenía la clave, ahora debía ponerla en práctica; Salí a la tienda y compre premios para perro, eran una especie de trozos de carne deshidratado.
Cuando llegue a casa, busqué en internet como adiestrar un perro.

Poco a poco Kiba aprendió a obedecerme y algunos trucos.
Por una semana no se escuchaba otra palabra que no fuera:
-Kiba, Siéntate.
-Kiba, acuéstate.
-La pata Kiba.

La siguiente semana Kiba aprendía donde debe ir al baño, la hora de su paseo, la hora de comer y la hora de su cepillado.
Después de un mes Kiba ya era un perro totalmente diferente, pasó de ser el cachorro destructor a un perro tierno y educado, ahora había crecido y su pelaje café oscuro se había puesto hermoso.

En cuanto a mi, también había cambiado tanto física como psicológicamente.
Pase de ser la deprimida Dulce de cabello corto a la feliz Dulce de cabello largo color castaño oscuro, claro sigo siendo bajita y delgada, pero no importaba, ahora soy feliz.

Llegó el domingo, día en que me encontraba a Yael en el parque, todos los domingos trataba de evitarlo, esta vez no me moleste.
-Kiba, trae la pelota. Dije mientras lanzaba su pelota.
-¡Hola Dulce! Llegó Yael, como imaginaba.
-Hola.
-¿Paseas los domingos también? Vaya, parece que no cambias la rutina.
-Si cambie la rutina, yo saco a mi perro a pasear todos los días, tu solo los domingos.
Anahi entendió la indirecta.
-¿A quién llamas perra? Gritó mientras se acercaba a mi.
En ese momento Kiba llegó corriendo y soltó un gruñido y un ladrido fuerte.
-¡Es tu culpa Yael! Le grito sin razón.
-¿Porque la mía? Contestó Yael
-Por que solo salimos los domingos y siempre aquí.
-¡Si no te gusta, hay más hombres!
-¡Bien!
Yael término a su novia justo en frente de mí, me sentia incomoda.
-Bueno, me tengo que ir. Vamos Kiba.

Llegue a mi casa, incómoda, pero de alguna manera aliviada.

Descubri algo.
Mi perro me defendió de la perra de mi ex novio, si eso no es amor, ¿Que es?

Hasta Que La Muerte Nos Separe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora