BIENVENIDO A CASA.

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Por la noche.

Estamos en bar de moda de todo Celaya por tal motivo la fila llega como a diez metros, pero Luis, claro; no se hizo esperar.

— ¡Abran paso, abran paso!— grita y empuja a la gente.

La gente se molesta, pero al voltear y ver que es Luis Navarrete, el jugador de las chivas rayadas del Guadalajara, las agresiones cesan y hombres y mujeres por igual corren a pedirle su autógrafo. Mientras tanto, yo aguardo metros atrás y al parecer he logrado pasar desapercibido.

— ¡Es Samuel Landeros! ¡Es Samuel Landeros!

De inmediato un puñado de muchachas se dejan venir hacía a mí rodeándome con sus cámaras y abrumándome con sus palabras, por lo que me dejo tomar fotos, autografío prendas interiores y dejo que besen mi rostro.

Por fin, entre risas, el cadenero nos dirige a nuestra mesa donde ya están todos mis antiguos amigos del fútbol: Gallito, Gullit, Luis Montes, Carlos, William.

—Se los dije— Gallito exclama y se levanta de su asiento para abrazarnos a los dos.

Procedemos a tomar asiento en la mesa llena de botana y alcohol.

— ¿Cómo te ha ido?— pregunta Gullit, mientras llena otro vaso con cerveza.

—Mucho mejor de lo que pensé.

—Me alegra— desliza sobre la mesa el vaso de cerveza—. Tú nunca estuviste hecho para quedarte en México, tú aspirabas a mucho más, nuestro entrenador siempre nos lo decía y mira, no se equivocó. Qué bueno que estés en donde estás, ya muchos quisiéramos codearnos con Messi o con David.

—Son muy buenos— doy un sorbo a mi cerveza—, con todos me he llevado a toda madre.

—Bueno, pues entonces, vamos a brindar por Samuel, por su carrera y por el inicio de algo nuevo.

— ¿Y qué es lo que quiere el seguro social?— grito escandalosamente.

Y todo a una misma voz:

— ¡¡¡SALUD!!!

De pronto, Mario se tambalea por enfrente de nosotros intentando llamar la atención.

Lo último que supe de él,  fue que abandonó el fútbol tras haber perdido la temporada siguiente en la liga de ascenso y al salir de la preparatoria todo su sueño se vio derrumbado. Y sé que me odia por tener lo que él quería, más aún, me odia por haberle roto la cara al pendejo de Eduardo.

A veces imagino mi vida desde una perspectiva diferente, quizás si ella se hubiera quedado a mi lado jamás habría jugado en España, jamás habría conseguido mi puesto como titular en el Barcelona y quizás jamás hubiera estado en la selección mexicana. Tal vez habría hecho todo por complacerla y habría abandonado hasta mi carrera sólo porque Lucia era celosa y no quería que nadie siquiera se me acercara. Sin embargo, trato de verle el lado positivo a las cosas y a mi separación de Lucía. Quizás jamás habríamos tenido un final feliz ella y yo.

—Hola. ¿Me vas a saludar? O ¿ya eres mucha cosa para hablarme?

—Hola Mario. ¿Cómo te va?— contesto indiferente.

—No me quejo. Pero veo que a ti te va muy bien, ¿no es así?...— sus palabras ebrias adquieren un tono más agresivo.

—No me quejo...— le arremedo mientras levanto mi cerveza en el aire—. A tu salud.

Mario se ve demacrado, su barba larga y sucia así como sus ojos  cansados. Ha subido de peso y las arrugas en su piel blanca son evidentes. La edad que se le nota es más de la que realmente tiene.

¿TE AMO HASTA EL FINAL?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora