Una Visita Inesperada

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Despierto en una mañana fría de marzo. Marzo en Celaya; ¡Que recuerdos! Más con el olor a tierra mojada de allá afuera.

El dolor en mi cabeza y ceja, es terrible. Volteo a mi alrededor, estoy en la casa de Luis debido a que una mujer me impidió llegar a mi destino... o... acaso... ¿el verdadero destino tenía ya algo preparado para mí? No lo sé, lo que importa es que estoy vivo y ella, sea quien sea, también lo está.

Salgo del cuarto con sólo un short y camiseta y voy directo al comedor. Carmen me sirve el desayuno. Tomo una cucharada de chilaquiles y la meto en mi boca.

Luis, para pronto, aparece en la puerta de la entrada.

— ¿Ya viste lo que salió en los periódicos?— arroja una avalancha de periódicos sobre la mesa. Todos con la nota de ocho hablando sobre mí. Supongo que esto tuvo más plusvalía debido a que aquella mujer a la que salvé, es la conductora de televisa deportes—. También estás en la televisión— me muestra todos los canales de noticias y deportes. Todos sin faltar uno solo, mencionan el incidente.

—Bueno, pues ¿quién es esa mujer? ¿Cómo se llama?...

—Ella es la más grandiosa y guapa mujer de todo México. Todos los deportistas, desde los tenistas hasta los futbolistas quieren con ella. Es una pena lo que le ocurrió, pero ¡no puede ser que no la conozcas!

—Quizás porque nunca estuve tan conectado con las entrevistas o de quien lo hacía.

—Pues tú muy mal. Y se llama...

—Joven— los dos volteamos— bueno, disculpen, pero— Carmen se encoje de hombros y juguetea con el mandil entre sus manos. Es divertido ver como una señora de su edad se apena tanto—, su ropa ya está lista. ¿Quiere que haga algo más?

—No Carmen. Ya te puedes ir— ordena Luis.

—Con permiso— sale apenada y encogida de hombros.

—Bueno, si Carmen se va, yo también me voy— dejo a un lado mi plato vacío. Tomo mis pantaloncillos, camisa y me visto.

— ¿A dónde vas?

—A mi casa— abrocho mis pantalones.

— ¿Estás seguro? Puedes quedarte aquí si así lo deseas.

—Gracias pero no. Prefiero afrontar todo esto de una buena vez.

—Estoy de acuerdo contigo, pero ahora que te gusta hacerte el famoso y salir en las revistas y periódicos no te vayas a querer hacer más fama arrojándote de un balcón o metiendo un tostador a la bañera— toma— arroja unas llaves a mi mano—, llévate mi moto e intenta no matarte.

—Intentaré no hacerlo.

Con una sonrisa en la cara doy media vuelta y salgo de la casa para abordar la Harley de Luis. Doy gas un par de veces antes de arrancar, luego, acelero velozmente y la moto sale disparada.

El aire golpea mi cara de frente con pequeñas gotas de lluvia. Ahora si siento el frio, más porque mi chamarra la raptó aquella mujer de anoche. No me interesa porque la libertad de sentir esta adrenalina sobre mí, es magnífica, tanto que grito de felicidad. El ruido de la moto es potente y ensordecedor ante los oídos de las personas de mis alrededores. <<Yo quiero una de estas>>.

Repentinamente, ante mis ojos tengo de frente la alameda, el tiempo parece detenerse y retroceder. Volteo a mi derecha y veo la esquina del salón del que salimos aquella noche:

— ¡Corre Lucy!...

Ella no podía con sus tacones y los arrojó a un lado.

—Vale niña, recoge los zapatos...

¿TE AMO HASTA EL FINAL?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora