Capítulo 4

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Estaba en clase. Tenía los nervios a flor de piel, iba a volver a verle. No había podido pensar en otra cosa más que en él, sus ojos, su boca, sus manos, la forma en que dijo mi nombre, en que me miraba...

-Señorita Rodgers, quítese inmediatamente la capucha, no se si a lo largo de su vida se lo habrán dicho, pero es de mala educación cubrirse la cabeza en lugares cubiertos, ni que decir en clase.- la señora McCluskey me sacó de mi bucle de pensamientos sobre Matthew Reed.

-Lo siento- musité mientras la obedecía. Como odiaba a esa vieja amargada. Cuando salí de clase y me dirigía a mi coche, mis piernas temblaban. No sabía que demonios me pasaba, jamás me había comportado así por alguien, tenía que acabar con eso, él no estaba interesado en mí, y yo no debía estarlo en él, así es como había decidido que fueran las cosas y no me iba a echar atrás ahora. Me senté en el coche me miré en el espejo, respiré hondo un par de veces para tranquilizarme y me puse en marcha.

Cuando llegué al gran edificio de Reed Comunications había conseguido relajarme y alejar todo pensamiento de mi actual jefe. Llegué a la tercera planta y la realidad me dio en la cara. Al ver la cara que puso Jessica la Zorra me di cuenta, se me había olvidado que tenía que pasar por casa a cambiarme. Me quedé paralizada en la puerta del ascensor sin saber muy bien si irme a casa y cambiarme o si resignarme y quedarme con mis vaqueros cortos, mi blusa de estampado bohemio y mi chaquetilla de colores, y para mi mala suerte, justo en aquel momento en que mi cerebro estaba a punto de colapsar por una razón realmente estúpida, el señor Reed sale de su despacho. Al principio no se fijó en mi, pero cuando levantó la vista mi me miró y su expresión paso de normal a divertida.

-Señorita Rodgers, la veo muy...colorida.-estaba intentando no reirse.

-Yo... es que... se me hoz tarde en la facultad... lo ...lo siento muchísimo...iré a cambiarme enseguid...

-No se preocupe, no lo tendré en cuenta hoy, pero procure venir más acorde con la empresa mañana, tengo una reunión con algunos socios y hay la empresa tiene una imagen que mantener- dijo esto intentando parecer serio pero no lo conseguía.

-Si, señor.-dije mientras pasaba por su lado como una exhalación y me dirigía hacia Jessica la Zorra que había observado toda la escena con una sonrisa de suficiencia. Gracias al cielo, él se marchó y no volvió a aparecer en toda la tarde. Levaba todo el día pasando al ordenador un montón interminable de cuentas de la empresa que me había dado la Zorra, llevaba tanto tiempo, que empezaron a bailarme todos los números en la pantalla y fue entonces cuando aparté la vista del ordenador y me di cuenta de que afuera ya había anochecido. Eran las 22:00.

-Rodgers yo me voy ya, tu quédate hasta que termines de pasar las cuentas, el señor Reed las necesita digitalizadas para mañana a primera hora.- dijo con suficiencia y acto seguido recogió su bolso y se fue. Ni adiós, ni que te sea leve, nada. Zorra.

Había pasado una hora desde que me quedé sola allí, y ya no podía más, me había tomado un café bien cargado pero ni eso pudo espabilarme. No me di cuenta de que se abrieron las puertas del ascensor cuando ya lo tenía delante.

-¿Qué haces?-dijo con voz curiosa.

-Estoy pasando al ordenador las cuentas de este mes señor-dije un poco sonrojada.

-¿Y Jessica?

-Se fue hace rato, me dijo que yo tenía que quedarme.

-Ella debería ayudarte, no dejar que lo hagas solo tú.-y se marchó a su despacho. Justo cuando terminé de pasar las cuentas las puertas del ascensor se abrieron y apareció una Jessica de muy mal humor. También salió el señor Reed.

-Muy bien Jessica, no habrá otra oportunidad, la próxima vez que te vayas del trabajo sin haber acabado estás despedida, ¿lo has entendido?

-Sí señor, no volverá a ocurrir.-dijo ella sonrojándose.

-Bien pues ponte a ayudar a la señorita Rodgers.

-En realidad acabo de terminar- dije mientras recogía mis cosas.

-En ese caso mañana echaras 3 horas extras no remuneradas, tengas o no tengas trabajo que hacer Jessica.-dijo él fríamente, y yo sonreí para mis adentros.

-Sí señor- dijo ella cabizbaja. 

-Puedes irte- dijo cortante y ella se marchó por donde había venido. Casi me daba pena. Casi.-y tú-dijo esta vez refiriéndose a mi.-vamos, es tarde te llevaré a casa.

-No hace falta señor, he traído mi propio coche y lo necesito para ir a clases mañana- dije y él entrecerró los ojos mirándome.

-Es la segunda vez que me pones escusas para no estar conmigo a solas-dijo acercándose a mí cada vez más- ¿acaso me tiene miedo señorita Rodgers?- me tenía acorralada entre el escritorio y la pared, la verdad era que de cerca parecía aún mas alto y fuerte.

-N-no, yo es que de verdad que necesito el coche señor Reed.-dije y no sabía si debería empezar a tener miedo, pero no lo tenía, todo aquello me estaba poniendo a cien, pero la realidad es que él era mi jefe, amigo de mi madre, y por lo que había oído cuando me había estado informando sobre él era un mujeriego que no se acostaba dos veces seguidas con la misma chica, la verdad que no estaba buscando ese tipo de relación.

-Llamame Matt, ya no estamos en horario laboral.-dijo él mientras me tocaba la mejilla suavemente, con la llena de sus dedos.

-Señor, esto, Matt, tengo que irme, es muy tarde y mañana tengo que ir a clases, hasta mañana- dije mientras lo apartaba bruscamente, cogía mis cosas y me dirigía hacia el ascensor. Él no dijo ni una palabra, se limitó a observarme con gesto de sorpresa y enfado al mismo tiempo. Justo antes de que se cerraran las puertas del ascensor, levanté mi cabeza, que hasta ese momento había mantenido con la vista fija en el suelo, y pude ver como sus ojos impertérritos miraban fijamente los míos.


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⏰ Última actualización: Jun 25, 2016 ⏰

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