|O1| Ruptura

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Eran las diez en punto, ya era hora de que ordenara mis útiles escolares en el morral y me acostará a dormir. Solía ser muy quejumbrosa en las mañanas, por lo que últimamente estaba acostándome temprano.

Bien, mis deberes estaban hechos, mis cuadernos ya estaban en la mochila y yo, ya estaba vestida con mi pijama rosada a rayas lista para irme a la cama deseando tener dulces sueños.

Me metí entre las suaves sábanas y apagué la pequeña lámpara posada en la mesita de noche.

Recosté mi cabeza en la almohada y cerré mis ojos. A los pocos minutos después de intentar caer en sueño profundo, mi teléfono en forma de hamburguesa, comenzó a sonar.

Sin ánimos tiré las sábanas hacía atrás y caminé hacía el aparato que no dejaba de emitir una escalofriante melodía de felicidad...era ¡Extrema! felicidad.

—¿Si? —Bostecé y caminé con el teléfono en la mano hasta mi cama.

—Hola... —saludó con voz apagada.

El hecho de escuchar su voz me producía nervios, aún más cuando llamaba a las diez con quince minutos.

—¡Alonso! —sonreí por inercia y me acomodé en el acolchado volviendo a cubrir mi cuerpo con las sábanas—. No esperaba a que llamaras.

—¿Te desperté? Lo siento...olvidaba tú intento por amanecer de buen humor —emitió una corta risa toda contagiosa.

—Descuida, aún estaba despierta, no acostumbró a dormirme temprano, estoy en procesó—carcajeé.

—Y no ayudo mucho a que te acostumbres ¿verdad?

—No, claro que no —reí distraída y él me acompañó con la suya.

Nos quedamos en silenció, por mi cuenta psicópata; supuse que fueron 6 segundos.

—Aina la verdad...necesitaba hablar con alguién —su tono alegré y vivo, desvaneció.

—¿Sucedió algo? —pregunté con curiosidad y me volteé hasta quedar completamente estirada, mirando las estrellas y lunas luminosas pegadas al techo de mi habitación.

—Es...Danna —guardó silenció.

¡Y aquí vamos de nuevo! ¿Cuándo será el día que entienda de una vez que detesto a esa chica?, ¡Que odio hablar de ella! Al parecer nunca ¿Y porqué? Porque piensa que estoy completamente feliz sobre su relación con ella.

—¿Pelearon? —murmuré sin interés. Siempre era lo mismo, peleaban una noche por teléfono, luego era yo su consejera y al día siguiente volvían a ser la pareja feliz.

Just Friends (Alonso villalpando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora