La fiesta de la democracia. (P2)

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Tras diez minutos corriendo uno detrás del otro el de la coleta frenó de golpe, cosa que pilló por sorpresa a Albert y le hizo frenar tarde haciéndole chocar estrepitosamente y caer al suelo a ambos.
Pablo procuró agarrar bien el móvil y lo metió en el bolsillo del pantalón empujando al naranjito para ponerse de pie.
-Quita, quita, quita.
Repitió el podemita varias veces lo más rápido que pudo hasta que logró incorporarse, al subir, casi se dio de morros con una puerta, nunca la había visto, ni siquiera le sonaba, se giró para mirar a Albert el cual aún seguía en el suelo y parecía masticar algo.
-Albert ¿Que estás...? Bueno, es igual.
Dijo forcejeando con la manilla de la puerta, el naranjito se puso en pie y empezó a golpearla para intentar abrirla, pero Pablo lo paró de una colleja.
-¿Pero eres tonto? Nos van a
pillar.¿Sabes dónde podríamos encontrar las llaves de aquí?
-Ni siquiera sabemos que hay detrás de la puerta.
-Da igual, probaremos llave por llave.
-Claro, quizás acabaremos para cuando haya gobierno, ¿eres tonto Pablo?
El dirigente de podemos se quedó un momento callado pensando en como abrir la puerta, pero aquellas palabras le dieron qué pensar.
-Claro, eso es. Gobierno. Seguro que Mariano o Patxi tienen que tener la llave. Eres un genio pequeña fruta.
Añadió saliendo a correr dejando a Rivera ante la puerta con cara de confusión.
El castrochavista bolivariano entró en la sala de congresos mirando a sus compañeros en los escaños, que, por falta de recursos estaban tratando de entretenerse.
Garzón, Patxi e Íñigo estaban con una baraja de cartas, Rajoy y Soraya se estaban marcando una partidita al monopoly, Echenique, Alberto González y Edu, que había bajado del público, miraban embobados la pantalla de un móvil, quizás viendo alguna película y, Monedero, que había bajado con Edu se había apartado para contar billetes que iba sacando de una bolsa con la bandera de Venezuela.
Su mirada se clavó en los bolsillos de los pantalones de Mariano, nada, parecían tan vacíos como su cabeza, sin embargo, un bulto en los de Patxi le llamaron la atención, una sonrisa divertida cruzó los labios del podemita que iba rezando por que fueran las llaves y no algo más siniestro. Se acercó al grupo de jugadores de manera algo sospechosa, lo que hizo que los tres alzaran la vista para mirarle.
-¿Qué quieres, Pablo?
Preguntó Patxi frunciendo el ceño.
-Nada nada.
Murmuró sentándose a su lado bajo la atenta mirada del diputado, mientras los otros dos aprovechaban para mirar las cartas de su contrincante.
Una vez Patxi se confió, le entró la mano en el bolsillo con la habilidad digna de un ninja y, una vez agarró el manojo de llaves, salió corriendo ante la sorpresa de todos los allí presentes.
-Este muchacho está loco.
Murmuró Garzón mirando la puerta por la que había salido.

Aquí hay gaviota encerrada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora