Despierto con el molesto sonido de la estúpida alarma de un reloj que se encuentra sobre la mesita de noche junto a mi cama, no me doy tiempo ni a verlo y ya lo he tirado contra la pared para que deje de sonar, pero este sigue con su odioso ruido. Descontenta me paro de la cama y me dirijo hacia el, luego lo apago y sonrío triunfante antes de que...
—¡Emma levántate! llegaremos tarde al Aeropuerto—Mamá gritó
—Esa es la idea—pienso.
Bueno, harta de los gritos de mamá, decido salir de mi cuarto, me dirijo hacia el baño, me lavo los dientes y luego me meto a la ducha. Después de quitar toda la espuma de mi cuerpo, salgo. Hoy sería un largo día.
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—¡Emma! Dios...¿por qué tienes que castigarme de esta forma?—gritó mi mejor amiga, Lucy, fuera del auto.—¡Por lo menos manda los números de los chicos a los que ves! ¡Usa preservativo!—
—¡Suerte Emm! ¡No me olvides! ¡di-digo no nos olvides! ¡Escribeme cuando llegues!—Gritó Claud, mi mejor amigo, sin duda es como mi hermano, la unica diferencia es que no tenemos la misma sangre.—¡Te quiero! ¡O-osea te queremos!...—Gritó nuevamente.
—¡Nunca los olvidaré chicos! ¡Los quiero! Suerte...—lo último lo dije para mí, ya que nos habíamos alejado bastante y no alcanzaban a escucharme. Ahora nos dirigíamos al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy.
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—señores del vuelo 274, con destino a Portland, Oregon, por favor abordar, el avión despegara en 20 minutos. —Dijo una voz que lo mas probable sea de una azafata.
—Hijos ya es hora, por favor, pórtense bien, yo se que son buenos niños, cuídense—dijo mamá con la voz quebrada.—recuerden siempre que los quiero y que los estaré esperando aquí, los amo...— nos despedimos de ella con un abrazo y un hasta pronto mamá y abordamos el avión.
Henry y Harry me tomaron ambas manos y sellaron esa imagen con un "¿lista?" Dudé en responder, tenía un nudo en la garganta, asi que me limité a asentir con la cabeza.
Ya arriba del avión y a un paso de despegar comenze a pensar en mi existencia y las causales de todas mis decisiones.
Todo comenzó cuando un joven universitario llamado George conoció a una chica bastante linda llamada Julia, apodada Julls. Ellos iban a la misma universidad, en Washington, y estudiaban distintas carreras, mi padre por las matemáticas y mi madre por el castellano. Ellos al conocerse se enamoraron profundamente, por lo que me cuentan, y decidieron, al momento, estar juntos.
Al tiempo de terminar sus carreras, decidieron irse a vivir juntos y emprender una nueva vida en Nueva York. Allá lograron conseguir un trabajo, cada uno en lo que se había especializado, y lo más importante, eran felices con eso. Pero a esta pareja le faltaba algo y ellos lo sabían, así que decidieron tener un hijo, su primer hijo. Nueve meses y medio aproximadamente ya lo tenían en sus brazos con el nombre de Oliver Dauckins.
Pasó el tiempo, tuvieron a los inesperados gemelos y más tarde a mi, Emma Dauckins. Yo soy una chica bastante alta, cabello castaño oscuro y toque rojizo natural, cabe destacar que tengo el mismo cabello de los gemelos, tal vez un poco mas oscuro, olluelos, tez blanca, ojos café, y con un estilo común, supongo. Ahora mismo me había puesto unos jeans azul claro con pequeños cortes en las rodillas, converse blancas, un poco sucias, lentes de sol que ahora mismo no los tenia puestos ya que estaba en un avión y por ultimo una camiseta blanca a la cintura y una chaqueta de cuero color verde pastel hasta un poco mas arriba de las caderas. Mi madre incentivo a vestirme de la forma que yo creyera conveniente ya que tenía, según ella, un buen gusto.
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Mi Única Regla
Teen FictionEmma Dauckins; aspirante a 15 años de felicidad, decidida a recorrer la adolescencia de la mejor forma posible, sin hallar esa extraña sensación de cosquilleo por sus adentros, o como la gente lo hace llamar, el amor. Pero ¿qué sucedería si de un m...