Papyrus 4 President

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— ¡Gemma, a comer!

— ¡Voy!

Me levanté del sofá y cerré Wattpad para luego apagar el móvil y guardarlo en el bolsillo de mis vaqueros.

— ¿Qué hay hoy para comer? —pregunté a mi padre mientras me sentaba a la mesa junto a él.

—Creo que macarrones... otra vez.

Me encogí de hombros. Mamá entró por la puerta llevando como podía cuatro platos humeantes de macarrones con nata y beicon. En cuanto dejó uno de ellos frente a mí, fui a tomar la bolsa de queso rallado. Pero mi hermana menor se había adelantado y ya la tenía agarrada con su manecita de niña de nueve años. Ambas nos miramos con los ojos entrecerrados y apretamos los dientes. Pegué un tirón, pero ella se mantuvo firme y apretó más los dedos en torno a la bolsa. La pequeña diabla esbozó una sonrisa torcida y, casi sin darme tiempo a reaccionar, cogió su tenedor y comenzó a pincharme los dedos pulgar e índice. Pegué un chillido y me puse a sacudir el brazo, arrastrando así la bolsa de queso. Pegué otro tirón, intentando deshacerme de mi hermana, pero entonces, la bolsa se desgarró y todo el queso cayó directa al interior de la jarra llena de agua.

Mi hermana y yo nos miramos y luego nos volvimos a nuestros padres, que tenían el ceño fruncido.

Esta vez, yo fui más rápida, y antes de que comenzaran a regañarnos, tomé la jarra de agua y la bolsa y dije:

— ¡Ya cambio yo el agua y voy a por más queso!

Salí corriendo hacia la cocina, justo cuando mi madre había empezado a gritarle a la más pequeña de la casa.

Reí cual científico malvado y llegué a la cocina. Encendí la luz, y silbando una canción de esas que mi padre solía ponerme en el coche, vacié la jarra en el fregadero, la enjuagué y la rellené. Tiré la bolsa a la basura y caminé hacia el frigorífico para coger una nueva bolsa de queso.

Entonces, abrí la puerta del electrodoméstico.

En su interior se encontraba un esqueleto vestido, apretujado entre botellas y comida enlatada. Con una sonrisa, me saludó con la mano.

— ¡HOLA, HUMA--!

Cerré la puerta en sus narices y cogí mucho aire.

—Vale, el presidente está en mi nevera... —murmuré.

Aquel era Papyrus, el presidente del país. Había sido escogido por casi todos los humanos tras ser devuelto junto al resto de monstruos a la superficie.

Dejé la jarra en la encimera y volví a abrir. Al instante, el esqueleto pegó un salto, dio una voltereta en el aire y se posicionó enfrente de mí.

— ¡HOLA, HUMANA! —repitió— ¡SOY TU PRESIDENTE EL GRAN PAPYRUS, Y NECE--!

—qUÉ DIANTRES HACÍAS EN MI NEVERA —exclamé.

Él se rascó la barbilla y rió forzadamente.

—BUENO, LE DIJE A SANS QUE ME TRAJERA A TU COCINA, PEEEERO EL POBRE LLEVA MAL ESO DE TELETRANSPORTAR A OTRO QUE NO SEA ÉL... Y ACABÉ EN EL FRIGORÍFICO, HEH.

Parpadeé varias veces.

— ¿Y para qué has venido? —pregunté.

—POR ESTO. —El presidente sacó un mini-móvil de a saber dónde y me mostró la pantalla. Wattpad se encontraba abierto, mostrando las conversaciones de mi perfil. Lo último que había publicado hacía unos diez minutos había sido: "¡Lista para comer los mejores macarrones del mundo!"

—Eh... —Volví a parpadear y miré a Papyrus— ¿Qué se supone que hay que--?

Esta vez, el me cortó poniéndome toda la mano en la boca, haciéndome retroceder.

— ¡¡QUIERO PROBAR ESOS MACARRONES, HUMANA!!

Y bueno, ahí estaba yo tras un rato sentada a la mesa, intentando explicarles a mis padres por qué el presidente estaba de pronto en nuestra casa pidiendo comer macarrones de rodillas.

—Y entonces, abrí el frigorífico, ¡y ahí estaba! —exclamé, señalando al esqueleto con ambas manos. Él asintió frenéticamente.

Mis padres se miraron con expresiones confusas. Mi padre se encogió de hombros, como diciendo: No tengo ni idea de qué está pasando.

Y entonces lo recordé: había dejado la jarra de agua y el queso en la cocina.

¿Y si el presidente fuera...? | UndertaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora