Ella.

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Tomé el libro que parecía  no llevar mucho tiempo aquí, y qué, por su aspecto, diría  que es un diario.
Lo abrí, no tenía nombre, era extraño, curioso quizás, porque uno suele firmar ese tipo de cosas. Yo aún  siento esa típica sensación infantil que me obliga a escribir cuando veo un marcador y una superficie en donde quepa mi nombre. -Sonreí al darme cuenta de mi inmadurez.        

No quise leer nada hasta llegar a mi casa, aunque la tarea de desdeñar mi mirada de aquellas letras, de esas letras tan delicadas y portentosas, resultaba un poco complicado.
Sentí  que alguien se acercaba.
Rápidamente introducí el diario debajo de mi chaqueta.
Miré, pero no parecia que hubiese alguien más en éste sombrío lugar, así que caminé  lo más  rápido posible hasta la salida.

Cruce la calle, iba camino a la floristería  en busca de mi celular, ¡Debía de tener miles de llamadas de Katy! Me va a matar, lo sé, quizás estoy saliendo ahora de mi futuro hogar, el cementerio, ya debería ir adaptandome.

Pero, aunque tuviera mil cosas de qué  preocuparme, no evitaba pensar en el diario, lo tenía  protegido, apretado bajo mi chaqueta para evitar a toda costa que se me deslizara y lo pudiese perder. 

Me preguntaba de quien sería y por qué  razón o bajo que motivos fue a terminar sobre ese lugar. Allí, sobre una lapida.
   
Entré  a la floristería.

Y ahí estaba, otra vez... ese chico.

Por alguna indescriptible  razón su presencia causaba un efecto en mí. Me sentía desigual, diferente. Como si mi vida sería marcada desde hoy con tan sólo haberlo visto.                               

¿Sería eso posible?   

Lo observaba, estaba eligiendo unas     flores, claveles, podría decir, nunca fui  buena distinguiendolas. 
    
Portaba unos desaliñados Jeans, su impoluta camiseta blanca resaltaba patentemente ante aquellos Converse desgastados.                         
Cuando regresé a su rostro quise disimular, pero ya era demasiado tarde. Sus ojos recorrían mi cuerpo como si de un camino se tratase.

-¿Pasa algo?. -Preguntó-

Me quedé callada, enmudecida.
Los nervios se habían apoderado de mí, así que decidí acabar lo que había empezado, me acerqué  al mostrador, que en lugar de ser ocupado por flores, se especializaba en relojes, pulseras y  demás variedades.
- Hola, ¿De casualidad dejé mi celular aquí? -Pregunté, aún intranquila.
-¿Blanco?
Asentí.                   
-Sí, tuve que apagarlo porque estaban llamando demasiado, ¿está bien?.
-No hay problema, ¡Muchas gracias!, hasta luego.      
*Fue lo último que dije antes de salir corriendo de allí .

Tomé  un auto para llegar a mi casa, pensé  que lo mejor seria no llamar a Katy, quería pasar un momento a solas. Llegar a casa, encerrarme e intentar decifrar lo que oculte éste inusitado libro.
Pero... aunque el libro, el diario, o cualquier clase de cosa que sea ésto ocupaba la mayor parte de mi cabeza, yo no dejaba de pensar  en él, ese chico...
¿Quién  es él? ¿Cual será  su nombre? La gran pregunta que no dejará de rondar por mi cabeza hasta tener la respuesta o el camino a ella...

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2016 ⏰

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