Desde la ventana del autobús.

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Todos los días de lunes a viernes me levanto en la madrugada para ir al colegio. Tomo una ducha, me alisto, desayuno y finalmente me encamina a tomar el autobús.

Los autobuses de mi ciudad no son lindos, mucho menos bien cuidados, pero lo que me gusta de ellos es que me puedo perder pensando en cosas sin sentido o todo lo contrario, pensar en cosas que tienen más sentido de lo que me gustaría admitir. Puedo sentarme del lado de la ventana, acomodarme, girar la cabeza...y observar.

Observar el mundo en su estado más puro, observar y sentir la brisa chocando contra mi rostro mientras mis pulmones se llenan y me embriago con aquel olor a humedad que quedó de la noche fría.

Observar la imperfección de aquella humanidad que se dice perfecta. Observar la perfección de aquella naturaleza que el hombre no considera suficiente. Observar y observar hasta darme cuenta que, otra vez, me hallo pensando en lo verdaderamente jodidos que estamos los seres humanos y que, sin embargo, seguimos encerrados en nuestro propio círculo vicioso que llamamos "evolución".

El mundo tiene lugares muy oscuros, y yo tengo la dicha de poder observar un pedacito de esos lugares a través de la ventana de un autobús, mientras que los que están a mi alrededor se vuelven borrosos y me centro en el pequeño mundo que hay en mi cabeza, en mis pensamientos.

Quizá todos necesitamos de una mirada por la ventana de un autobús,  a ver si así abrimos los ojos y observamos la realidad.

Laguna de pensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora