Capítulo Dos

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Miró su casa durante unos minutos, observando cada detalle que esta le brindaba. Busco las llaves dentro de su mochila y camino hacia el living.
Todo estaba silencioso, no se escuchaba ruido alguno, hasta en su propia casa se sentía sola.
Dejo sus cosas en uno de los sofás y camino hacia la cocina. Se preparó algo para almorzar ya que tenia hambre y su estómago rugía.
Saco un plato, jamón, queso y huevos. Hoy no había sido su mejor día aunque nunca los tenia, casi nunca dejaban de molestarla. Se sentía realmente mal emocionalmente así que empezó a llorar. Las lágrimas caian sobre sus mejillas sonrosadas, dejando que estas se deslizaran por su rostro. Con la mano empuñada, restrego su nariz y negó tratando de convencerse a sí misma que no importaba lo que los demás dijeran. Pero sabía que no era así, a ella le importaba y mucho, era la forma en la que la veían y Amy también se veía así a si misma.
Todo lo que tenia entre las manos lo soltó, tirandolo en el fregadero, corrió a su habitación y cerrando la puerta de un fuerte portazo.
Busco satisfacción, fue a su baño y se miró al espejo.

"Inútil"

"¿Por qué no te matas?"

"Nos harías un favor a todos"

Repitió en su mente los comentarios que hacían de ella, paso el bisturí por sus muñecas y abrió viejas heridas viendo como la sangre corría sobre su brazo. Volvio la vista hacia su reflejo, no seguiría viendo lo que acababa de hacer, lo odiaba.
Odiaba sentirse tan miserable al punto de llegar a hacer ese tipo de cosas.
Cerró sus ojos con fuerza y de estos salían lágrimas como si de una cascada se tratasen, se sentía una fracasada.
La única razón por la que seguía con vida, era por su padre. Ambos sufrieron mucho la pérdida de la madre de Amy. Lynhee era la alegría de la casa, sin ella los días ahora eran aburridos y grises, no tenían color.
El melodioso sonido de su risa se esfumaba lentamente, su esencia se iba con los días.
Quería tanto a su padre que no lo dejaría solo por más que ella estuviera sufriendo, lo amaba más que a nadie y era lo único que le quedaba.

-¿Hija? ¿Estas ahí?- Pregunto su padre golpeando la puerta. Le costaba abrir la boca para hablar pero no creía preocuparlo, tomó una bocanada de aire y contesto.
-Si, estoy por ducharme- Rápidamente se quedo callada para que no sonase rota su voz por los sollozos.
-¿Estas bien bebé?-
-Claro pa- Aunque claramente no lo estaba.
Y así como le había dicho a su padre, entro a la ducha. Tal vez sería bueno algo relajante pero sus heridas ardían bajo las gotas de agua. ¿Qué mejor que sufrir? Así se sentía bien consigo misma.

Enredó una toalla alrededor de su cuerpo y desenredo su cabello para después salir del baño con bandas en las muñecas. Su padre sabía lo que ella hacía, un día el y su esposa la habían encontrado en el baño tirada a punto de morirse, se había hecho cortes tan profundos que la pérdida de sangre fue mucha, se estaba desangrando.

*Flashback*

-¡Amy! Princesa, ¿Dónde estas?- La dulce voz de su madre resonó dentro de la casa, pero no obtuvo respuesta.
-Quizás ya este dormida- Contesto su esposo acariciando su brazo. Recién habían llegado de una cena muy importante de la empresa de su madre y habían tenido que dejarla sola.
-Tienes razón, iré a su habitación a ver como esta- Sonrió y se dirigió a la escalera.
La luz de la habitación brillaba, entonces su madre supuso que aun seguía despierta. Entro a la habitación y en esta se filtraba la luz del baño por el marco de la puerta, entro corriendo y vio una escena horrible para toda madre.
Su pequeña se encontraba tirada en el suelo del baño, con un bisturí en mano y al rededor de ella, todo estaba cubierto de un charco de sangre.
Lynhee soltó un grito ahogado.

-¡¿Qué sucede?!- Pregunto Sean al llegar dónde se encontraba su mujer tirada llorando a mares al lado de su hija.
Sean tomó el pulso de Amy y este era muy débil, la tomó en brazos y bajo la escalera corriendo.
Cuando llegaron al auto, Amy se removía incomoda en el asiento, hablaba entre dientes y no se entendía lo que decía. Lynhee lloraba desconsolada y Sean sentía su corazón hecho pedazos al ver a su única hija en ese estado, al borde de la muerte.

*Fin del Flashback*

Salio de la habitación ya cambiada, llevaba puesto un pantalón de pijama, una remera holgada y en sus heridas, tenia colocada gasas para impedir que la sangre manchase su ropa.
Bajo la escalera y al ver a su padre, fue a donde estaba, lo abrazo y le dio un beso en la mejilla para después verlo reír y sentarse junto a él.
-¿Cómo estuvo tu día?- Pregunto Sean mordiendo un trozo de pizza.
Horrible.
-Bien pa- Sonrió. -¿Y el tuyo? ¿Tienes que volver a trabajar?-
-Si, debo volver-
-Oh- Comiendo un trozo de pizza.
-Volveré a las... ¿Once? ¿Esta bien?-
Amy asintió y agachó la cabeza.
Casi nunca lo veía los días de trabajo, se iba más temprano de lo que ella se levantaba, a veces almorzaba en el trabajo y lo veía después a la noche cuando se iba directo a dormir. No había tiempo de estar juntos porque su padre llegaba muy cansado.
Cuando quiso darse cuenta, su padre se había levantado, había besado su frente y se había marchado.
Y otra vez... Sola.
Tomó otra porción de pizza, camino hacia el living y encendió la televisión.

Su mente estaba pérdida, miraba la pantalla pero no sabia que estaba mirando, sentía que el mundo no existía y se sentía bien en ese momento.
Un agudo dolor en la muñeca la hizo volver a la realidad, le sangraba. Corrió al baño, se quitó la gasa y metió todo el brazo debajo del agua helada. Acto seguido cerró los ojos con fuerza, ardía y mucho, las lágrimas salían por sus ojos. Noto que se estaba infectando, tomó alcohol y mucho algodón.
Cada vez que el líquido tocaba las cortaduras, gritaba del dolor pero debía aprender a sufrir para poder ser fuerte.
»No llores, se fuerte estupida« Se decía a sí misma.
Miró al techo y se mordió los labios para que las lágrimas no salieran, pero fue tanta la presión que hizo, que terminó por lastimarselos y soltarlos.
Esto era difícil.

Let Me Die And Go Away. -Im JaeBum-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora