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ADVERTENCIAS: YAOI, UA, Chan, OoC, probablemente no haya lemon (sigo sin decidirlo, pero es lo más probable) ni gran drama, por ello puede que el lector muera de aburrimiento... por otro lado, si piensan que el metalcore es para posers o maricas, no recomiendo leer (aunque se mencionará hasta la siguiente parte).

Disclaymer: Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, pero sí el fic.

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I.-

Tres, dos, uno... nada. El tiempo seguía su curso y la puerta aún no se abría. Bufó con pesadez al ver la hora en el bonito reloj de péndulo de la sala, y no pudo evitar sentir la misma opresión en el pecho que le mortificaba desde hace más de un mes. Desde ese entonces él había dejado de aparecer tras la puerta cada vez que daban las once. Al principio lo atribuyó a que, siendo estudiante de tercer año de licenciatura, sus deberes le demandaban su tiempo para terminarlos en casa de algún compañero, o bien estuviera demasiado cansado como para siquiera atenderle cuando se pasaba por su apartamento. Entendía que la semana de evaluaciones lo tuviera hasta el cuello con exámenes, reportes de laboratorio, prácticas, etc., pero la dichosa semana -a su gusto- ya se había prolongado demasiado. Asimismo recordaba que, debido a lo cercano de sus apartamentos, solía llevarlo y traerlo en el auto cuando tenía el tiempo encima... pero hacía más de un mes que no lo veía siquiera salir de su hogar.

-Parezco novia acosadora -bufó con molestia.

Se quedó algunos minutos más en el sofá más pequeño de la sala, mirando el pasar del tiempo a través del péndulo, a sabiendas que esta noche sería igual a la anterior y la anterior. Cuando se hubo terminado la tacita de té que sostenía desde entonces, la lavó, la puso en su lugar, apagó las luces y se fue a la cama.

"Mu... ¿Qué rayos fue lo que me hiciste?"

Algunas horas de sueño más tarde, sus ojos azules se abrieron a otro nuevo día. Lo primero que hizo fue revisar su celular, esperando encontrar el habitual mensaje de buenos días, pero no hubo nada... de nuevo. Se levantó la cama y comenzó con su aburrida rutina. Una vez ya listo abordó su auto gris, y mientras conducía rumbo a su trabajo, buscaba con la mirada al dueño de sus pensamientos sin encontrarlo. Varios minutos más tarde llegaba al trabajo.

-¡Hey, Shaka! Quita esa cara, que no es el fin del mundo.

Ese saludo provino del ascensor, donde le esperaba su amigo y colega Aioria. Ambos trabajaban en una prestigiada editorial, específicamente en el Departamento de mangashönen. Aunque no llevaban tanto tiempo como sus demás compañeros y superiores, al menos sí era el suficiente para desarrollar una amistad, una que le permitía al otro notar que su amigo seguía agobiado por lo mismo.

-Como sea -le respondió a su amigo con desgano.

-¡Nada de como sea! Alégrate, hombre, que te tengo buenas noticias.

-¿Al fin te mudarás de la casa de Aioros?

-Es mucho mejor. Corrieron a la bruja de Saori.

Eso lo sorprendió un poco. Hasta ahora la aludida era la editora en jefe de esa división, pero a decir verdad era demasiado prepotente, mandona, mimada, y siempre que andaba tras algún hombre terminaba dejándoles a ellos sus deberes.

-¡Vaya! Creí que jamás la sacarían de aquí. Ya era hora.

-Bien, ahora tienes una persona de cabello lila menos de qué preocuparte.

Un aura pesada se dibujó a su alrededor. Apenas había dejado de pensar en Mu, y de buenas a primeras Aioria tenía que ponerle el dedo a la llaga. Como fuera, ahora tenía que dejar el tema de lado, pues si bien era cierto que la destitución de Saori prometía hacer más tranquilo su día, eso no los liberaba de su trabajo.

La otra vida de MuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora