Protégeme .-ADAPTADA.- Capítulo 3.

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Capitulo 3:

La mujer que acababa de sentarse en la silla del escritorio principal alzó la mirada. Los ojos azules recorrieron descarados a Justin. Perfecto dios griego, podría hacer mojar la tanga de cualquier mujer con solo mirarlo. Una musculosa negra, apretada, que dejaba ver los músculos del brazo y daba a imaginar que abdomen tendría… unos pantalones del mismo color, no eran estrechos. Y unas botas militares. La secretaria se movió en su asiento, era un hombre excitante. Lo miró a los ojos, intentando recuperar la compostura. 

- Ho-hola… ¿Lo puedo ayudar en algo?

- Ajá. – dijo con un tono ronco, vacilante. – Quiero hora con la señorita________. Necesito urgentemente que me trate la espalda. La secretaria miró en la agenda.

- Bueno… ¿para cuándo lo quiere?

- Para ahora mismo. – la mujer abrió algo los ojos.

- Oh… creo que esta hora… - recorrió con el dedo la agenda. – Si, está libre.

- Entonces ¿puedo pasar ya? – dijo con una esplendida sonrisa que terminó de aturdir a la secretaria.

- Sí, claro, claro… - dijo hundiendo los ojos en los labios de Justin.

- Gracias. 

Disimuladamente, colocó una micro cámara en la parte posterior de la mesa de la secretaria. Luego se dirigió a la puerta donde ponía ‘espere su turno’. Entró sin avisar, sabiendo que aun era observado por la rubia secretaria. 

- Madre mía. – susurró observando la espalda y trasero de Justin.

_______ no se dio cuenta de que alguien había entrado en la clínica. Y A esa hora no venia prácticamente nadie. Así que se había dispuesto a cambiarse. Justin se encontró en un pasillo, no muy largo. Dedujo que era la primera puerta a la derecha. ‘Dra ________(tu apellido.). Justin entró sin picar a la puerta.

Se encontró con la mujer de antes, Ahora solo en ropa interior. _________ se giró, sobresaltada. Justin no pudo evitar quedarse mirándola. Unas curvas perfectamente hechas para que él pasara la lengua. Pechos firmes enfundados en un sujetador gris, del mismo color que el tanga, que dejaba a la vista unas buenas nalgas. _________ se tapó con su bata de masajista. 

- ¿Se pensaba quedar mirándome todo el día como un baboso? – le espetó_______, cabreada y sonrojadísima. 

Justin se rió. Además con buen carácter. Eso lo exitaba.

________ era buenísima. Al menos con su trabajo, había conseguido que se exitara con tan solo un masaje de espalda. Nunca le había pasado algo así. Justin salió del centro de masajes después de colocar alguna que otra cámara en lugares claves. Fue hacia el café en el que había quedado con Jasmine. Entró y se pidió una cerveza, bien fría. Dejó su chaqueta al lado de la butaca del bar mientras esperaba a la camarera o a que llegara Jasmine, así como él y muchos otros la llamaban en el trabajo. 

- Hola, cielo. – alzó la vista del periódico. Aquella morena despampanante era el centro de miradas ahora. Se sentó frente a él.

- ¿Hace mucho que me esperas? 

- No, diez minutos. – Justin no expresó nada facialmente. Una fría sonrisa. 

- Ok… aquí tienes lo que me dio Snade para ti. – le pasó un maletín – está todo dentro. 

Justin cogió el maletín dando un trago de su caña y lo dejó al lado de su chaqueta.

- ¿Haces algo esta noche? –

Él volvió a dirigir la mirada hacia los penetrantes ojos de Jasmine. Aquellos ojos negrísimos –llenos de lujuria- era una morena natural.

– Creo que me debes más de un favor. ¿Por qué no te pasas por mi casa? 

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