Capitulo 8:
Sintió como los espasmos recorrían su cuerpo, sintió a Justin entre sus piernas. Se inclinó, respirando agitadamente.
- Justin… - gimió. Y él lo deseaba, deseaba que gritara su nombre. La cogió de los muslos apretándola más contra su boca. Ella jadeo de placer. Pero a pesar de todo, aun le quedaba algo de cordura, antes de que pasara lo peor, antes de que el placer la dominara. – No… Justin…
Él se asomó entre sus piernas, relamiéndose los labios. Ella aprovechó ese momento para apartar las piernas y cruzarlas. Justin se sentó a su lado, saboreando hasta el último hilo de flujos de ________ que aún yacían en su boca.
- ¿Qué pasa? – le dijo apartándole el pelo, acariciándole el cuello con los hinchados labios, llenos de la propia lujuria.
_________ no pudo evitar mirar el esbelto torso sin el jersey. Musculado, trabajado… perfecto. Entraban ganas de sobarlo hasta cansarse.
- No… no tengo ganas. – mintió.
Justin arqueó una ceja. Luego se hechó a reir.
- ¿Qué no tienes ganas? – dijo poniéndose en frente de ella - ¿Qué no tienes ganas de echar un buen polvo conmigo?
________ negó con la cabeza.
- Es imposible.
- No, eres creído.
- Si casi, casi te tenía… estabas súper excitada… no puedes decirme que no tienes ganas. – dijo inclinándose para besarla, pero __________ lo rechazó. – Ah… ¿con que esas tenemos?
- ¿No que separabas el trabajo de las relaciones? Pues olvídate de mi ¿si? – dijo ella con arrogancia – te odio, no quiero nada de ti, ni tus besos, y menos tu cuerpo.
- Mentirosa. – dijo Justin sonriendo – me deseas más que a nada.
- No, eso es lo que tú te crees. Te crees que eres el centro de atención, que cualquier mujer se acostaría contigo. Y no es así. Yo no me acostaré contigo, no me gustas. Si quieres echar un polvo te buscas una muñeca hinchable.
- Oh, muñeca… - dijo Justin ahora serio. ¿Por qué las palabras de esa mujer lo afectaban? Nunca había sido así – No tengo por qué comprarme una de esas estupideces cuando tengo a un tercio de la población femenina de Los Ángeles queriendo follar conmigo.
- Entonces cógete a una de esas putas. Pero a mí, déjame.
Justin enfadado por el rechazo, se dirigió a la puerta y se fue de la habitación donde se encontraba _________.
__________ se encogió de piernas rápidamente. Dios mío… no creía lo que Justin acababa de hacer…
Pero le había gustado, mucho. Nunca se había sentido tan excitada. Sentía como la humedad se esparcía más y más. Debía hacer algo… antes de acostarse.
Justin se tumbó en la cama. Se relamió los labios una vez más. Dios mío, sabe tan bien.
Pero _________ no lo había saciado. Al contrario, lo había rechazado. Y a Justin le daba rabia ¿Por qué no quería…? Escuchó algún quejido. Apoyó la oreja contra la pared que daba a la otra habitación, a la de _________.
Gemidos… se está masturbando.
Justin aún se excitó más. Imaginar el esbelto cuerpo de ________ contrayéndose y arqueándose, dándose placer ella misma, era demasiado. ¡Pero no!
Era él quien quería darle placer. ¿Por qué le había dicho que no tenía ganas? Cuando ahora se satisfacía sola… mientras él podría ser el que produjera esos gemidos. Bufó cabreado y orgulloso a la vez.