Capítulo 6

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-Repítemelo de nuevo, a ver si entendí –dijo Olivia una vez más-. ¿Besaste a Kaylee Peterson y te gustó? 

-No, quiero decir, no estuvo mal. No se sintió mal, en absoluto. Quizá solo era el momento –encogió los hombros.

Definitivamente había sido un buen beso, de esos que te dejan con ganas de otro, pero no era ese el centro de la discusión, sino el con quién

-¿Qué te dijo Jason sobre esto? –preguntó y al notar la cara mortificada de Megan, comprendió que esta aún no había hablado con él.

-No le diré nada, ya es bastante raro contártelo a ti. Pero te tengo confianza –le confesó a su compañera de cuarto.

El tema se dio por cerrado pero Megan siguió pensando en aquel beso el resto de la tarde. Habían pasado ya dos días y tanto Kaylee como la morena no se habían atrevido a mencionarlo; sin embargo, Kay mostraba una actitud cambiada e incluso agradable hacia su compañera.

Al llegar la noche, se encontraron en el salón de las luces y con unos cuantos libros que Megan había recopilado de la biblioteca, se dispuso a enseñarle tanto como sabía del francés.

-Je ne sais pas rien –dijo Kaylee entre risas mientras su maestra intentaba preguntarle por cuarta vez los pronombre.

-Tienes que intentarlo, Kay –le suplicó, cansada de no obtener ayuda de su parte-. Sé que es bastante difícil aprenderlo, pero imagínate lo complicado que es enseñarlo.

La muchacha comprendía a la perfección, a ella tampoco le gustaba enseñar. Por suerte para ella, Megan resultó ser una astuta aprendiz en el ajedrez y al cabo de unas sesiones dominaba el juego casi tan bien como ella; incluso le había ganado un par de veces cuando Kaylee se confiaba demasiado de su experiencia.

-Vamos por un helado, ¿si? –coqueteó la estudiante y fue su sonrisa ladeada la misma que convenció a Megan.

-¿A esta hora en dónde vamos a encontrar un helado? –dijo cuando ya era demasiado tarde e iban a la mitad del camino a quien sabe dónde.

-Tú confía en mí –insistió la rubia.

Siguieron un camino de piedras hasta que dieron con la cafetería principal, la amiga de Megan sacó de su bolsa del pantalón un grupo de llaves de las cuales eligió la más pequeña y la insertó en la cerradura de la puerta.

-Listo, vamos a la cocina –anunció.

Que fácil había sido cometer uno de los crímenes más penados en el campus, irrumpir las instalaciones en la noche. La adrenalina recorría las venas de Megan y por primera vez en mucho tiempo, decidió hacer a un lado la idea de lo que pensaría su madre de ella si la viera en ese momento tan de película.

Al llegar a la cocina, Kaylee tuvo que usar otra llave distinta para abrir la gigante puerta blanca de la bodega y cuando esta liberó sus puertas, ambas se encontraron paradas delante de un festín de ingredientes de todo tipo. Megan por su parte se dirigió a la nevera en busca de ese helado prometido y cuando por fin eligió el que más se le antojaba, fue en busca de copas para servirlo.

~~~~~~

Michael recogía sus cosas de la cancha, dispuesto a buscar a Paulina cuando en ese momento, ante sus ojos, llegó Celine y rompió en llanto frente a él. En un intento de tranquilizar a la muchacha, Michael rodeó su cuerpo con el brazo que tenía desocupado y la llevó hasta las gradas para poderse sentar con ella.

Por muchas preguntas que este le hiciera, ella no respondía a ninguna. Gotas de agua salada caían entre sus pechos y el entrenador no podía dejar de admirar el acontecimiento. Si bien Michael Thompson no había aceptado estar enamorado de su alumna hasta el momento, sabía a la perfección que sentía algo inexplicable por ella; más allá de un cariño amigable y aún más del simple deseo banal de tener su cuerpo a disposición. A pesar de que jamás había tenido una relación formal o alguien a quien llamara novia, Celine era la primera chica con la que establecía una relación larga y estable.

RosalettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora