Capítulo 3.

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No importa cuánto quería olvidar, no podía, recordaba como todo sucedió, recordaba porque desperté, porque ya no me encontraba en el único lugar en el que fui realmente feliz, por primera y última vez. Aquel prado, con el más azul de los cielos, y el más verde de los pastos, donde la luz del sol lo iluminaba todo, convirtiéndolo en un cuento de hadas, donde el sufrimiento no existía y a pesar de que estaba sola, no me sentia asi. Era una mentira, por eso fui feliz, por eso estaba en paz conmigo misma, porque todo fue solamente una ilusión, pero era un ilusión que no quería dejar ir.

Las lágrimas no paraban, una tras otra salían de mis ojos recorriendo mi cara, empapando mi rostro, agrupandose en mi barbilla y siguiendo su camino, todas ellas contenian el dolor que se acomulaba dentro de mi y creaba una respiración entrecortada. Ya sabía porque los barrotes estaban ahí, porque se me hacía tan difícil caminar, porque el lugar estaba abandonado y yo me encontraba ahí, sola. Ya sabia quien era. Ya sabia donde estaba. 

Todo era claro, no había nada que hacer, nada que cambiara las cosas, y eso hacía que mi corazón agonizara, que quisiera morir, lo único que necesitaba era que todo llegara a su fin. Melissa Wild era mi nombre, tenía 15 años cuando todo ocurrió, ahora son 17, y estaba en Bright Light  Hospital psiquiátrico, la esquizofrenia era mi condición, pero no fue por eso que me internaron, homicidio múltiple fue la razón.  

Encorvada, escondiendo la cabeza entre las piernas, abrazándome con toda la fuerza que me permitían mis delgados brazos.

-¡¡¡NO FUE MI INTENCIÓN, YO NUNCA QUISE HACERLO, ELLOS SON LOS CULPABLE!!! LAS VOCES SON LAS CULPABLES.- gritaba a todo pulmón, <<no fue mi intención>>  repetía una y otra vez hasta donde me permitieron las fuerzas, pero nadie me escuchó. De verdad lo lamentaba, yo nunca quise ser asi, pero ellos nunca lo entendieron. Ellos nunca quisieron entender.

Pensé que jamás iba a volver, que encerrarme en mi sueño era la solución de escapar de todo el dolor que nunca se alejó. Pensé que me mantendría a salvo y a todos los que me rodeaban, pues desde el incidente yo era una amenaza, los medicamentos no ayudaron, así que se puede decir que no fui la única culpable, recordaba cuando estaba arrodillada en el interminable charco de sangre de mi casa, con el cuchillo en la mano, la sirvienta gritando, el perro ladrando, el sonar de las sirenas de los policías y ambulancias acercándose. Confundida. Sobre todo confundida. No entendía porque mis padres no se movían, Stephen tampoco se movía, sangraban. Yo los había apuñalados hasta que la muerte llegó. Había matado a toda mi familia.

Segundos antes de que la llegara policía, intente suicidarme, era demasiado como para tratar de vivir con eso pero las esposas no me lo permitieron. Huérfana me arrojaron aquí. La imagen de mi familia desangrándose se reproducía en mi cabeza incontables veces. Aquellos ojos pidiendo misericordia de personas que me amaron y que yo ame, me marcaron de por vida o al menos durante dos años. 

Comencé a dar vueltas alrededor de la habitación, levantado el polvo y acumulandolo en mis pies, sentia como los recuerdos tomaron ventaja sobre mi, apoderándose de cada parte de mi y convirtiéndolo en dolor,  a cada inhalación de aire, sentía un agujero negro dentro de  mí, deseaba morir; tropezando una y otra vez con los objetos cubiertos de polvo. Ya no podía ver, las lágrimas nublaron mi vista. Quería retrasar el tiempo hace dos años y hacer las cosa diferentes. Aunque al llegar aquí me di cuenta de muchas cosas que antes había dado por alto.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2016 ⏰

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