Pasó el fin de semana y ya me había dado tiempo de hablar más con Julio, le conté algunas cosas de la universidad, le platique de la cafetería y él prometió que en cuanto saliéramos iríamos juntos. Me confesó que después de todo lo que hemos pasado no soportaría perderme y que fue esa la razón por la que estuvo pagando un seguro. Además también le permitieron a la chica pasar a verme unos minutos. Me seguía negando a conocerla, todavía la seguía viendo como mi posible asesina pero tenía que dejarlo pasar. Hablamos muy poco, me recordó su nombre porque lo había olvidado, tenía un hermano y 19 años. Yo no tenía hermanos, no desde los cinco. La historia de mi hermano menor es algo que jamás había querido contar, ni siquiera estoy seguro de recordar como era.
Me iban a cambiar de habitación el lunes mismo a las ocho de la mañana pero al momento en que el doctor me revisó todos los aspectos básicos que una persona cuerda debería de tener intactos. Llegó a la conclusión que ya me podía dar de alta.
Me quitaron el collarín y cambiaron el yeso de mi codo por una férula y algunas vendas. Me dejaron tomar mis cosas que estaban debajo de la cama y sorprendentemente mi celular tenía batería. Estaba a punto de abrir los mensajes cuando entró el enfermero con una silla de ruedas.
—Buenos días Sr. 'Gómez' ¿Listo para regresar a su casa?— no estaba seguro, ni siquiera sabía el camino de aquí a mi departamento .
— Amm, supongo — me ayudó a subirme a la silla y con una mueca me agaché por mi cazadora y poniendo todo en mis piernas giré a mirar la habitación y luego me aproximé a la salida donde estaba Luna y Julio esperándome para salir por fin de ese martirio. Ella tenía una extraña playera suelta de con imágenes de aguacates y una coleta de caballo, un pantalón deportivo gris, tenis blancos y una cadena de plata; mientras mi padrino se limitaba a una chamarra de felpa verde militar y traje negro debajo. Fui al baño a cambiarme, me puse mi ropa del accidente y olía un poco húmedo pero no había más, al salir Julio se adelantó y desde ese instante hasta el estacionamiento movió la silla y me intentó ayudar a subir al coche de Luna.— ¡Hee! Yo no voy a subir en eso, no seré cómplice de otro atropellamiento— ella solo comenzó a reír mientras mi padrino prendía un cigarrillo y con la mirada me obligaba a subir al carro. Ya podía caminar así que me levanté de la silla y lentamente me acomodé en el asiento delantero, luego cerré la puerta un poco molesto.
ESTÁS LEYENDO
Coffee Wind
RomanceRomán Arellanos es un joven sencillo, estudiante de arte, adicto al cigarrillo y obsesionado con su pasado; su pasatiempo preferido no sólo es meterse en problemas sino también jamás resolverlos. Después de recibir una desgarradora noticia decide al...