Cita

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  — ¿Ya estás listo? — Preguntaba Martín mientras salíamos de mi departamento. 

Yo estaba usando una camisa casual azul marino desabotonada completamente y remangada de ambos brazos, junto con una playera cuello redondo gris debajo; también un pantalón de mezclilla verde militar remangado al final y unos tenis negros nike con suela blanca; además de un reloj negro y mi mariconera con un cuaderno, mi cartera y un par de lápices "por si te aburres no vallas a hacer el ridículo"
  — Estoy listo— Le choqué la mano y después de darme cuenta de que  fue algo ridículo; le dí una cachetadita en la mejilla derecha. Cerré mi puerta y le di las llaves mientras bajaba las escaleras para que Martín le pusiera cerradura.

    Salí del edificio, estaba el atardecer en su esplendor y crucé la calle fijándome muy bien a ambos lados "No me vallan a querer matar de nuevo" pasaron diez minutos antes de que llegara al internet. Martín me regresó mis llaves, quedamos en vernos mañana y yo me asomé para ver si de casualidad estaba Teresa a la vista, pero no la encontré. Entré completamente y no fue hasta que llegué al mostrador cuando la vi. Usaba una playera negra deslavada con una estampa que no reconocí y que le quedaba grande, estaba cansada y despeinada "En serio, ¿no conoces los peines?"
  — Hola tú... ¿Lista?— Me recargué en su vidrio transparente al tiempo que le apagaba el monitor que tenía prendido.
— ¿Para?— Prendió su monitor sin liberar la vista del mismo y siguió moviendo su ratón.
— Pues, para.... ¿salir?—   
  — Hahahaha, ¿ah si? quién te dijo que íbamos a salir, te di el papel y saliste como Ceniciento a buscar a aquella chica supongo—
— No, como crees... O sea si pero no a ella sino algo que ella tenía. El punto es que ya son las seis y media, hora de que cierres ¿No crees?—
— Cierro a las ocho. Se ve que nunca pasas por aquí—
— Cierra más temprano hoy, valgo la pena— Le guiñé el ojo.
  — Mira... ¿Ves allá arriba?— Me señaló algo en el techo con su dedo y cerró un ojo, pensé que estábamos buscando un reloj— ... es tu ego, y yo no salgo con alguien tan 'alto'— 

 Giré a ver el local, completamente vacío... me reí en voz baja y caminé hacia el apagador. Lo apagué... la luz de la computadora iluminaba a Teresa y entonces le dije —Guarda lo que estás haciendo—inmediatamente después caminé de regreso y la desconecté — Te invito lo que quieras que vendan en Coffee Wind y después te ayudo a jalar gente a este triste Café Internet—
  Sonrió levemente y tomó su chamarra de la silla para luego dirijirse hacia mí.

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    Entramos al café, olía a tierra mojada -por la madera húmeda-, leña ( también sonaba la manera en que ésta se quemaba) y canela. Era un ambiente lleno de susurros, choques de tazas y una que otra risa interrumpida por sorbos. La luz era tenue y amarillenta, había varios focos que colgaban de un largo tubo y otros pegados directamente al techo. Por fuera se veía más pequeña que lo que realmente era. Tenía varias pinturas de artistas conocidos y desconocidos.. Las ventanas que estaban por toda la pared de entrada se extendían al lado derecho, había mesas de dos y de cuatro cerca del ventanal y alejadas también, pero no había ninguna a menos de siete pasos de distancia. Tuve razón una vez, y la seguiré teniendo... Una vez adentro te daban ganas de quedarte por siempre.
    Sonaba una canción cuando caminamos entre las mesas, que no cambio sino hasta que nos trajeron nuestras ordenes.

    Había más gente de la que esperaba hubiera, Teresa no se había cambiado especialmente para la ocasión, seguía teniendo el mismo outfit despreocupado, tenía las uñas despintadas y pidió un café latte sin nada más. Yo me pedí un café de olla, no sabía como principiar una plática y el silencio incómodo comenzó por mi.

Coffee WindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora