I. Verano

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1 de agosto, todo el año esperando ese día y no otro, 1 de agosto de 2015... La larga espera durante los duros meses de clases habían terminado y Monte de los Halcones ya me esperaba. Después de pasar un año más sin pena ni gloria por el instituto y totalmente desapercibido mi vida volvería a cobrar sentido y yo tendría nuevamente el papel principal porque ya hacía unos días que ella me estaba esperando en el Monte como sucedía cada verano. Alegría. Amor. Esperanza. Vida. Todas ellas sinónimos de una misma palabra, Alia.

Cargado con mis libros subí al coche y puse rumbo hacia Monte de los Halcones junto a mis padres. Durante las dos horas de viaje tuve mucho tiempo para pensar y repensar, para escribir y rescribir, para leer y releer, pero en realidad lo único que tenía en mi cabeza era a Alia. Tan solo faltaban unos pocos minutos para poder volver a tener entre mis brazos a la persona que más amaba en todo el mundo. Sin embargo, de golpe, mi cabeza se olvidó de Alia por unos instantes y dirigió toda su atención hacia aquel libro negro y descuidado que presidía el pilón de las obras que leería ese verano. No pude resistirme a la tentación y lo cogí. Desconocía completamente como ese libro había llegado hasta allí, seguramente lo tomé por error. Bendito error. Se veía muy maltratado por el paso del tiempo, pero su tapa negra desgastada con aquellas letras doradas le daban un encanto especial. "La Metamorfosis", esas eran las palabras. Sin darme cuenta ya había caído en sus garras, ya era una presa de aquella obra maestra escrita, según decía la portada, por un tal Franz Kafka. Libros... mi segunda pasión después de Alia.

Sin darme cuenta ya habíamos llegado a nuestro destino. "La Metamorfosis" y mi novia de verano me habían hechizado y me hicieron perder por completo la noción del tiempo. En un abrir y cerrar de ojos ya nos encontrábamos en Monte de los Halcones, en un abrir y cerrar de ojos aquella silueta femenina apareció frente a mí. Sonaría muy cutre si dijese que fue un reencuentro de película, pero mentiría si dijera lo contrario. Su larga melena ondeando en el aire, con el sol empezando a desaparecer a sus espaldas. Magia, esto es lo que era Alia en aquel momento, pura magia. Bajé del coche tan rápidamente como me fue posible con tanta mala suerte que tropecé y caí bruscamente al suelo. El reencuentro de película se había terminado. Ella se acercó y me miró riéndose, al menos había logrado arrancarle la primera sonrisa del verano, al fin y al cabo el ridículo no fue tan catastrófico como parecía y tuvo alguna utilidad.

Alia me alargó el brazo y me ayudó a levantarme. Nuestros ojos se encontraron también por primera vez ese verano, frente a frente, cara a cara. Estuvimos unos segundos mirándonos completamente inmóviles, que pocos segundos que estuvimos mirándonos pero que lentamente que pasaron, lo que es capaz de hacer el amor. Rompí esa quietud para abrazarla, estaba deseando con todas mis fuerzas volver a tener ese pequeño cuerpo entre mis brazos, volver a notar el contacto cuerpo a cuerpo, volverme a sentir persona. La abracé. Su cuerpo había sufrido algunos pequeños cambios sin importancia, le habían crecido los pechos, pero lo importante es que ella seguía siendo la misma. Su inconfundible perfume inundó mi cuerpo, no podía imaginarme lo mucho que añoraba esa fragancia. Sus largos cabellos caoba se deslizaron entre mis brazos y su cabeza se apoyó en mi pecho, sin lugar a dudas era ella. El verano, al fin, había comenzado...

Universos de un Mismo Mundo [#VeranoDeÉxtasis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora