La noche de mi castigo toda la pandilla vino a buscarme a la puerta de mi casa. Estaban todos, Julia, Carlos, Juan, Helena, Cristina y, por supuesto, Alia. Mis padres no tuvieron otra opción que levantarme el castigo y permitirme salir con mis amigos ¡Cómo los echaba de menos! Para mi asombro no nos dirigimos hacia el lugar de encuentro de toda la vida, sino que nos fuimos en dirección hacia el río. Llegamos hasta el punto más bajo del pueblo. La noche anterior había estado en el punto más alto de Monte de los Halcones y esa noche me encontraba en el punto más bajo, cuántas vueltas da la vida...
LPP
Aquella era una situación muy extraña, no habíamos vuelto a ir a aquel lugar desde aquellos días de la infancia en los que íbamos al antiguo molino a jugar. No entendía el porqué, al parecer, nos dirigíamos de nuevo hacia aquel vetusto edificio. Me decidí a preguntar.—¿Chicos, se puede saber exactamente por qué nos dirigimos hacia el molino?—todos me miraron extrañados.
—Eros, ¿tú no miras los mensajes del móvil o qué?—respondió Alia, que no lograba escapar de su asombro.
—No he abierto el móvil en todo el día, tenía cosas más importantes que hacer...
—Pues entonces no te quejes—soltó repentinamente Carlos—ya lo verás cuando lleguemos.
No me atreví a volver a abrir la boca hasta que estuvimos frente al majestuoso molino. Ese edificio también había cambiado mucho desde la última vez que estuve allí. Ahora estaba totalmente reformado y hasta parecía moderno.
—¿Alguien me dirá qué hacemos aquí?—no obtuve respuesta alguna.
Cristina llamó al timbre y se abrió la puerta. Apareció una mujer muy alta y rubia y nos preguntó si estábamos buscando a un tal Brais. Toda la pandilla, menos yo, asintió con la cabeza. La mujer nos dejó entrar y nos comentó que Brais nos estaba esperando el el piso de arriba. Subimos las escaleras y nos dirigimos hacia la habitación de ese misterioso sujeto. Subiendo las escaleras pude observar que aquella casa recién reformada contaba con una inmensa biblioteca en su piso superior. Justamente allí es donde se encontraba ese tal Brais.
Nos acercamos hacia aquel individuo. Todos los de la pandilla se saludaron amistosamente con él, no entendía como se podían conocer si yo no había visto nunca aquel chico, ¿de qué lo conocían?
—Eros, él es Brais. Es nuevo en el Monte y, como puedes ver, han reformado el viejo molino y viven en él. Lo conocimos ayer por la mañana cuando estábamos todos reunidos en la Plaza del Ayuntamiento.
Brais era un chico bastante guapo, aunque me cueste reconocerlo. Alto. Fuerte. Ojos verdes. Pelo castaño. El novio perfecto para cualquier chica. La primera impresión que tuve de aquel muchacho no fue para nada buena, pues estaba convencido que era el típico chulo enormemente creído y maleducado. En la primera parte no estaba demasiado desencaminado, en la segunda, sin embargo, estaba completamente equivocado.
Me enamoré al instante de aquella estancia, de aquella majestuosa biblioteca hecha con madera antigua y reluciente, aquello si que era vida, poder vivir entre aquel mar de libros, entre aquel olor a hojas centenarias. Había conocido el paraíso, mi paraíso.
—Eros, Brais y tú estáis hechos de la misma materia extraña, a él también le gusta leer, como habrás podido deducir.—me dijo alguna voz que apenas oí. Aquella voz sonó muy lejana en mi universo, pues mi cabeza ya estaba perdida y sumergida en aquel mar de letras y cultura, en aquel mar de mil y una historias. Mi ojos, sin embargo, se quedaron fijados observando la figura de aquél impresionante e interesante chico. Mi corazón estaba librando su particular batallaa con la mente, a ver quien podía más, a ver quien conseguía ir más rápido, a ver quien lograba alcanzar su objetivo antes. Amor o libros, uno de estos sería mi destino.
Brais y yo nos saludamos con un pequeño gesto con la cabeza. Ni una palabra. Ni un suspiro. Admiración, profunda admiración.
Puedo afirmar que aquella fue una de las mejores noches de mi vida, si es que puede llamársele vida 15 tristes años de existencia. Le pedí permiso a mi nuevo amigo para quedarme toda la noche en aquella biblioteca devorando libros. No me puso ningún impedimento. La pandilla al completo, a excepción de Brais, se fue de nuevo hacia al pueblo. Que poca sensibilidad tenían, miles de años de historia en sus frentes y ni un solo atisbo de respeto ni comprensión. La expedición de aquella noche podríamos catalogarla de enorme fracaso, pues llegaron hasta el antiguo molino para irse con lo mismo con que llegaron, incluso se fueron con un miembro de la pandilla menos.
Las horas pasaron volando. Sin darnos cuenta ya era demasiado tarde para volver aquella noche andando solo a casa. Brais me ofreció una cama y no tuve otra opción que aceptar su suculenta oferta. Llame a mis padres para comunicarles la decisión. No pusieron ninguna objeción, al menos no delante de Brais y de sus padres, así que aquella noche me tocaría dormir en casa de aquel recién conocido amigo con el cual compartía el mismo amor y la misma pasión por la lectura. Era un buen comienzo para una relación de amistad y más siendo únicamente una amistad pasajera de verano. Una simple amistad de un simple verano.
Los padres de Brais nos prohibieron seguir leyendo, menudo delito, y nos obligaron a ir a la cama. Seguí a mi amigo, yo no tenía ni idea de donde teníamos que ir. Atravesamos un estrecho y muy oscuro pasillo que, según pude descubrir, separaba la biblioteca de la habitación de Brais y de la habitación de invitados. Sin pedir nada él me prestó unos pantalones de deporte que cumplieron a la perfección la función de pijama. Me dispuse a salir de la habitación de mi nuevo amigo y me dirigí hacia la contigua habitación de invitados. Antes de atravesar la puerta una voz detrás de mi me detuvo. Era Brais. Por primera vez pude oír su voz.
—Eros, ¿se puede saber dónde vas?
—A la habitación de invitados, pero si lo prefieres puedo dormir en el sofá.
—¿Bromeas? Tú te quedas en esta habitación conmigo, que para algo hay dos camas en esta bonita, amplia y perfecta habitación. Además, estoy yo en ella, ¿qué más quieres?
—Muchas gracias, Brais. Pero de verdad, no es necesario, no quiero molestar ni ser un estorbo.
—Venga, calla ya y estírate en esa cama, yo dormiré en la otra.
No tuve otra opción que aceptar, por segunda vez aquel día, una oferta de Brais. Al parecer aquella noche dormiríamos juntos en la misma habitación, cama con cama, separados tan solo por unos pocos metros. Brais apagó la luz. Dormí profundamente.
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Universos de un Mismo Mundo [#VeranoDeÉxtasis]
Short StoryÉste no será un verano como los de siempre para Alia y Eros, la irrupción de una tercera persona, Brais, hará que la tranquilidad y la paz desaparezcan en Monte de los Halcones. Amor, traición y engaño son los principales ingredientes de este apasio...