CAP 1

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 Ángel Paterson, uno más del montón, de unos 30 años de edad, una belleza normal, piel bronceada, cabellera abundante, rostro serio, y ojos negros, su carácter no era para nada normal, desagradable, descortés, inmaduro, insensato,  bueno su carácter era   inigualable, fue soldado en el ejercito, eso aportó mucho. Sólo pensaba en trabajo y en él mismo.  Vivía sólo en un pequeño departamento, perfecto para cada encuentro con sus amigos Erick, Juan, David y Connor.

Ángel se levantó temprano, pues era hora de salir a correr, a pesar de que su rodilla estaba un poco afectada desde la caída, se vistió con pantalones y zapatos  deportivos, t-shirt, y una gorra de su equipo de baseball favorito, mientras bostezaba y se estiraba abrió la puerta y se encontró con su vecina Carol.

-Hola vecino, ¿Cómo amanece?- Dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja

Ángel levantó los ojos con desagrado, ella le caía de la patada, era alta, peli roja, esbelta, la más hermosa de la cuadra, pero simplemente Ángel no soportaba su voz chillona y su falso interés, sólo para ir a chismosear con sus amigas.

- Hola Carol, déjeme decirle que no tengo suficiente tiempo para sus bobadas, debo ir a correr.

-Pero déjeme y lo acompaño.....  -Ángel no encontraba qué hacer, ¿Cómo hacía para mantenerla lejos? una idea magistral vino a su mente.

- Claro Carol, puede acompañarme, sólo le advierto que tengo un severo problema, digamos que una pequeñita enfermedad contagiosa, solo espero que con su grata  compañía me mejore-  una pequeña sonrisa malvada salió de él mientras miraba la reacción esquizofrénica de su acompañante, ella era una hipocondríaca de primera.

-¿Sabe qué? mejor lo dejo, hay que evitar enfermedades, y creo que una caminata sólo no le hará daño

Ángel no se quedó quieto y estornudó encima de ella, la joven terminó corriendo a su casa, mientras Ángel se reía con esa cara que lo identificaba, cara de seriedad y diversión, simplemente única.

Mientras corría pensaba en todo el trabajo que tenía que hacer, la empresa era su vida, no tenía tiempo para nada sólo él, era un egoísta. De repente se encontró con su mejor amigo Connor.

Connor era músico de una banda,  era todo lo contrario a su amigo, era divertido, amigable,  amoroso, carismático, y amable

-¡Amigo! ¿Cómo estás ? - Dijo entusiasmado 

-Bien, si supieras lo que le hice a la pobre de Carol - Connor hizo una mueca de disgusto 

-No me digas que otra de tus maldades, ¿Qué voy hacer contigo?- Dijo Connor con decepción

-Sabes muy bien que ella es la que difunde toda mi vida en la cuadra, es una chismosa con voz chillona, bien merecido se lo tenía.

Connor mostró cara de tragedia  y de diversión, él sabía perfectamente que dentro de ese corazón de piedra, habitaba un muy buen hombre, fiel y ayudador.  varias veces él lo ayudó a resolver múltiples problemas, le debía mucho a su buen amigo Ángel, eran como hermanos.

- Sabes Ángel encontré a una muy bonita muchacha para presentarte, creo que te caerá super bien- Connor sacó su teléfono muestras hablaba

-NO, NO, NO otra de tus citas locas no. Se te olvidó la última vez, la loca esa que me presentaste, me tiró el refresco en mi traje, ¿sabes todo lo que tuve que hacer para quitar esa mugrosa mancha?

-Quien te mandó a decirle que su vestido te recordaba a tu abuela !!!!- Ángel sonrió y volteó el rostro diciendo:

-Valió la pena, esa noche me reí como loco.- Connor tomó un sorbo de su botella de agua  y luego testeaba en su móvil para después decir:

- Te ruego que trates a esta mejor, mira que es la amiga de mi compañera de Banda

-No te prometo nada, sabes que soy como soy...- Dijo orgulloso Ángel 

-Y por eso te llamamos  el solterón, ninguna mujer te soporta, eres muy grosero.

- Trataré de estar allí no te preocupes, presiento que me voy a divertir  muchísimo.  Ángel miró a su amigo con complicidad y ambos sabían lo que pasaría, de nuevo lo echaría todo a perder.

Ángel fue de camino a su casa, pues ya era hora de ir al trabajo, pero claro primero debía preparar un muy buen desayuno, él pensaba que vivir sólo era una gran ventaja, hacer lo que quieras cuando quieras, para Ángel esto significaba trabajar hasta largas horas en sus proyectos y comer lo que se le antojara, osea comida saludable, detestaba tener que dañar su salud con comida chatarra, aunque más de una vez hacía alguno que otro desarreglo con sus amigos.

Él no se sentía para nada mal por ser soltero, todo lo contrario amaba cantar a gran voz, y sobre todo molestar a sus vecinos cantando opera en la ducha con un cepillo como micrófono, sobre todo amaba escuchar los insultos de el Señor que le quedaba al lado:  "Idiota, cantas horrible"" cállate, te mataré"; eran algunos de sus comentarios.

Ya listo Ángel se puso una ropa para salir del paso, lo que le importaba era dar lo mejor de él en el trabajo, una camisa azul y pantalones de vestir negros estaría más que bien. Al llegar a la empresa siempre era visto como el bicho raro, murmuraban, algunas risitas, y la secretaria de la primera planta botando la baba por él, un día común y corriente.

-¿Cómo estás Mariana ?-ella era una gran amiga de Ángel, él la apreciaba mucho por lo brillante y buena persona que era, los detalles de la belleza física para él eran irrelevantes, pero la joven en ese ultimo aspecto no era muy agraciada

-Muy bien Ángel, te noto muy animado hoy. -lo dijo sarcásticamente mientras se acomodaba sus gigantes gafas.

-Lo que pasa es que no pude terminar el informe para la revista y sabes que odio no dar lo mejor de mi en algo que me apasiona tanto.

- Eres un excelente escritor de reportajes, todo saldrá de maravilla, ya lo verás - Dijo Mariana mirándolo tiernamente

- Me alegra mucho tu apoyo, por cierto tengo una cita esta noche... creo que me divertiré a lo grande.- dijo inclinándose en el escritorio de Mariana

-¡No lo arruines por favor!  ya estoy cansada de que eches a perder la oportunidad de sentar cabeza con alguien- ella se encogió de hombros ya que aunque ella sentía atracción por él, deseaba verlo feliz con ella o con alguna otra.

- Te lo aseguro, todas las chicas que mis amigos me buscan son hermosas, pero sin dos dedos de frente, por eso me gusta jugarles una que otra broma, ninguna tan brillante y atenta como tú. - El se rio y ella lo miró con seriedad.

-No creo que debas hacer eso, sino te gusta sólo dile esto: fue un placer conocerte pero no creo que esto funcione. te despides y punto.

-Lo trataré pero no te aseguro nada- dijo tocándole el hombro a Mariana en señal de despedirse

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