Sirenas y brújulas

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Somos olas, íbamos y veníamos, nos deteníamos al rompernos y cuando estábamos bien volviamos a las andadas.
Sabes, era lindo, tenerle en ese estado de libertad, de te quiero pero puedes irte con mi corazón, sé que vuelves y me lo devuelves con creces.
Nos decimos te quiero como lo solíamos hacer en verano, como si el tiempo entre nosotros fuera a nuestro antojo, porque joder, eras artes en tus palabras y rara me sentía al leerte, tan rara que era bonito y lloraba. También yo lo era, por mi forma de querer decías o algo así dijiste. Porque quiero con lo que digo y soy apasionada, o eso escuche. Dijimos locuras e insensateces, sandeces pero no importaba porque eramos arte y nos queríamos, a nuestra manera, claro esta. Y nos disolviamos y volvíamos. Me perdí y la brújula te indicaba a ti y no al norte.
Todos los caminos llevan a Roma suele decirse, pero yo sólo quería vernos en ruinas, porque tenía un aire más real y trágico.
Depresiva me dijiste, con conocimiento de causa lo hiciste, me querías con espacio, para no dañarme, ¿te importaba más que no me hiciera mal a hacertelo a ti? Puede ser. Solo sé que no quiero decirle nunca más adiós, aunque sea por unas horas, no quiero despedirme de él. Y que nos dijimos tantos te quiero que desgastamos la palabra y la reinventamos cuatro o cinco veces más porque se nos quedaba pequeña.
También eramos una rueda, que giraba y lo hacía en repetición, y te preguntaban y te preguntas, ¿a dónde vas? Pero yo no lo sabía, solo seguía hacía delante porque él estaba delante. Y no sé a donde lleva este camino pero, y eso que importa...

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