Capítulo 1

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Todo el mundo conocía a Pedro. Él era un chico como pocos hay, muy amigo de sus amigos, simpático, inteligente, y aunque no fuera guapísimo, su belleza interior dejaba al resto de los chicos bajo cero. Eso sí, era muy maniático y sus manías hacían que fuera un poco extraño, pero sólo a veces.

Su pelo castaño y corto y sus facciones enamoraban a mi hermana, María, que a veces me molestaba diciéndome que descubriera si tenía novia o si le gustaba alguien. No quería que un chico como él y mi hermana fueran pareja, porque eran como el mar y la arena, su relación podía salir bien, o podía formare un tsunami y que uno ahogara al otro. María decía que era una egoísta, y aunque nunca entendió porque no la quería ayudar, siempre me trató igual, cosa que agradecí.

Pedro era de los más inteligentes, pero a medida que fue conociendo a gente, dejó de estudiar, pero inteligente fue siempre. Esa gente nunca le hizo ningún bien, mas él nunca se dio cuenta, hasta que murió.

Sí, has leído bien, Pedro, el chico bueno, pero con compañías malas, murió. Todo el mundo lloró su muerte, incluso sus amigos que le llevaron a morir. La policía hizo muchas preguntas, pero sólo una se respondió: Pedro había muerto por sobredosis de drogas. Lo que pasó fue que él nunca supo de la existencia de ellas, ya que se encontraban en los seis vasos que tomó en una de sus salidas nocturnas.

Para mí Pedro era un buen amigo, que aunque nunca quedáramos o fuéramos juntos, siempre estaría a mi lado. Su muerte me dolió, pero no derramé ninguna lágrima. No porque no me doliera, sino porque había demasiadas preguntas por responder antes de poder llorar y empezar a gritar como una loca.

Y lo peor era que las preguntas no eran fáciles de responder.

****

En la primera semana de curso nadie pudo decir nada. Las clases se hacían eternas. A mi lado se sentaba Louis, un chico moreno y alto, que era el mejor amigo de Pedro. Ése era el segundo curso que repetía, así que tenía dos años más que yo. Sólo le conocía de esos típicos "me dejas el bolígrafo, ¿por favor?". Había algo en él que no me gustaba, algo que me decía que era peligroso. No pensaba que fuera la edad, ni tampoco el hecho de que fuera su mejor amigo. Era algo que aún no conocía, algo que sólo si hablaba con él podría descubrir. Así que en medio de una clase de mates le pregunté, sin pensarlo dos veces:

-          ¿Sabes quién puso la droga en los vasos de Pedro? -minutos después me di cuenta que había cometido un gran error.

No me respondió, pero me dedicó una mirada nada amigable, cosa que yo tomé como una ofensa, y sin pensarlo (otra vez), le dije:

-          Eres un borde.

El profesor de matemáticas me miró y dijo que cada cosa tenía su tiempo y que hablar con mis "novios" lo podía hacer en cualquier lugar menos en clase de matemáticas. Y fue entonces cuando me di cuenta que cada cosa tardaba su tiempo en asimilarse. Estuve todo el resto de la clase intentando no pensar en el ridículo que había hecho delante de Louis. Le sonreí un par de veces cuando él miraba hacia mí, pero él sólo pudo poner cara de asco. Así que la mejor solución fue que al terminar la clase le pidiera perdón. Y así hice.

-          Oye, Louis... Que lo siento, ¿vale? No te tendría que haber preguntado esto. Entiendo que estés dolido, yo también lo estoy y...

-          Te puedes callar de una vez, Cel.

Y se marchó con sus cosas, dejándome allí plantada. Traté de sonreír, pero sólo pude hacer una mueca e intentar no mostrar mi insatisfacción con su respuesta. Para ser sincera, me esperaba algo más de él.

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