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Era domingo por la noche, y no podía conciliar el sueño.
Mañana tendría mi primer día de trabajo en una de las empresas más grandes de Seoul.

Aún no entiendo como de la nada llego el señor Kim a mi casa y están los señores pidiéndome que firme y que trabaje con ellos.
Ni una entrevista de trabajo me pidieron, nada.

Empiezo a sospechar con que mi padre los soborno o peor aún, ¡amenazo!

Mientras pensaba mis tonterías, me dormí sin darme cuenta.




Empezaba el día y no encontraba mis pantalones.

–¡Papa! ¿Dónde están mis pantalones?–. Le pregunté desde mi habitación algo concertado.

–¡Hijo, no me voy a poner a buscarlos! ¡Busca algo en mi armario!–. Me gritó desde donde sea que esté.

Así de simple era mi padre, ni siquiera para este tipo de ocasión era serio o humilde.

Revise una vez más el reloj que tenía en mi muñeca, vi la hora y abrí los ojos como platos.

Iba cinco minutos tarde, pero en lo que llegaba a la empresa ya serían otros cinco.

Agarre lo primero que vi y me fui corriendo sin siquiera desayunar, ¡la comida más importante del día y ya la había perdido!

Corrí a la parada del autobús, este ya se había ido. Lo vi a una cuadra más de donde estoy ahora.

"Traje de marca que en realidad solo es una copia, prepárate" pensé y empecé a correr tras el bus.

Corría a un lado del bus mientras le gritaba al chofer de este.

–¡Señor! ¡Compasión, voy tarde a mi nuevo trabajo! ¡Chofeeeeeer!–. Grite por último y el bus se paró, yo seguí corriendo como estupido, pare de correr y regrese donde el bus.

–Gracias–. Dije recuperando la respiración.

Subí al bus y me senté el el primer asiento disponible que mis ojos vieron.

Enseguida, un señor bastante gordo se sentó junto conmigo, aplastándome contra la ventana del bus

–S-señor–. Trate de llamar su atención –H-hay al-alguien aquí–. Dije apuntándome a mí mismo, este me miró con disgusto y se movió a un lado.

–Uff~–. Di un suspiro largo –Creí que no saldría de ahí vivo–. Le comente al señor riendo.
Me volvió a ver confundido y se puso sus audífonos.

–Grosero–. Me queje en su cara y bufé indignado.

Veía la ventana, a la vez que veía lo lento que conducía el chofer.

Volví mi mirada a donde estaba el chofer.

–Acelérele chofer, acelérele chofer, que lo viene persiguiendo la mama de su mujer~–. Canté la típica canción Mexicana con algo de humor.

Lo único que recibí fueron miradas de los demás pasajeros viéndome mal.

–Uno no puede ser gracioso aquí, o lo comen vivo–. Bufé y volví mi mirada a la ventana.

El autobús se detuvo, dándome a entender que tenía que bajar aquí.
Salte a el gran señor que tenía de acompañante y me baje apresurado del bus.

Mire el edificio de arriba hacia abajo, de verdad era grande, muchas ventanas y luces complementaban este.

"¡No tienes tiempo para hacer tus escenas de películas, corre!" Me advirtió mi subconsciente y corrí a la entrada.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2016 ⏰

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Cuando Hitler robó el conejo rosa | n.j |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora