ENDSIEG

752 130 50
                                    



5

ENDSIEG

~°~

endsieg. end•sieg m. victoria final

~° ~




El mundo no hablaba de otra cosa. Un periodista alemán había detenido a una banda de mafiosos de hacer tratos con el régimen yihadista.

El escándalo había tocado muy fuerte para el Servicio Secreto Alemán, que había hecho vista gorda al accionar de las mafias que operaban internamente en su país. Dejando al descubierto la corrupción de los mandos altos de la organización, mismos que habían firmado su renuncia y que serían llevados a los tribunales cuanto antes.

Lo único que pocos se preguntaban era: ¿qué había pasado con el dinero que financió tal aberrante acción?

Sólo cuatro personas sabían la respuesta.




London Bridge, Londres, Inglaterra

martes, 05:00 am.

El aire matinal y la brisa proveniente del Támesis hacían que me sintiera con vida. En realidad, últimamente todo hacía que me sintiera con vida. Había sobrevivido a un intento de asesinato a manos de alguien de mi propia familia, así que podía estar endemoniadamente agradecida por seguir con vida. Todo gracias a Sternberg.

—Sabía que serías tú— le sonreí a modo de saludo a penas se posó a mi lado.

—¿Tan predecible soy?— me respondió la sonrisa con suficiencia. Yo sólo atiné a rodar los ojos.

—De hecho me costó un poco deducirlo, tu hermano fue el que me dio una pista, pero tu llamada en la Estación fue lo que te descubrió.

—Los hermanos cuidamos de nuestros hermanos.

—No todos— repliqué con tristeza mientras acariciaba, de manera inconsciente, el lugar donde la bala de Annika me había herido hacía unos días atrás.

Derrik hizo silencio. Ambos miramos hacia el horizonte, donde de a poco el sol iba clareando sobre el río, despertando a la ciudad de Londres a su paso.

—¿Siempre sospechaste de ella?— quise saber.

—Tenía mis dudas, más cuando comenzó a salir con Shrek, pero debía confirmarlo. Tu madre se cabreó conmigo cuando se lo sugerí, así que debí tomar medidas drásticas al respecto.

—Apuesto a que no le agradó mucho ser rehén de tu gente— me burlé pensando en lo rabiosa que debía estar mi madre por eso—. ¿Por fin te hizo dormir en el sillón de la sala?— Él y mamá tenían algo así como un affaire ocasional, aunque sólo Drika, Iris, Cato, Katz y yo lo sabíamos.

Derrik se rió. Su sonrisa me recordaba mucho a la de Fritz. Ambos no se parecían mucho, sólo en rasgos sutiles y la sonrisa era una de ellas. Sentí como mi corazón daba un vuelco involuntario al pensar en mi compañero rubio.

—Bueno, todo pudo haber sido peor— soltó con un suspiro triste.

—Tu hermano fue muy valiente. Ahora la deuda de las Kriemhild debe estar saldada— intenté bromear con él.

Que parezca un accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora