Capítulo cinco.

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La sed empezaba a ser insoportable, sentía que mi garganta se derretía como si hubiera bebido oro fundido. Mis lagrimales y mi cuerpo se encontraban secos después de tanto tiempo de haberme quitado sangre con mis propias uñas y dientes para intentar calmar las ansias.

Después de todo es líquido, ¿No? - Pregunté al aire con mi voz rota. - Se supone que calmaría la sed.

A pesar de haberme hecho sangrar hasta quedar vacía, mi cuerpo parecía no reaccionar ante mi sangre, la sed no se había ido, solo había empeorado.

Comencé a tararear una canción sin saber cómo la conocía, no la recordaba, la letra no existía en mis recuerdos y la melodía solo surgía a partir de mis labios, nunca lograba grabarla en mi memoria.

Quería seguir cantando, pero al momento de separar mis labios, mi garganta se secó.

Rosa negra. #NSAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora