WASHINGTON D.C.
2033
8 AÑOS DESPUÉS DEL INICIO DEL DILUVIODalek Heckler se asomó por la ventana para observar a sus hijos.
Los dos corrían en la arena, con los pies descalzos, jugueteando y lanzando las conchas al mar. Menos mal que la marea no había subido de nuevo.Ya habían pasado ocho años desde que comenzó la lluvia y desde entonces, no había cesado. En la primera semana, muchos mojigatos calificaron a ese fenómeno como el Segundo Diluvio Universal, pero los científicos y meteorólogos, incluidos Dalek y su esposa, rechazaron esa idea de inmediato. Fue hasta que las semanas se convirtieron en meses y los meses en años, cuando los humanos dieron por hecho que se trataba de algo que iba más allá de la ciencia y el clima: en verdad estaban viviendo el castigo de Dios. Y con ello, la vida en la Tierra dejo de ser lo que era. La tecnología había prolongado la existencia de la humanidad. Prolongado, más no asegurado. Se sufrieron inundaciones, maremotos y tsunamis que desaparecieron todas las islas del planeta, como pequeñas burbujas que se revientan poco a poco y una por una. Las costas fueron devoradas al igual que la vida en ellas, tanto que sólo las personas adineradas podían mantener una casa cerca del mar, una casa con suficiente refuerzo tecnológico para soportar las catástrofes. Por suerte, los Heckler podían pagarla. En los últimos ocho años, se extinguieron montones y montones de países. Los ricos huían al extranjero, a lugares que iban a sobrevivir el Diluvio por más tiempo. Las islas se hundieron, los países más pobres murieron de hambre y los más poderosos consiguieron arrebatar recursos al grado de que sólo sobrevivieran un poco menos de diez países. Diez de ciento noventa y cuatro. A ese grado llegó la codicia del hombre rico.
Claro que los Heckler estaban totalmente en contra del gobierno, y como científicos meteorólogos estaban dispuestos a hallar alguna manera de detener algo tan catastrófico como un Segundo Diluvio. Pero Dalek estaba cada vez más desesperado. En ocho años no había logrado ningún progreso y su esposa, Isahia, sólo había prometido que iba cooperar, pero desde que nació la pequeña Athalia el día en que inició el Diluvio, se dedicó a cuidar de ella y de su otro hijo, Evan.
Dalek soltó un suspiro y se recostó en la silla frente a su escritorio, sacó el periódico de esa mañana y leyó el encabezado. No esperaba leer buenas noticias, pero quería comprobar que tampoco hubiera malas.
RUSIA UNE SU TERRITORIO CON EL NORTE SOBREVIVIENTE DE CHINA.
Excelente, más avances para Rusia. Como si no tuvieran suficiente con el apoyo tecnológico que consiguió de los japoneses cuando su isla desapareció del mapa. Como siempre, todo se trataba de ambición. Incluso antes de que el Diluvio comenzara, el mundo se caía a pedazos y nadie hacia nada por evitarlo, sino todo lo contrario: se dedicaban a retar a Dios, jugar a ser Él y decidir qué especie merecía vivir y cual no.
Yahvé vio que la maldad de la Tierra era grande y que todos sus pensamientos tendían sobre el mal. Se arrepintió, pues, de su creación.
Dalek siguió leyendo el artículo.
"... Rusia y China acaban de firmar un tratado de conveniencia similar al que años atrás se realizó con Japón. Todo indica que Rusia se ha convertido en el único país sobreviviente de Asia. Así pues, y tras el rechazo a la alianza con Europa y América, los rusos confirman la construcción de su Arca..."
Arrugó el periódico y lo arrojó a la basura. Dalek tomó su teléfono móvil y marcó unos números; su colega y mejor amigo le contestó.
- ¿Ya leíste el periódico de esta mañana?- le preguntó Dalek, pegándose el celular a la oreja.
- Sí, lo leí. Los rusos están ganando más y más poder- contestó el hombre al otro lado del teléfono. -Me parece que el presidente deberá apresurarse a terminar nuestra Arca.
- Ya pasaron ocho años y aún no puedo creer que todavía falte mucho para terminarla. - Dalek soltó un profundo suspiro. -En fin, hablando de eso, ¿conseguiste los boletos?
- ¡Claro que sí, ya te los he enviado! Aunque fue un verdadero problema. El precio por sobrevivir parece una burla, ¡dos millones cada uno, ni más ni menos!
-Gracias por comprarlos por mí, de verdad. El cheque ya está firmado por los ocho millones que me haz prestado. Cóbralo cuando quieras, amigo.
-Oh, claro que me lo cobraré, mi queridísimo Dalek.
Entonces el hombre colgó de la nada y Dalek se encogió de hombros.
La tarde transcurrió como todas las anteriores, pero Dalek se sentía extraño, como si una premonición le perturbara en la cabeza. Y no era una buena premonición.
Al anochecer, Isahia Heckler les ordenó a sus hijos volver, y estos obedecieron.
La pequeña Athalia parecía enamorada del mar, tal y como su madre lo estaba, pero al llegar las diez de la noche, la niña ya estaba en cama, arropada y lista para dormir. Evan dormía en la litera de arriba y Athalia se sumergió en sus sueños, donde corría junto a su único amigo, su hermano. Ambos iban de la mano, recolectando conchas y jugueteaban en la arena, pero ese sueño pronto se vio perturbado. Athalia escuchó un golpe seco del otro lado de la puerta y abrió los ojos, asustada. Evan también se había levantado y se asomaba desde la cama de arriba; sus ojos, de un azul sumamente intenso como los de Athalia, parecían brillar en la oscuridad. Él le indicó que no emitiera ningún sonido colocándose el dedo índice sobre los labios y ella obedeció, quedándose inmóvil en donde estaba.
El siguiente sonido fue en la sala, un fuerte estallido seguido de un grito de mujer que Athalia reconoció de inmediato como de su madre y ella tuvo que morderse la lengua para no gritar también mientras dejaba las lágrimas acumularse en sus ojos. Evan la abrazó y le besó la frente antes de susurrarle:
-Quédate aquí pase lo que pase.
Y ella se lo prometió con un asentimiento con la cabeza. Después de eso, a Athalia se le taparon los oídos; era como estar sumergida en el agua, Lo que le dijo Evan fue lo último que escuchó de él porque pocos segundos después de que él saliera un riachuelo de sangre entraba por debajo de la puerta. La sangre de Evan.
La puerta se abrió con un estruendo y una enorme sombra encapuchada la tomó con una fuerza brutal, después, una ardiente punzada en la nuca, antes de que Athalia también fuera devorada por la oscuridad.
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Dilúvio
Random"Yahvé vio que la maldad de la Tierra era grande y que todos sus pensamientos tendían sobre el mal. Se arrepintió, pues, de su creación." Esa era la explicación más lógica a lo que sucedía. El mundo se caía a pedazos mientras un Segundo Diluvio Uni...