Por alguna razón, nada alrededor capto mi atención tanto como el color de los ojos de ese chico. Nada alrededor capto mi atención más que su pelo negro desordenado. Ni siquiera el hecho de que olía a café, que es mi olor favorito, ni que había una señora con un vestido muy gracioso sentada en la esquina llamo tanto mi atención como la sonrisa de ese chico.
Sonreí como mensa por unos segundos hasta que me di cuenta de que el chico estaba haciendo algo extraño. Estaba dejando algo encima de mis cosas. Mire a Mike para ver si se estaba dando cuenta y note que seguía acostado con su cabeza en la mesa. Conociéndolo supe que probablemente se había quedado dormido. Fruncí el ceño y me esforcé en ver que había puesto en la mesa, pero entonces vi que se dirigió a su propia mesa a recoger sus cosas. Me sorprendió el hecho de que no me había dado cuenta que estaba justo ahí. Unas mesas junto a la mía. Seguro estaba muy metida en mi libro.
Instantáneamente, me puse nerviosa. No es algo muy bonito. El estomago me da vueltas y vueltas y me pongo roja como un tomate.
Después de unos segundos capte que recoger sus cosas significaba que ya se iba a ir, por tanto bajaría las escaleras, así que corrí escaleras abajo y me dirigí a un estante hasta el fondo de la habitación, escondiéndome detrás de una pila de libros. Espantada me asome para ver si no me había visto, y gracias a Dios apenas estaba bajando las escaleras. Tenía una pequeña sonrisilla en la cara que me espanto aún más, porque conocía bien esa sonrisa. Es la sonrisa que un hombre hace cuando hace algo muy bueno o algo muy malo. (Se esto porque tengo un hermano gemelo y tres mejores amigos del genero masculino.) Observe que caminaba entre la gente con una cierta confianza que me encantaría tener. De ese tipo de personas que simplemente ves y te pueden inspirar temor o admiración, que hasta parece que la gente les abre el paso cuando caminan. Suspire porque entendí la razón por la que me había intrigado y atraído tanto. Era uno de esos chicos, de los que Riley llama "chicos paisaje". Dice que son chicos que son como paisajes. De lejos hermosos, y de cerca y en detalle, no tanto. Te hacen detenerte en tu lugar y admirarlos, pero entre más te vas acercando se vuelven menos bonitos y mas desastrosos. Con plantas feas, mucha tierra e insectos.
La verdad es que yo siempre me he ahorrado el típico sufrimiento que todas las niñas pasan: "¡Alguien como el jamás se fijaría en alguien como yo!". Intento a toda costa evitar a esos chicos y me ahorro el drama. Dejo a Mer que se encargue de esas cosas.
Subiendo las escaleras llegue a la conclusión de que lo que pudo haber dejado era:
a) Algún papel que se me cayó al levantarme.
b) Un panfleto promocionando algún producto.
c) Algún tipo de broma.
Me acerque a la mesa lentamente y vi un pedazo de papel puesto ahí, solito.
-Michael, despierta.- Dije sacudiéndolo. Levantó la cabeza todo modorro y se tallo los ojos. Aproveche para agarrar el papelito y meterlo en la bolsa de mi sudadera.
En el camino a casa intente no pensar en que era ese papelito, pero no podía evitar pensar que sería algo más que un panfleto.
Llegamos a casa y planeaba correr a mi cuarto pero mi mamá me pidió que pusiera la mesa.
Lo hice lo más rápido posible.
Me dirigí hacia las escaleras y solo había puesto un pie en el escalón cuando escuche la voz de mi papá gritar del estudio.
-¡Sunny! ¿Podrías checar si hay sobres en el buzón?
"No puedo, estoy en una crisis nerviosa"
-Claro papá.
Rápidamente hice lo que me pidió. Corrí como chita a las escaleras. Ya iba a medias cuando oh sorpresa, Michael grito mi nombre.
-¿ME HACES DE CENAR?- Gritó.
-Mike. Eres completamente capaz de hacerte de cenar tú mismo.
No espere a oír que me respondía y corrí a mi cuarto.
Después de ponerme la pijama (pants y una playera morada de un maratón), me sente en mi cama.
-Veamos...- Dije sacando el papelito de mi sudadera. Lo vi por unos buenos 10 segundos y lo empecé a desdoblar lentamente.
No pude evitar la sonrisa en mi cara. Dentro venia algo que parecía ser como una carta. (Con una letra muy bonita, más bonita que la mía, y eso es algo que me molesta hasta la fecha.)
Algo extrañada, comencé a leer.
Querida Jessica: (No sé si te llamas Jessica pero tienes cara de Jessica.)
Hola. Lo siento si te saque de onda. Creo que no te diste cuenta que estaba sentado al lado de ti en esa mesa, estabas tan concentrada, nunca despegaste tus ojos de ese libro.
Verte leer ese libro fue como... como cuando estas en un restaurante esperando tu comida por mil horas y por fin llega y te dan ganas de abrazar hasta al mesero. O como cuando es uno de esos días en los que no hay ni una sola nube y el sol está a todo dar, pero milagrosamente una nube aparece y te da una sombra espectacular. Creo que esos son malos ejemplos, pero espero que me entiendas. Yo estaba sentado ahí, haciendo una aburrida tarea de química, pensando en la inmortalidad del cangrejo y en porque rayos Dalton descubrió el atomo o porque yo tenia que entender la diferencia entre moles, moléculas, y masa molar. Pero entonces volteo a mi derecha y veo a una curiosa personita, con cientos de libros alrededor de ella, con marca textos de todos los colores del arcoíris (no sabía que existían marca textos azules, ni menos verdes.). Y pensé "¿A caso esta persona se ve emocionada por hacer la tarea?" Leíste y leíste, abrías y cerrabas libros, tomabas notas, usabas cada color y cada marca textos en existencia, y voltee a mi miserable cuaderno de química, con solo tinta negra, y me causo mucha risa. Despues te vi leyendo ese libro, y fue fascinante como te metiste tanto a esa historia, ver todas tus emociones. Fue fascinante la manera en que soltabas una gran carcajada de algo que leíste, te ponías roja, mirabas alrededor para ver si nadie te había visto y te cubrías la boca riendo. La manera en que te metiste tanto en la historia que se podía ver como la vivías junto con los personajes. A lo que me refiero con esto, Jessica o Olivia o Claire o Emma o no se, Roberta, es que toda la gente en mi vida usa tinta negra. Toda la gente en mi vida usa tinta negra y no se emocionan por tareas y no usan tantos colores en sus apuntes, y no lloran o ríen leyendo un simple libro. A veces no me doy cuenta, pero yo soy así también a veces. Por eso es que quise escribirte esto, para darte las gracias. Escuche en alguna parte que a veces te das cuenta de cosas importantes en los momentos más inesperados, y hoy me di cuenta de que puedes sacar felicidad de cosas tan sencillas como un simple libro o una simple tarea.
Y pues bueno. Que tengas una buena vida, y ojala algún día encuentre ese libro que estabas leyendo porque DIOS, se ve que esta bueno.