Capítulo I: Prisión de amnesia

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Despertó entonces aquel joven el cual tiene una particularidad, no poseía ni un cabello, es completamente calvo, llevaba puesto un chaleco verde del mismo color de sus pantalones, una camisa naranja y estaba descalzo, sin embargo al lado del joven se encontraba un hombre con la mirada fija en la carretera, llevaba una enorme barba y su vestimenta era sencilla, una casaca azul, pantalones jean y zapatillas marrones.

Resulta que el hombre atropelló al muchacho con el camión de carga y ahora lo lleva en el, se encuentran en la parte delantera, el hombre conduciendo y el joven en el asiento del copiloto.

La noche caía y la lluvia no cesaba, se podía ver el desborde de los ríos por la ventana, no era muy fuerte el capricho de la madre naturaleza, pero lo suficiente para no salir ni a caminar.

—Veo que despertaste, lamento por el accidente, es increíble que sobrevivieras después de tal impacto, no se como lo as hecho pero creo que fue un milagro, el destino no tiene permitido que mueras todavía ¿te encuentras bien? — Habló sin apartar su visión de la carretera.

—...Si, solo ... Estoy cansado... — Fueron las únicas palabras que se le ocurrieron decir.

— Cuando te atropellé, pensé en llamar a una ambulancia, pero este lugar no es muy conocido ya que lleva años abandonado, es un lugar por el cual solo transitan camiones de carga muy rara ves, fue extraño encontrar a alguien por esta zona, lamento el accidente, has podido haber muerto, intenté buscar tu identificación por tus bolsillos pero no encontré nada, nuevamente te pido disculpas. — Volteó a verlo.

— ¿Donde me lleva? — Preguntó casi entre dormido, los ojos le pesaban y se sentía muy cansado.

— A mi hogar, resulta que el hospital más cercano queda a mas de un día de recorrido, por esa razón te llevaré donde mi mujer, es buena enfermera, dejó su empleo y ahora vivimos en lo profundo del bosque.

—... ¿Quién soy?... —Preguntó muy nervioso el joven —¿Quién soy yo?, ¿cómo me llamo?.

—¿Perdón?— El hombre detuvo el vehículo y volteo a verlo extrañado. — ¿Enserio no lo recuerdas?.

— ...Yo... No recuerdo nada, nada de nada, no se ni siquiera a donde ir luego. — El hombre sonrió.

—Mi mujer te ayudará con eso, ella a tratado a muchas personas con amnesia.

—... Yo , allá... —El hombre interrumpió su frase.

—Solo descansa, solo duerme, solo debes recuperarte, estas muy cansado. — El joven asintió, cerro los ojos y el hombre encendió el motor, ese día el joven tuvo el sueño mas raro de toda su vida, al menos de lo que recordaba:

"Un ave blanca volaba en el bosque, aleteaba velozmente como huyendo de algo, en ese momento salieron de la nada cuatro agujeros los cuales absorbían todo a su alrededor, ríos, lagos, montañas desaparecían y el ave volaba mas rápido, el joven llevaba una cadena al cuello como si se tratara de un animal, la cadena estaba amarrada a la pata de aquel ave el cual huía desesperada, entonces el ave lo arrastró a tal punto que empezó a elevarse pero el joven no quería eso, por alguna extraña razón quería que los agujeros lo tragaran, el ave perdió fuerzas, los agujeros se fusionaron y lo atraparon."

Al despertarse y abrir los ojos solo se encontró en una habitación oscura, se sentía la humedad del lugar, estaba en una cama y un pequeño rayo de luz entraba por una pequeña abertura del techo, todo se veía viejo maltratado, las paredes de madera mohosa, y el suelo en el mismo estado, sus manos atadas a la cama y la única puerta de la habitación cerrada, estaba atrapado, ¿por que le ocurría eso?, ¿donde estaba aquel hombre?, el joven se tenía muchas interrogantes y el hambre se apoderaba de el. Las lágrimas brotaron por sus ojos y bañaron sus mejillas.

— En este mundo no existe gente buena ni gente mala, todos cambian por su conveniencia, no se puede confiar en nadie, no puedo confiar ni en mi mismo... Joder... Maldito viejo... — El joven pensaba en voz alta y fue tanta su indignación que derramó otra lágrima.

El tiempo corrió, horas y horas transcurrían y el joven lo único que podía hacer era tratar de recordar su origen, su familia, su vida, pero fue inútil, su mente es ahora un pizarrón en blanco.

Después de aproximadamente un par de horas se escuchó un extraño sonido proveniente de la cerradura de la puerta, entonces se abrió y entró el hombre de la enorme barba, llevaba en una de sus manos una llave, y en la otra un plato de acero inoxidable.

—¿Que hago atado?, ¡déjeme ir! —Las ganas de llorar del joven eran inmensas pero se contuvo.

—En el Onion Chat solicitaban un adolescente por una suma millonaria de dolares, espero que te portes bien calvito. — El hombre puso el plato al costado del joven y se dio la vuelta.

—Onion Chat... ¿Que se supone que es eso? ¡Liberame! — Se enojó a tal punto de empezar a mover la cama asiendo caer el plato al suelo, al escuchar el ruido el hombre volteó, su rostro había cambiado completamente, con una rabia inmensa arremetió contra el joven con un golpe en el estómago que lo dejó sin aire.

— ¡Estúpido niñato de porquería, hoy te quedarás sin alimento maldita escoria, mas vale que te comportes o te irá peor!, vendrán a recogerte mas tarde, te espera un largo viaje, dentro de ocho horas no volveré a ver tu cara de retardado. — Entonces empezó a reír y el joven lloró.

El hombre se retiró del lugar cerrando la puerta con llave, mientras el joven cuyo nombre ni recordaba se recuperaba retomando la respiración de a poco, sabía que el Onion Chat, fuera lo que fuera no se trataba de nada bueno, entonces el cansancio se empezó a apoderar de el, los párpados le pesaban y el sueño lo venció.

Libertad soñadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora