♦Capítulo •4

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James Arthur- Impossible.

Su expresión neutra me desesperaba. La miraba con cierta cautela. Muy propio de él la forma de actual. Creí ver como pinchaba su cuerpo con el dedo índice para ver si la podía traspasar. Me empezaba a sentir incómodo, pues tenía esa mirada que no podía descifrarse. Esa que no sabias si le agradaba o no la idea.

Aclaré mi garganta antes de decir:

-¡Ya... Basta!

- Pensé que ésta sería tu reacción - Murmuró Lorie refiriéndose a mi.

Sacó un cigarro y lo puso en sus labios. Si, estaba ansioso. Era algo que sin dudas se podía ver. Lo mantuvo apagado como de costumbre unos 4 o quizás 5 minutos. Era una señal de que la conversación iba a concluir hasta que el cigarro se acabara. Optó por su encendedor color naranja y salió unos minutos. Jamás fumaba en casa, tampoco lo hacía más de dos veces al día. En ocasiones ni fumaba. Esto se volvió habitual después de la muerte de sus padres. Era su forma de olvidar un poco.

- Has escuchado hablar sobre el hilo rojo del destino?- Soltó Lorie intentando aliviar la tensión.

- No - me incliné hacia delante apoyando mi codo en la pierna derecha y mi mejilla en mi mano.

-Bueno... - Se preparó para explicar - Es también conocido como "cordón rojo del destino" es una creencia de Asia oriental.

» Se dice que las personas que están destinadas a conocerse tienen un hilo rojo invisible atado al dedo meñique. Este puede enredarse, pero jamás romperse. No importa cuanto tiempo tardes en conocer a esa persona, ni siquiera si se encuentra en el otro extremo del mundo, este permanecerá ahí. Asi, las dos personas unidas por el hilo rojo están destinadas a ser amantes, independientemente de la hora, el lugar o la circunstancias.

- ¿Y si uno de los dos muere antes de llegar a conocerse? - dije curioso.

Alzó ambas cejas. Tal vez no se lo había planteado.

- Pues, supongo que quien quede vivo simplemente encontrará amores impuros, o quizás se case pero no se sienta plenamente feliz - dijo rápidamente - o tal vez... - hizo una pausa. - ¿De qué te ríes?

Negué tomando un poco de seriedad.

•••

-Me encanta esta canción - reprodujo el audio

Empezó a salir un reggaeton del conocido Daddy Yankee.

- No la había escuchado. - Y a sinceridad no la había escuchado.

- Yo creo que si, pero no le he puesto mucha atención, ¿Como es que se llama? - cuestionó Jimin - ¿La trementina?

- La ga-so-li-na. - Corrigió Leah mirándolo mal

Mi sonora carcajada los contagió

- ¿Y tú Leah, quieres gasolina? - Jim enarcó su ceja izquierda pervertidamente y la miró fijo.

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora