♦Capítulo •11

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Justin Timberlake- Cry me a River.

Jeis

Llegó agosto y el verano estaba en sus buenas calentándose hasta más no poder. Y yo tenía mucho que contar, como cuando le vacíe todos los neumáticos al carro de Zoey y duré una semana llevándola a casa y al trabajo. Esa, fue idea de Lorie a mi no me culpen. Luego le escondí las llaves del coche en el tanque del inodoro como yo le llamo, y si, ésta si fue mi idea. Duró ahí hasta que me pidió ayudarla a buscarla. Y de hecho hoy tenemos una cita. ¡Si! Lo sé es increíble. Estoy muy feliz.

Aunque no mucho ha cambiado. Sólo que Jim y Aiby tienen cierta cercanía últimamente.

Todavía no puedo olvidar las palabras de Leah..

- ¡Jeis, en serio que eres lento! Pensé que Jim te iba a decir cuando le conté.

- ¿Estas bromeando? - Negó a carcajadas-Pero... ¿Y las insinuaciones tuyas y Jimin?

- Sólo lo hacía para provocarme después de decirle.

Si... Esa hermosura lo es. Es lesbiana. Calma, calma que no todo está perdido...

Jailey y yo estamos más unidos, sin hablar que había conocido a Aiden Malour o el Malón como le llamo yo. Y ahora se encontraba de viaje con él. Y la pequeña Mía está de vacaciones donde una tía.

Arreglé una vez más mi corbata. Planché la camisa con mis manos.

- Bien, creo que alguien está entusiasmado - Canturreó Lorie.- Y pensar todo lo que has hecho para llegar hasta aquí.

- Y habrá más...

-Eso me gusta.

Todos los intentos de Zoey por pagarme lo que supuestamente ella me debía por el combustible fueron nulos y convertidos en lo que ella llamó un chantaje. Yo lo veía más como un trato justo. Una cena.

Se veía espectacular, tenía una blusa descotada con muchas piedras y una falda corta negra, el pelo en una cola alta que se le veía bastante bien y hacía lucir su larga cabellera. Sus cejas perfectas con su maquillaje más pronunciado esta vez. Simplemente hermosa. Mi mirada quedo fija en sus hombros descubiertos donde lucía esos cincos preciosos lunares que descendían a su seno izquierdo. Mi mirada era arrastrada por cada uno de ellos. El primero iniciaba en el tronco de su hombro, seguido por otro que bajaba en una linea recta, el tercero doblaba quedando encima de su clavícula, el que seguía formaba un triángulo con los dos anteriores, y el último quedaba justo encima donde su seno empezaba a inflarse. Cosa que me volvía loco. Solo pensar ver que se esconde más adelante hace que mi interior se encienda mandando chispas bajo mi bóxer.

Su mirada gris se movía con inquietud.

- ¿Podrías dejar de mirarme así? -Sonreí del otro lado de la mesa- Toma, al menos sécate las babas - me tendió un par de servilletas y volví a sonreír esta vez emitiendo un leve sonido.

- ¿Cómo se supone que te estoy mirando?

- Estás usando esa mirada lasciva.

Zoey

- Claro que no. - volvió a decir riendo.

Nos encontrábamos en un restaurante lujoso y caro, muy lejos de casa. El piso parecía un espejo de lo radiante que se veía. La chica que nos atendió no le quitaba la mirada de encima a Jeis. Pero lo que más me gustó es que él no me la quitaba a mi. Pedimos nuestra cena y nos limitamos a comer.

- ¿Qué piensas del matrimonio?- habló. Lo miré fija sin decir nada. Entró lentamente las manos en los bolsillos desde su silla.

- ¡No! -Chillé algo audible.- Digo... ¿Qué haces? -susurré nerviosa. Sacó la mano y extrajo una cajita dorada. Volvió a sonreír con estupidez.

- Calma... -la dejó a mitad de la mesa.- Ábrela -ordenó.

Arrastré mis manos lentamente hasta tenerla en mi poder. Dudaba en abrirla. Temiendo que no estuviera preparada para lo que había allí dentro. ¡Mierda! La abrí despacio con los ojos entrecerrados y los dedos cruzados.

-¿Te gusta? -Me quedé sin hablas. Dentro había una cadena fina de oro con una pequeña llave. La tomé en mis manos para escudriñarla mejor. Maldición la llave tenía mi nombre. Zoey.

¿Que si me gustaba? ¡ja! ¡ME ENCANTABA! Quería moderle los cachetes de la emoción y abrazarlo. Era tan hermosa y delicada. Me fascinaba. Sin decir que quería pararme y bailar el "aserejé" con todo y pasos de la emoción.

- Si, está bonita- me límite a decir.

- Te quiero hacer una pregunta. Sé que es un poco rápido... Pero -dudó- ¿Crees que yo te pueda llegar a gustar?

-Pienso que todo se debe saber a su debido momento. No hay que desesperarse.

-Lindas palabras cariño. Pero eso no me hace sentir mejor.

- A veces hay que subir escalón por escalón.

- Esa no es siempre la solución... Sin darte cuenta al llegar a la cima te encuentras con otra persona que fue más rápido que tú.

Maldito Jeis. No le puedo decir que me gusta así de fácil. Tengo que clavar una pizca de duda para que pueda quedarse a mi lado. Si le digo que si, probablemente se fuge esa emoción de duda. Y no valga la pena al final todo esto.

Jeis

No quería hacerla sentir que la estaba presionando por ello cambié el tema y al terminar la llevé de vuelta a casa. Me quedé unos quince minutos pensando si subir a su apartamento o no después de despedirse. Abrí la puerta, salí del carro. Esperé a que bajara el ascensor. A pesar que acabamos de comer los nervios me tienen hambriento. Al fin, bajó el ascensor. Entré lentamente con la duda en mi subconsciente, hice presión con mis dedos en el botón con el número dos. Se hizo más largo que de costumbre subir allí. Después de subir había pensado devolverme. Pero ya me encontraba parado en frente de la puerta con el número que me sé de memoria 14B. Arrastré mis dedos al timbre y después de unos segundos la puerta se abrió lentamente.

Un chico de pelo negro y un cuerpo bien definido se hizo presente con una toalla blanca cubriendo su cintura, mostrando unos cuadros bien marcados en su abdomen. Lo miré horrorizado. Más sin embargo él estaba divertido. Me tensé rápidamente y cerré mis puños clavando mis cortas uñas en mis manos.

-¿Traes la pizza? - cuestionó

-Lo siento. Creo que me equivoqué de puerta.

Dicho esto salí disparado de allí. Me quité la corbata con brusquedad y me adentré en el coche. Corrí a una velocidad máxima, la aguja del medidor estaba a más de 100 y mi cara ardía. Me sentía impotente. La sangre me hervía por dentro. Mi corazón se quiso salir en el momento que la vista me flaqueó y al volver me encontraba a punto de estrallarme contra un árbol. Maniobré rápidamente. ¡No! ¡No! ¡No! El sonido fue horrible y una fuerza extraña contrajo el gorpe. El carro frenó de golpe antes de llegar al árbol. La bolsa de aire estalló dejándome preso y herido. Y perdí... Perdí la noción del tiempo.

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora