Capítulo Final.

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Capítulo Narrado.

¿Estaba ansiosa? Por supuesto que lo estaba, ¿Estaba nerviosa? Más de lo que me podían permitir las palabras.

Tal y como había dicho en la nota yo estaba vestida con el uniforme de deportes, estaba cansada y amarré mi cabello naturalmente quebrado en una coleta alta y  lisa, (ese día me lo había alisado para poder verme presentable para el chico que me gustaba). 

Subimos al salón, último piso, el piso de primer grado, y lo primero que hice fue atar mi cabello, secar el sudor producto del ejercicio y perfumar mi ropa y las zonas húmedas gracias al sudor con ese perfume de vainilla que siempre traigo conmigo.

Me senté en mi lugar y saqué un libro de mi mochila aprovechando que no había maestro y teníamos dos horas libres. También saqué mi celular y conecte los audífonos para poder leer sin escuchar gritos perforando mis tímpanos.

No tengo idea del momento en el que me perdí en la lectura y en la música, pero las dos horas se habían pasado volando. 

Era el segundo receso y transcurrió como siempre: Mis amigas y yo nos encontrábamos hablando de ningún tema en particular, cantando algunas canciones de Avril Lavigne y finalmente iniciamos un debate totalmente absurdo sobre una banda.


El momento en el que el segundo y ,por ende, el último receso del día terminó los alumnos subieron por las escaleras de manera tranquila hasta llegar al piso que correspondía su grado y finalmente entrar a sus salones.

Una nota, no, más bien una carta hecha en papel cuadriculado, (hoja de un cuaderno arrancado, en pocas palabras) se encontraba en mi banca.

Fruncí el ceño de manera confundida, hasta que recordé lo que había hecho y las posibilidades de que esa carta fuera producto de él.

Y en efecto, así era.

Su caligrafía era completamente desordenada y me costó más trabajo del necesario poder terminar de leer esa carta.

Lo que contenía fue lo que me hizo encontrar mis sentimientos.

Unas simples dos palabras y estaba desecha.

Las últimas dos palabras y  ya me encontraba deshecha.

Y no en el buen sentido.

Querido Amor PlatónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora