❝cigarrillos❞ // yoonkook

smoke;

Quemar.

Esa palabra se repetía en su cabeza una y otra vez. Sentía su piel arder contra el fuego de su cigarrillo. Sabía que aquello se convertiría en una cicatriz más y no le importaba.
Era masoquista, lo aceptaba.
Le encantaba lastimarse a sí mismo. El dolor ya no significaba nada para él, salvo placer.

Una idea quemó su cabeza, tal y como su cigarrillo lo hizo con su piel.
Jeongguk rondaba en su cabeza y quería llamarlo, aún sabiendo que no respondería.

-Te odio- le dijo el menor antes de irse.

Yoongi había sido un idiota al pensar que podía manejarlo todo; había una única cosa que él no podía manejar, y tenía nombre y apellido.

Jeon Jeongguk.

Su ángel.
Él era la excepción para todo.
Jeongguk siempre había sido diferente al resto, y no porque Yoongi así lo viese, todos lo sabían; Jeongguk era diferente.
Y Yoongi lo había tenido para él solo y lo había arruinado todo, como siempre.

Marcó aquellos dígitos que él muy bien conocía y esperó. Tenía la esperanza que su ángel respondiera, porque todos lo hacían. Pero Jeongguk era la excepción para todo y él ya no caería en los juegos de Yoongi.

Las lágrimas no tardaron en mojar su rostro. Yoongi esta llorando, y aquello era una verdadera novedad. Sentía aquél vacío en su pecho que tanto temió sentir.

De repente, tuvo un recuerdo.
Como un vídeo reproduciéndose en su cabeza.

-Te amo, te amo, ¡Te amo, Min Yoongi!

La primera vez que su ángel le había dicho "te amo". Aún recordaba como Jeongguk corría bajo la lluvia y reían al verse completamente empapados, con la ropa pegada a sus cuerpos y sus labios morados del frío; pero a ellos no les importó porque, después de todo, estaban juntos.

Yoongi deseó volver a esos días, en donde todo estaba bien y ellos eran felices. Antes que los celos lo amargaran y todo se volviese monotonía. Antes de que Jeongguk comenzara a lastimarse a sí mismo y los cortes aparecieran por todo su cuerpo. Antes, cuando tocarlo se sentía bien y no aquél sentimiento de furia al ver las cicatrices en sus piernas y sus muñecas. Cuando hacer el amor significaba más que la palabra.

Yoongi no se lo pensó mucho y se dirigió hasta la entrada del departamento. Tenía en mente una sola cosa, una sola palabra.

Quemar.

El encendedor bailaba entre sus dedos. Yoongi tarareaba la canción que Jeongguk había escrito solamente para él.

"¿Te quedarás a mi lado?
¿Me lo prometes?
Tengo miedo de que si suelto tu mano volarás lejos, te romperás."

Yoongi no podía creer lo que estaba por hacer.
¿En serio caería tan bajo?
Estaba consciente de que estaba mal, pero también sabía que había más razón para seguir ahí. Lo había perdido todo; Jeongguk era su todo.