Capítulo único.

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 — ¿Cómo les fue con el ultrasonido? —le pregunto Clint sonriente.

—Según el médico, Juliana y Pamela están en perfecto estado —le respondió alegre.

—Aún no puedo creer que Steve y tú van a ser padres, y de dos lindas bebés.

—Lo sé, cada día se acerca más el nacimiento de las niñas —dijo acariciando su vientre —. Jamás pensé estar así; cursi, nostálgica, feliz. Es todo lo contrario de Natasha Romanoff.

—Y, ¿Qué harás con las misiones?

—Abandonare por un tiempo el trabajo, al menos hasta que Juliana y Pamela crezcan un poco.

Toda la tarde estuvieron platicando de qué será de la vida de Natasha con el nacimiento de sus hijas. Es algo que no se ha puesto a pensar, ya que el destino solo se irá descubriendo.

Toda esta plática le había hecho pensar en el miedo. Todo ser humano tiene miedo al futuro, al menos la mayoría. No iba a negarlo, si, tenía miedo, pero trataba de olvidarse de él. No quería que uno de los momentos más importantes de su vida se consumiera en temor. Prefería disfrutar el momento de su embarazo, y ya después lo que sea que tenga que pasar.

Recordó todo aquello ya que frecuentemente le hacían esta pregunta, y era algo que realmente la tenía harta porque -como ya se menciono- la palabra miedo estaba extinta en su vocabulario

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Sintió una fuerte punzada en su vientre. Fue un dolor repentino. Como pudo se paró de la cama y fue hasta la sala.

—Steve, creo que se me rompió la fuente —dijo asustada.

El rubio rápidamente se levantó del sillón y fue hasta ella: —Vámonos.

La pelirroja estaba inmensamente asustada. Al parecer encontró una pequeña reserva de miedo y este decidió reproducirse al doble. Sinceramente, ¿quién no estaría asustada? Llegas inexperta sin saber qué hacer, sin olvidar los horribles dolores.

La buena noticia es que en la base contaban con un hospital. En él se encontraban de los mejores médicos y de la mejor tecnología en el mundo.

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Incorporaron a Natasha en una cama, solo quedaba esperar a que tuviera la dilatación adecuada.

—Steve —el rubio se acerco a ella y le sonrió —. Tengo miedo —le dijo asustada.

—Pero Natasha... eres la mujer más valiente que conozco. Hace días el miedo no existía en tu mundo.

—Lo sé, pero ahora es... diferente. Estoy a punto de dar a luz, no sé qué hacer o como actuar.

—Tú podrás, porque eres fuerte. No me separare en ningún momento de ti —le sonrió.

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Las contracciones habían aumentado su potencia. Natasha se quejaba de dolor y constantemente le pedía a Steve que le trajese hielo, tranquilizaba su ansiedad de alguna manera. Tomo un hielo, pero nuevamente sintió aquel dolor.

—Tranquila —dijo tomando la mano de la pelirroja. Rápidamente la apretó, dejándola roja.

—Lo siento, pero por favor no me dejes.

—Tranquila, estaré aquí las veces que sean necesarias para que aprietes mi mano con fuerza cuando lo necesites —Natasha sonrió ante el tierno comentario de Steve.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2016 ⏰

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