II: De la cocina de papá

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Disclaimer: SnK no es de Hajime Isayama, es completamente mío. Ah, ¿a quién engaño?

Papá es un yakuza

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II: De la cocina de papá

Sasha es una beta que se graduó recientemente de Gastronomía, su talento y amor por la comida hicieron que a pesar de su falta de experiencia laboral se ganara el lugar como chef principal en casa de los Ackerman-Jaeger. Sasha planea prepara junto a su equipo el desayuno, la comida y la cena que sus amos consumirán de lunes a viernes, se asegura de usar los ingredientes más frescos y que hasta el más mísero corte de cebolla sea perfecto. Pero Sasha no trabaja los fines de semana.

Andrew despertó confundido esa mañana de sábado, cuando estuvo completamente despierto notó que había pasado la noche en la enorme cama de sus padres, los lugares a sus lados estaban ya vacíos pero las almohadas estaban colocadas estratégicamente para simular una pequeña muralla a su alrededor. Recordó que la noche anterior su familia –abuelos incluidos− habían salido a cenar y que después del postre él había sentido muchísimo sueño y corrió a los brazos de su papi, quien lo sentó en su regazo y colocó su cabeza en su pecho mientras daba palmadas en su espalda y liberaba hormonas relajantes para calmar a su bebé. Andrew había caído irremediablemente dormido.

Si no se equivocaba su papi estaba próximo a su celo, era seguro que su instinto le impidió separarse de su hijo cuando llegaron a casa y el niño terminó durmiendo con sus padres, llevaba puesto su pijama y sus pantuflas de hipopótamo estaban a un costado de la cama, vio en el reloj que eran las nueve de la mañana y escuchó la regadera abierta en el baño de la habitación. Bajó con cuidado las escaleras y llegó dando saltos a la cocina principal donde encontró a su papá frente a la estufa.

−Buenos días papá.

−Pensé que dormirías hasta las tres de la tarde mocoso.

−¡No soy tan flojo papá! ¿Qué haces?

−Pan francés.

−¿Y eso en la cacerola?

−No toques o te quemarás. Es salsa de arándano.

−¿Tú la hiciste?

−Sí. ¿Cuántas preguntas me harás hoy, eh?

−¿Debo saber el número de preguntas que te haré por día?

−¿Qué...?

Andrew abrió los ojos ante su descubrimiento y se quedó callado mirando al piso. Levi decidió seguir en lo suyo al notar que la salsa estaba comenzando a hervir. Eren era el omega aquí, eso era cierto, pero también era cierto que nunca se dedicó a aprender los "modales de la buena esposa" porque simplemente eso de esperar a su marido con la cena lista y dedicarse a dar a luz y criar niños no era para nada lo suyo. Además, al ser el único hijo de Grisha y su heredero éste se encargó de enseñarle otro tipo de conocimientos para que si se daba el caso se encargara del negocio.

Por tanto Eren poco o nada sabía de labores domésticas, ¡toda la vida tuvo sirvientes! Cocinando se le quemaba el agua, juraba que la lavadora le gruñía si se le acercaba demasiado y nunca supo cuál era el secreto de tomar de forma correcta la escoba o el trapeador.

Pero con Levi la cosa era distinta, él prácticamente nació con el plumero en la mano, odiaba ver una sola mancha en su ropa, detestaba si el piso no estaba correctamente barrio o trapeado, no toleraba rastros de polvo en los muebles y en la cocina... bueno, cocinar lo relajaba. Cuando Kuchel vivía se pasaba las tardes pegada al horno haciendo miles de postres y Levi muchas de esas veces le ayudó a prepararlos pues no tenía nada mejor que hacer. Entonces aprendió a hornear y poco después a cocinar todo tipo de cosas y estaba bien, Levi siempre recordaba a su madre cuando cocinaba para su familia.

Los fines de semana ningún sirviente doméstico estaba presente en casa, la familia Ackerman-Jaeger prefería pasar esos días solo ellos –si estar solo significa un guardia por cada rincón− y bajo la supervisión de Levi, se encargaban de que la casa siguiera en pie. Entonces Sasha se iba los sábados y domingos para ser remplazada por Levi.

−Huele bien− dijo Eren entrando a la cocina.

−Pon la mesa.

−Sí, buenos días cariño, amanecí muy bien, gracias.

−Pon la mesa.

−Amargadito, ven Andrew aléjate de gruñonsito y ayúdame a poner la mesa.

La comida de papá era deliciosa.

−Está muy rico papá.

−Gracias.

−Ya decidí que te haré diez preguntas por día.

−¿Eh? No era literal lo que dije.

−¡Ay, no! ¿Ya llevo cuatro preguntas con las de la mañana, verdad? ¡Espera ya son cinco y tan sólo son las diez de la mañana!

Andrew aún en pijama, pantuflas y despeinado puso su típica cara de preocupación que hacía que sus padres sufrieran conteniéndose para no sacar la cámara.

¿Miau? ¡Hola!

Aquí la tercera viñeta :D, muchísimas gracias a quienes han visitado y votado por mi historia, y gracias especiales a LeslieCarolinaOporto por dejarme tu comentario. Nos vemos el viernes.

Izanami les despide con amor.

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